Algo huele mal en el Riachuelo: la destrucción de ACUMAR

Una nueva ola de 300 despidos en la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR), que se suman a las desvinculaciones del año pasado de las cooperativas que limpiaban las márgenes del río, ponen en riesgo los avances logrados en la recuperación de uno de los cursos de agua más contaminados en el mundo, un proceso iniciado en 2008 con la sentencia de la Causa Mendoza, cuando se inició el trabajo conjunto entre Nación, Provincia y Ciudad de Buenos Aires para desarrollar un plan integral de saneamiento integral. Con esta nueva tanda de despidos, la planta del organismo se reduce casi a la mitad.

Las áreas más afectadas por la reducción son las dedicadas al trabajo social y a la vinculación con las comunidades. En ACUMAR se trabaja con la idea de que para que el río se mantenga limpio debe poder ser observado y disfrutado por las personas que viven en la cuenca y aquellas que visitan la zona. Por eso, se hacían muchos trabajos con las comunidades y con actividades educativas en escuelas aledañas. En los últimos años se ha podido ver a vecinos tomando mates en la ribera del río, gente realizando actividades deportivas en el camino de sirga y hasta algunos pescadores, aunque el pescado que vive en el Riachuelo no se puede comer.

En octubre de 2024, la Corte Suprema de Justicia de la Nación –con una conformación muy diferente a la que dictó la sentencia de la causa Mendoza, en 2008– dictó un nuevo fallo en el que da por cumplido el objetivo de la misma, por lo que ya no harán más controles al Poder Ejecutivo, que es quien debe encargase de la limpieza del Riachuelo.

Lorena Suárez, conocida en las redes sociales como Riachuelina, es una de las pesonas despedidas en ACUMAR. Hasta el 28 de febrero pasado se despempeñó como coordinadora de Cultura y Patrimonio de la institución y dice: “Hace 12 años que trabajaba en ACUMAR y antes de eso trabajaba en una ONG que trabajaba con el Riachuelo, no soy casta, estoy capacitada y conozco muy bien del tema”.

En ACUMAR se trabaja con la idea de que para que el río se mantenga limpio debe poder ser observado y disfrutado por las personas que viven en la cuenca y aquellas que visitan la zona.

“Nuestra preocupación no viene solo por los puestos de trabajo perdidos, sino también por el desamparo en el que queda la cuenca del Riachuelo. El trabajo no está terminado, son procesos muy largos. Para recuperar el Támesis, en Inglaterra, con todos los recursos que tienen, se tardaron 25 años. Acá vamos diez años y hay gente que dice que no sirve para nada lo que hicimos pero los que están cerca ven los cambios. Yo estuve a cargo de paseos turísticos por el Riachuelo, soy guía porque conozco cada lugar del río. Hacíamos paseos turísticos, navegaciones, no pueden creer cómo cambió el olor, el paisaje, que hay animales. Sacamos 70 buques hundidos, autopartes, se reubicaron familias y se les dio atención sanitaria”, dice Suárez.

Durante la campaña, antes de ser elegido presidente, Milei había dicho que “una empresa puede contaminar un río todo lo que quiere” porque “sobra el agua” y que cuando falte agua una empresa va a reclamar el derecho de propiedad sobre el río y se termina la contaminación. Con esta visión desde el Poder Ejecutivo y sin controles adecuados, empresas y particulares tendrían vía libre para volver a contaminar el río sin multas ni clausuras.

ACUMAR realizó muchos trabajos con las comunidades ya que, para que el río se pueda mantener limpio, es necesario cambiar los imaginarios sobre él y que la gente se apropie, lo pueda disfrutar y haga las denuncias correspondientes ante focos de contaminación. Suárez explica: “Yo siempre digo que para sanear el Riachuelo había que sanear nuestra mirada sobre el río. Creo que en gran parte de la población eso se hizo pero todavía queda mucho trabajo por hacer. Se logró que la gente vaya a visitar el río, a disfrutar de las márgenes, antes eso no se podía porque el olor te volteaba. ACUMAR puso nodos para entrenar, aparatos, los chicos van a jugar al fútbol a la vera del río, hay tortugas, garzas, coipos, sobre todo en la cuenca baja. Si se va más arriba en el cauce todavía falta porque hay que hacer algunas relocalizaciones”.

«Yo estuve a cargo de paseos turísticos por el Riachuelo, soy guía porque conozco cada lugar del río. Hacíamos paseos turísticos, navegaciones, no pueden creer cómo cambió el olor, el paisaje, que hay animales», dice Suárez (izq., durante una de las visitas guiadas).

Una parte significativa de la relación de la gente con el río es poder navegar sus aguas, algo que estuvo prohibida por décadas ya que las embarcaciones remueven el fondo de barro, que está muy contaminado con metales pesados. Con la mejora ambiental de la cuenca se permitió que una empresa haga navegaciones turísticas entre los puertos de Tigre, Puerto Madero y el Riachuelo, hasta Vuelta de Rocha. Hoy, esta empresa (Sturla) tiene un pedido en trámite en la Justicia para poder extender esa navegación 120 metros más río adentro, hasta Barraca Peña, en el límite entre La Boca y Barracas.

“ACUMAR sacaba entre 300 y 400 toneladas de residuos por mes y ahí surge la duda de qué va a pasar si se deja de sacar esa basura y empieza a acumularse”, dice Suárez, quien agrega que “si ACUMAR no despedía gente, el Ministerio de Economía no le giraba plata para su funcionamiento”.

Otra causa de contaminación son los desechos industriales. Las industrias están en un registro y existen inspecciones periódicas, sobre las que también se abre un interrogante a partir del discurso del presidente Milei y del achicamiento del organismo. Las empresas tienen costos altos para poder tener procesos limpios, por lo que sin control se pierden incentivos para continuarlos.

Pero, actualmente, el 80% de la contaminación del Riachuelo son los vertidos cloacales sin tratamiento. Para eso está la obra del Colector Márgen Izquierdo. Hoy, está muy avanzada las obras sobre el colector y el emisario que lleva el agua al Río de la Plata pero falta terminar la obra de la planta de tratamiento, que cuenta con un crédito del Banco Mundial, y después se deben realizar las conexiones cloacales a las casas. Una vez que se terminen todas esas obras pasarán cinco años hasta que el agua se depure y se empieza a ver la mejora. “Hoy yo no soy optimista porque para poder sanear un río se necesita un equipo técnico muy fuerte y se despidió a muchísima gente valiosa. Lo que hacemos nosotros es muy particular, hace muchos años que estamos especializados en esto y estamos preocupados por nuestro trabajo pero también por lo que vaya a pasar con el río”, se lamenta Suárez.

Matías Alonso

VIATSS UNSAM - Matías Alonso