Los recursos hidrocarburíferos posicionan al país como un actor relevante en el mapa energético global. Vaca Muerta posee reservas técnicamente recuperables suficientes para abastecer la demanda local y regional durante décadas, con costos de producción altamente competitivos. Actualmente se explota apenas el 10% de su potencial. Según proyecciones del sector, al 50% de su capacidad podría generar exportaciones superiores a los 33 mil millones de dólares anuales durante medio siglo. A esto se suman las expectativas de revitalización de la producción convencional en Chubut y Santa Cruz, y la exploración off-shore en el litoral marítimo bonaerense.
En el plano de las energías renovables, Argentina tiene algunos de los mejores recursos eólicos y solares del mundo. La Patagonia tiene los mejores vientos on-shore del planeta, con factores de capacidad que alcanzan el 60% frente al 25-45% promedio mundial. Ya aporta más del 70% de toda la generación renovable no convencional del país. Su mayor potencial es la capacidad para producir hidrógeno verde, que podría generar más de 60.000 puestos de trabajo en la región; mientras que en el Noroeste y Cuyo existe una radiación solar que está entre las mejores del mundo, y que aporta a una generación solar que ya representa más del 16% de la generación renovable no convencional en Argentina.
La matriz agroganadera del país también habilita un gran potencial bioenergético: los recursos biomásicos y la materia orgánica disponibles en la Pampa Húmeda, el Litoral, el NEA y el NOA permiten impulsar proyectos bioenergéticos eficientes con alto potencial regional, con una producción que ya supera el 4,8% de la generación renovable no convencional.
Además, el país cuenta con tres centrales nucleares operativas en Buenos Aires y Córdoba, y con un polo de desarrollo tecnológico de energía nuclear en Río Negro a través de INVAP. A esto se suma un desarrollo histórico del potencial hidroeléctrico, aún con márgenes de crecimiento.
Estos recursos no son solo una ventaja comparativa: son un activo estratégico nacional. Son clave para construir soberanía energética, reducir la vulnerabilidad frente a shocks externos como aumentos en los precios del petróleo o interrupciones en el suministro global de gas natural, y garantizar el acceso a la energía para hogares, industrias y economías regionales. También permiten dotar de mayor competitividad a la economía nacional y generar exportaciones de energía que contribuyan al ingreso de divisas.
Argentina en el contexto internacional
Hasta ahora, la competitividad energética argentina estuvo sustentada principalmente en los precios. Sin embargo, en el nuevo escenario internacional, no alcanzará con tener energía barata: también será fundamental su huella de carbono. La capacidad de ofrecer energía limpia y trazable será una ventaja para atraer inversiones industriales e intensivas en energía, que enfrentan crecientes exigencias ambientales por parte de sus mercados de destino.
En este contexto, Argentina enfrenta desafíos pendientes. La infraestructura de transmisión eléctrica en alta tensión no se ha ampliado en la última década, lo que impide mejorar el suministro en muchas zonas y limita la incorporación de nueva generación renovable. La infraestructura de gas natural aún no permite cubrir la demanda nacional en los picos de invierno, a pesar de contar con reservas suficientes en Vaca Muerta para más de dos siglos de consumo local. En zonas urbanas de todo el país, cientos de miles de hogares aún deben recurrir a garrafas, mientras que el sistema eléctrico muestra vulnerabilidades cada verano.
Además, el proceso de transición energética que atraviesa el mundo impone nuevos desafíos. Esta transición, que excede las decisiones locales, avanza con ritmos y reglas que cambian constantemente. La política energética nacional y provincial debe comprender estos cambios, identificar oportunidades y riesgos, y evitar abordajes estáticos o lineales.
Uno de los riesgos más importantes es el surgimiento de barreras comerciales verdes: aranceles o exigencias ambientales que podrían restar competitividad a productos argentinos si no se logra demostrar una huella de carbono reducida. Esto no se limita al origen de la energía: también incluye la logística interna, el transporte al puerto y el envío marítimo internacional.
Hacia un pacto federal energético
El potencial energético ofrece a Argentina la oportunidad de fortalecer su pacto federal. Las provincias pueden encontrar en los recursos energéticos un impulso para el desarrollo, ya que acceder a la energía de forma barata y segura puede transformarse en una oportunidad para hacer más eficientes las producciones locales.
En ese marco, resulta imprescindible diseñar una estrategia energética federal de largo plazo, que articule acciones entre todos los niveles del Estado y los actores del sistema. Esta estrategia debe contemplar la planificación de infraestructura, la actualización del marco regulatorio y legislativo, la política exterior y comercial, y el posicionamiento internacional del país.
Es necesario un planeamiento indicativo, federal y flexible, que brinde a cada jurisdicción un horizonte claro, pero que habilite trayectorias diversas para alcanzarlo, según sus capacidades y prioridades. Una hoja de ruta consensuada, que combine distintos grados de participación del Estado y el mercado, puede dar mayor previsibilidad a todos los actores: generadores, distribuidores, industrias, proveedores de tecnología, provincias, municipios, transportistas.
El desarrollo energético, por su naturaleza, exige horizontes largos de acción. Montar una central, tender una línea de transmisión o desplegar una red de gas lleva años. Recuperar esas inversiones, décadas. Por eso es tan importante ordenar las prioridades, visibilizar los beneficios sociales, económicos y ambientales de las obras, y generar información técnica y confiable para facilitar el acceso al financiamiento.
En este sentido las provincias trabajan con el Consejo Federal de Inversiones (CFI) en el diseño de planes estratégicos y en programas específicos destinados a brindar asistencia técnica y financiera a sectores productivos. En el marco del Programa Federal de Gestión Energética, se avanza en la promoción de las energías renovables y en la optimización del consumo energético de las empresas. Para ello, se capacita a profesionales locales que realizan asistencias técnicas, que incluyen un diagnóstico y un plan de acción. En línea con este trabajo, 21 provincias ya utilizan herramientas de financiamiento verde del CFI, que busca financiar a PyMEs de todo el país para dar impulso a proyectos de eficiencia en el uso de recursos naturales y energéticos.
El potencial está. Las necesidades también. Es necesario avanzar en una estrategia que contemple los recursos que se pueden aprovechar hoy y aquellos con un gran potencial en el futuro cercano. Desarrollar una herramienta de planificación y gestión para la priorización de obras de corto, mediano y largo plazo. Especialmente en lo referido a infraestructura de transporte y distribución de energía, que representa uno de los mayores desafíos del desarrollo energético del país. No sólo para impulsar lo que existe, sino para sentar las bases para lo que viene: un mundo que demandará más energía accesible, segura y soberana.
Guillermo Bormioli