Hernán Spoto: «La planta siderúrgica más moderna del mundo será argentina»

Hace algunas semanas anunciamos el Proyecto Sidersa+, una inversión que va a marcar un antes y un después en la historia de la industria de nuestro país. Se trata de la construcción de una planta siderúrgica de última generación en la ciudad de San Nicolás de los Arroyos (Provincia de Buenos Aires), que demandará una inversión de US$ 300 millones.

La planta proyectada, la primera de aceros largos de capitales argentinos, permitirá abastecer al mercado con insumos, como el acero de construcción y el alambrón (360.000 toneladas anuales) indispensables para la industria nacional y el apoyo local a las cadenas de producción. Esta es la primera vez en más de 63 años en que se construirá desde cero una siderurgia integrada en la Argentina.

Por eso no se trata de cualquier inversión: vamos a construir la planta siderúrgica más moderna, eficiente y sustentable del mundo. Y lo decimos sin ponernos colorados ni como un slogan. Lo decimos con hechos. Lo demostramos con datos.

Mientras las acerías tradicionales demoran 24 horas en sus procesos productivos, nosotros vamos a transformar chatarra en hierro de construcción en apenas 2 horas. Velocidad es eficiencia. Eficiencia es competitividad. Eso significa más productividad, menos desperdicio y un ahorro enorme de energía: después de la chatarra, el segundo insumo más importante del acero es la energía. Por eso, cada minuto que ganamos en eficiencia y cada kilowatt que ahorramos se traducen en competitividad frente al mundo. 

En sustentabilidad el contraste también es enorme. Las siderurgias en el mundo emiten en promedio 1.000 kilos de CO₂ por tonelada de acero. Nosotros vamos a estar en apenas 370. Tres veces más amigables con el ambiente que el promedio global. Por eso, cuando decimos que vamos a construir la siderurgia más moderna, eficiente y sustentable del mundo, no es un slogan. Lo demostramos. 

Construir una planta siderúrgica siempre ha sido el sueño de nuestra empresa. Una compañía que tiene una historia de mucho trabajo, esfuerzo y sacrificio. Que nació en el patio de atrás de la casa de José Spoto, mi abuelo, quien, con más esperanza que recursos, empezó a producir arandelas con sus propias manos a partir de descartes de chapa. Jesús Spoto, mi padre, por necesidad, comenzó a trabajar junto a él desde muy joven. Con esfuerzo incansable y determinación llevó a Sidersa a lo más alto de la siderometalurgia argentina. En los 90 dimos el gran salto: compramos en San Nicolás un galpón de 3.000 metros cuadrados donde trabajaba apenas un puñado de personas. Hoy ese predio tiene más de 100.000 metros cuadrados productivos y centenares de colaboradores en una de las plantas más modernas de América Latina. Todo esto fue posible porque siempre reinvertimos nuestras utilidades en la Argentina.

Por eso siempre estuvimos convencidos de que podíamos concretar este nuevo sueño. Esa convicción inicial se transformó en acción gracias a dos razones muy concretas: primero, porque nunca dejamos de invertir en el país, ni siquiera en los peores momentos; y segundo, porque contamos con herramientas como el RIGI (Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones) y la adhesión de la Municipalidad de San Nicolás, que nos dieron el respaldo y la previsibilidad necesaria para encarar un desafío de esta magnitud. La Provincia de Buenos Aires también aprobó en la Legislatura su propio régimen, pero aún no fue reglamentado. Eso brindaría aún más respaldo a proyectos como el nuestro. 

La nuestra representa la primera (y, por ahora, única) presentación netamente industrial que se incorpora al RIGI y, por su impacto económico, sus características tecnológicas únicas y la relevancia de las inversiones requeridas, se convierte en un proyecto estratégico para nuestro país.

Participar del RIGI, por supuesto, tiene sus exigencias. Por ejemplo, que un porcentaje de los insumos y los servicios sean brindados por proveedores locales. Nosotros dimos un paso más. Desde el primer día tomamos una decisión: el 100% de nuestra inversión se hará con trabajo argentino. Solo vamos a importar la tecnología.

Queríamos que nuestras pymes estuvieran presentes, aunque sus precios no fueran los más competitivos. Porque detrás de cada pyme hay una familia. Hay trabajo argentino. Durante la etapa de obra, en nuestro predio van a trabajar más de 1.000 personas contratadas por estas pymes argentinas. 

Una vez concluida, la planta prevé crear más de 3.500 puestos de trabajo entre directos e indirectos, lo que impulsará la economía circular que abarca desde los sectores de la recolección de chatarra y la construcción, hasta la logística, los servicios y otras actividades vinculadas. 

Por otro lado, cuando la planta esté en marcha, vamos a conectar a quien recolecta la chatarra con quien desarrolla la tecnología del futuro. Así, pensamos en cómo podemos colaborar con la comunidad en el corazón siderúrgico de nuestro país. Por eso, estamos trabajando con instituciones locales (universidades, gremio, escuelas técnicas) para reactivar carreras universitarias y terciarias relacionadas con el sector. De esta manera, se podrá capacitar a los jóvenes de hoy con la tecnología del mañana. Esto no sólo genera trabajo, sino que ayuda a preparar a la comunidad nicoleña para el futuro. 

Somos una empresa apasionada por lo que hace, que trabaja para ser cada día mejor. Por eso, reinvertimos nuestras utilidades para seguir creciendo. Defender la industria es invertir en ella. No desde el relato. No desde la queja. Sino desde la acción. Invertimos para crecer. Invertimos para competir. Invertimos para transformar.

Hernán Spoto

VIAEl Economista