Según diversas fuentes, una empresa inversora estadounidense habría adquirido la patente del reactor modular ACR300 de INVAP, aunque su nombre se mantiene bajo llave.
A fines del año pasado, se confirmó la noticia de que INVAP diseñó un reactor modular de 300 megavatios y registró la patente del mismo en Estados Unidos.
El ACR300 pertenece a la familia de los pequeños reactores modulares (SMR, por su sigla en inglés). Estos, gracias a su menor tamaño y costo, pueden ubicarse en casi cualquier terreno.
Se espera que este tipo de tecnología permita seguir incrementando la lucha contra el cambio climático. Además, al mismo tiempo, le proveerá energía a los centros de datos especializados para continuar con el desarrollo de IA.
El ACR300 es una pieza fundamental del Plan Nuclear argentino anunciado por el presidente Javier Milei y liderado por Demián Reidel.
Justamente, esta misma semana Reidel renunció al cargo de Jefe de Gabinete de Asesores de Milei para, según él mismo, concentrarse “de lleno, desde la presidencia de Nucleoeléctrica, en el desarrollo del Plan Nuclear Argentino”.
Respecto al ACR300, La Nación aclaró que INVAP y la empresa estadounidense formaron una sociedad para el diseño y la futura fabricación de estos reactores exportables. Tras consultas directas con INVAP, desde Espacio Tech no se obtuvo una confirmación por parte de la empresa al respecto.
Comentario de AgendAR:
¿Cuál es la noticia? Una patente en EEUU no se le niega a nadie. Se patenta incluso naturaleza sin valor agregado. Como dicen los farmacólogos, en la patria de los valientes y hogar de los libres, podés patentar desde un potus a las empanadas, el carnaval y el estornudo.
Vamos a pelearlo un poco al agente de prensa que escribió el «press release» que Ud. acaba de leer.
El ACR-300 nunca fue de INVAP, una firma argentina intensamente real y con muchos reactores nucleares argentinos exportados al mundo. En contraste, Meitner Energy es una empresa fantasmal sin historia, con domicilio en el paraíso fiscal de Delaware. Mire, allí hay más sociedades truchas que habitantes humanos. Respectivamente 1,9 millones de firmas imaginarias versus 1,052 millones de personas reales.
Una sociedad en Delaware no se le niega tampoco a nadie.
El ACR -300 es un papelito que viene flojo de papeles. De hecho, el plano fue bajado por copy-paste de un catálogo de 80 posibles reactores chicos propuestos por el OIEA.
Sacarle patente a ese download debe haber sido baratito. Meitner Energy tiene apenas U$ 50 millones, y son de un inversor desconocido.
Si las patentes yanquis crecen en los árboles, las cosas cambian cuando tenés que atravesar un proceso de licenciamiento regulatorio con una central nuclear de potencia. Y máxime con una unidad marca Cuchuflito, sin antecedentes licenciados ni construidos, y en un país severo.
Ahí estás hablando de al menos 10 años de trámites ante la Nuclear Regulatory Commission (NRC), de carpetas y planos y discos duros hasta llenar containers, y de centenares de millones de U$ hasta tener licenciamientos del lugar de emplazamiento, de la ingeniería básica, de la ingeniería de detalle, de la de seguridad, de la de construcción y montaje de la de puesta en marcha. Recién entonces, con la puesta en marcha a la vista. empezás a cavar los cimientos.
Creer que la Agencia Regulatoria Nuclear argentina (ARN) pueda hacer eso es apostar a que pierda su integridad. Ánimo, Meitner Energyl, decapitás la ARN y la llenás de ñoquis, perejiles y genuflexos, y ya está. ¿No lo hicieron tantas veces ya con la CNEA?
HARAKIRI TRANQUILÓN
Por ahora, el ACR-300 es una trampa doble.
Primero, para inversores yanquis de tercera línea que no tienen maldita la idea de qué es una central nuclear, ni les importa. Compran acciones para inflarlas con autocompras y luego revenderlas más caras. Probablemente éste sea uno de esos casos. Repítase N veces esta bicicleta financiera y alguien se forra. ¿No viene haciendo lo mismo la Boeing, a la que ahora tanto se le caen los aviones?
Expectativas de construcción, hasta ahí, cero.
La otra trampa es para el Programa Nuclear Argentino y me preocupa más.
La excusa del ACR-300 le sirvió a los gauleiters implantados por Milei para frenar otra vez la obra del CAREM. Ésta tiene la mitad de los licenciamientos exigidos por nuestra ARN y la virtud suprema de existir. La obra civil está casi completa, Ud. la puede ver, recorrer y tocar. Falta buena parte del licenciamento, fabricación y montaje de la obra nuclear. Tras congelarse en tiempos de Macri, estaba progresando razonablemente hasta que llegó el gobierno de Javier Milei.
De paso y cañazo, el ACR-300 hoy sirve para desalentar toda idea de Núcleoelétrica Argentina, NA-SA, de hacer otra central CANDU como Embalse, pero más potente, de 700 MW. Podemos solos, como ya hicimos con Embalse en los ’80. Entonces echamos de la obra a la AECL (Atomic Energy Commission of Canada Ltd). Le rompimos contrato, porque no cumplían con el arribo de los componentes, los cronogramas de montaje ni las transferencias de tecnología.
Nadie quiera creer que esto sucedió por presiones del State Department. Hubo que hacer casi todo aquí, con industria nacional.
Desde 1962, las CANDU son las centrales de potencia de mayor seguridad, menor costo y mejor disponibilidad del planeta, incluyendo las Américas, Europa Central y el Lejano Oriente. Se moderan con agua pesada (es cara), pero llegaron a ser 47 en 7 países, hay 18 de marca local pedidas por el gobierno de la India, y entre todas jamás generaron un accidente.
Las CANDU cuestan la mitad por MW instalado que las máquinas PWR y BWR, y a diferencia de éstas, usan uranio natural. Eso hace al usuario independiente de la maffia internacional del enriquecimiento de uranio, manejada/manijeada por EEUU y la UE.
Por algo las tres centrales argentinas son todas de uranio natural y agua pesada. Uno evita boicots de uranio enriquecido. Ya tuvimos uno, decidido por EEUU en 1981… y nos resbaló. Hoy, con tres centrales más, nos volvería a resbalar. Eso cae mal.
Desde mediados de los ’80, los ecologistas canadienses y una complaciente recua de «tories» y laboristas en el Ejecutivo y el Legislativo canadienses desalentaron toda nueva construcción CANDU. En lugar de retubar sus plantas a los 30 años de operación y licenciarlas por 30 años más, las fueron cerrando.
Un harakiri en cámara lenta.
LA PESADA DEL AGUA PESADA
Las dos mayores plantas de producción de agua pesada del mundo estaban en Canadá. Tenían una capacidad de 1600 toneladas año, 8 veces más que la nuestra en Arroyito, Neuquén. Las de Canadá fueron demolidas. La nuestra, la mayor del mundo por défault canadiense, fue cerrada por Mauricio Macri. No se reabrió.
Casi toda la enorme industria de abastecimientos nucleares canadienses, pensada para suplir de componentes, repuestos y modernizaciones 47 centrales en 7 países, colapsó. Las cadenas de abastecedores, y los diseñadores, ingenieros, montajistas y operadores canadienses de las 27 CANDU locales construidas se fueron jubilando o muriendo, sin reemplazo.
Ahora Canadá, con la crisis climática quemándole los bosques y arruinándole cosechas, quiere reabrir desesperadamente las 8 plantas que se decomisionaron desde 1998. Más aún, quiere construir 4 centrales más de mayor potencia en Alberta… y Ottawa no tiene los RRHH, los materiales o el expertise industria para ello.
Es curioso, pero como consecuencia, aquí, con una sola central de este tipo, sabemos un poco más de centrales CANDU que los propios canadienses. Ellos las inventaron, las licenciaron, las construyeron, las exportaron, las fueron cerrando y las olvidaron.
Curioso: ni Westinghouse ni General Electric jamás lograron venderle uno de sus PWR y BWR a Canadá. Hoy están tratando nuevamente. Pero nadie quiera pensar que el tranquilo seppuku nuclear canadiense sucedió por presiones yanquis.
Los canucks hoy incluso ignoran cómo hacer los combustibles de sus CANDU: los compran a los EEUU, dueños de la tecnología de ciencia de materiales, diseño y fabricación.
Resumo: el objetivo último del ACR-300 no es darle electricidad a voraces data centers de inteligencia artificial en la Patagonia. Es una idea particularmente pelotuda en un país donde la luz se apaga a cada rato.
El objetivo más inmediato es matar en el huevo todo proyecto nuclear argentino de potencia, es decir el CAREM y también de una nueva generación de CANDU Nac & Pop. José Luis Antúnez, ex director de NA-SA y el hombre que logró terminar Atucha 2, estaba haciendo diseñar los componentes, y le había puesto nombre: Proyecto Nacional. Siguió en planes hasta diciembre de 2023. Ahora los cuervos quieren privatizar NA-SA.
Como defensor de INVAP desde 1985, me causa insomnio, dispepsia y úlceras que Meitner Energy, íncubo parásito de nuestra firma tecnológica de bandera, la enrede en deudas adquiridas y desprestigio mundial. Sucederá cuando el ACR-300 se muera en planos.
Porque señoras, señores, más allá de la humareda de la actual administración nuclear, nos atenemos a lo dicho: El ACR-300 es una centralita nuclear de papel.
Pero sin papeles.
Daniel E. Arias