Si Milei privatiza el manejo de Nucleoeléctrica, hay riesgo de un accidente nuclear

El gobierno de Javier Milei tiene listo el decreto para avanzar con la privatización del 49% de las acciones de Nucleoeléctrica Argentina S.A. (NA-SA), la firma que opera Atucha I, Atucha II y Embalse. Según la norma de nueve artículos, un 44% se pondrá a la venta en bloque mediante una licitación pública nacional e internacional, mientras que el 5% restante se les otorgará a los trabajadores a través de la organización de un Programa de Propiedad Participada. De este modo, el Estado Nacional conservará el control de este activo estratégico, aun si la venta finalmente se concreta.

Se avanzará solo con la privatización del 49% porque la Ley de Bases 27.742 que declaró a la compañía “sujeta a privatización” en su artículo 8 aclara expresamente que el Estado Nacional debe “mantener el control o la participación mayoritaria del capital social”.

Además, la norma aclara que se deberá requerir el voto afirmativo del Estado Nacional para la toma de decisiones que signifiquen:

 a) La ampliación de capacidad de una central de generación nucleoeléctrica existente y/o la construcción de una nueva;

b) La salida de servicio por motivos no técnicos, ya sea temporal o definitiva, de una central de generación nucleoeléctrica; y

c) La incorporación de accionistas en la Sociedad que le otorguen el control en los términos del artículo 33 de la ley 19.550, Ley General de Sociedades.

El 79% de las acciones de NA-SA están actualmente en poder del Ministerio de Economía, otro 20% lo tiene la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y el 1% restante pertenece a Enarsa. Por lo tanto, antes de avanzar con la venta el decreto ordena a la CNEA transferirle su 20% a la Secretaría de Energía de la Nación y lo mismo le exige a Enarsa con el 1% que tiene en su poder. Además, instruye a NA.SA, conducida por Demián Reidel, a transferir en el plazo de 60 días el 0,01% del capital accionario de Enarsa.

Una vez que se concreten esas transferencias, el Ministerio de Economía, en su carácter de autoridad de aplicación, dictará las normas operativas y complementarias para concretar la venta, con la intervención de la Unidad Ejecutora Especial Temporaria “Agencia de Transformación de Empresas Públicas”, que conduce Diego Martín Chaher, hombre de confianza del asesor presidencial Santiago Caputo, quien llegó al Estado con el mandato explícito de impulsar procesos de privatización, reestructuración y reorganización de empresas estatales.

A diferencia de otras empresas controladas por el Estado, NA-SA no tiene déficit sino superávit. En el primer trimestre de este año declaró ganancias por $17.234 millones de pesos.

El aporte de NA-SA

La potencia instalada de las tres centrales nucleares que controla NA-SA es de 1763 MW, un 4,1% de la potencia bruta total instalada en el país a diciembre de 2024. No obstante, el año pasado el porcentaje de energía generada por NA-SA trepó al 7,35% del total aportado al Sistema Argentino de Interconexión Eléctrica (SADI). Eso se explica por el factor de capacidad. Las centrales nucleares suelen funcionar de manera más constante y con menos paradas que otras tecnologías, como las centrales hidráulicas, que están sujetas al caudal de los ríos, o las renovables, que dependen del viento y el sol.

Este año el aporte de la energía nuclear será menor porque Atucha I salió de servicio por 20 meses el pasado 29 de septiembre de 2024 para concretar su proyecto de extensión de vida por 20 años. La inversión prevista es de US$ 700 millones e incluirá no solo la extensión de vida sino también la construcción del Almacenamiento en Seco de Elementos Combustibles Gastados de Atucha II.

El intento frustrado de venta

No es la primera que se intentan privatizar las centrales nucleares. En septiembre de 1994 el presidente Carlos Menem desmembró la CNEA al reducir su tarea a la investigación y el desarrollo, quitándole el manejo de la producción de electricidad y la función de vigilancia y resguardo de la seguridad. A través del decreto 1540/94 constituyó Nucleoléctrica Argentina S.A., la cual quedó a cargo de Atucha I, de Embalse y de la terminación de Atucha II. Al mismo tiempo, inició el proceso de privatización total de dicha sociedad. También creó un Ente Nacional Regulador Nuclear para hacerse cargo de temas sensibles como la seguridad radiológica y nuclear, la protección física y el control de los materiales nucleares, el licenciamiento y fiscalización de instalaciones y las salvaguardias internacionales.

El plan había sido diseñado por el entonces ministro de Economía Domingo Cavallo y su secretario de Energía Carlos Bastos. El objetivo principal era recortar de manera brutal el presupuesto de 1000 millones de dólares que en aquel momento tenía la CNEA y a la vez hacer caja con la venta de las centrales. Sin embargo, la iniciativa fracasó por la resistencia sindical y política y el escaso interés de los privados, quienes consideraban que la rentabilidad que podían llegar a obtener era baja y los riesgos asociados a la gestión de las centrales muy altos.

Fernando Krakowiak

Advertencia de AgendAR:

Milei abre el camino hacia el primer accidente nuclear argentino.

Ahora el país entero elige si rechaza esta decisión irracional, o si sigue durmiendo sin frazada en los alrededores de las Atucha 1 y 2 en la Provincia de Buenos Aires, y de la central de Embalse, en Córdoba.

Dije «accidente», distinto de «incidente». Va para vos, presidente. Una cosa es ir a juicio por chorro, y otra por estrago masivo doloso, aunque tus bogas y los Tres Reyes Magos de la Suprema traten de salvarte de dos o tres perpetuas y digan que no hubo intención de catástrofe, sino tu eterna voluntad de cagarte en leyes, normas, reglamentos y pactos internacionales. Prestá atención. Toma tus 500 mg. de Valcote, 100 de Risperidona y dejate puesto el pañal, porque lo vas a precisar.

En un incidente en una central nuclear de potencia, o en un mero reactor de radioisótopos, como el RA-3, siempre hay recursos «de diseño» que impiden que la cosa escale.

Son «de diseño». Están los analógicos, los digitales, los de buenas prácticas y los de RRHH que las ejecuten.

Pese a tu runfla, que es previa a tu descarriada existencia, aquí tenemos las cuatro cosas desde 1950. Es el año oficial de nacimiento del Programa Nuclear Argentino.

¿Pensás que te vamos a dejar meter las alpargatas empapadas en bosta de gorila en eso?

Pensalo de nuevo.

Esas cuatro cosas atajan la pelota ANTES de la línea media. Estoy relatando desde el arco propio, local, nacional, la Selección. No juego, soy el aguatero suplente, nomás. Pero argentino. Ojo, vos sos visitante y tampoco jugás. Juegan con vos. Tu máximo grado es de barrabrava visitante. Pero como los Poderes del Cielo y la Fundación Atlas te pusieron en el sillón de Rivadavia, tengo que explicarte por qué ésta no te la dejamos pasar.

Hasta hoy, estuvimos 75 años jugando en el campo contrario. En seguridad nuclear hacés eso, o te comprás un Chernobyl y dos Fukushimas.

Pero ahora, y por obra tuya (es un decir) la pelota atravesó la línea media hacia el arco argentino.

Nuestro arquero, nuestro Dibu Martínez, que es NA-SA, está atento, pero no aterrorizado. El director técnico nuestro, el Lío Saloni, es la Autoridad Regulatoria Nuclear. Y está haciéndose preguntas: ¿habrá que cambiar algún volante y al número 11? ¿O es que, como en 1966, Inglaterra se compró el mundial?

Pregunta válida si el árbitro son ambas cámaras legislativas y la «ut supra» Suprema. Y sus tres nunca mejor dichos cortesanos.

En un incidente siempre se está a tiempo de que una avería en un caño de refrigeración o el sobrecalentamiento del moderador hagan que la central se apague sola. Aquí desde 1974 ha pasado varias veces. Los de CAMMESA putean, porque pierden centenares de megavatios de golpe, la ARN investiga qué corno pasó, se pone de acuerdo con NA-SA, se arregla el asunto, se testea que el arreglo se haya hecho según normas de calidad muy superiores a las de la Boeing, se vuelve a poner lentamente la central en marcha, y si no hay nuevos incidentes, en dos o tres meses está en potencia nominal.

Eso significa que una central de unos 700 megavatios como Atucha 2 llega a 700 megavatios hora en cada hora de funcionamiento, 24x7x365, y deducí los días de parada por mantenimiento planificados, y los de parada por incidentes.

En tres centrales técnicamente nuevas, como Embalse, (que se retubó en 2018), o Atucha 2, (que se puso en línea en 2015), o Atucha 1, (que está a U$ 300 millones de ponerse cero kilómetro, joya nunca taxi), las máquinas tienen un factor de disponibilidad superior al 91% del año a plena potencia.

Chúpense esa mandarina, grinpisios. Ustedes también, liberturbios, porque todo eso lo hizo el Maldito Estado Argentino, obra de Satán, como dijo uno. Hablándole a su perro imaginario.

Ahora vienen Milei, que no sólo es malo sino que está loco, y su murga que no está nada loca pero trabaja por MUCHA guita contra la Selección con la tuya, lector. Retomo: viene este circo aéreo con más estrellados que en vuelo, a decirnos que hay que rifar NA-SA.

Y la única pregunta es si a Westinghouse, que inventó la electricidad nuclear en Occidente, o a Atkins Realis, que hereda el mejor diseño nucleoeléctrico del mundo mundial, la máquina llamada CANDU. Como esa que tenemos a orillas del lago artificial de Embalse, Córdoba.

Según los cálculos del Sindicato de Aguateros Atómicos, del que soy el humilde portero, fecha de hoy deberíamos tener 20 centrales más como Embalse, todas iguales como clones, con pequeñas mejoras incrementales de disponibilidad, seguridad y potencia instalada. Tenemos los RRHH, la industria de suministros y las licencias debidamente pagadas a Canadá para clonar y mejorar 100 veces, si se nos canta, una central como Embalse.

Si hubiéramos hecho eso, en lugar de frenar el Programa Nuclear desde 1982 a 2006, y desde 2015 hasta hoy, éste sería otro país.

Un país muy industrial, muy educado, con unos RRHH que te la cuento, y añadí medicina pública y jubilaciones como las de Canadá. O como los seguros de salud privados de los CEOs de Westinghouse.

(Continuará)

Daniel E. Arias

VIAEconoJournal