
Con el objetivo de recaudar dólares y atraer inversión, el Gobierno autorizó días atrás la venta de una parte accionaria de la empresa estatal Nucleoeléctrica Argentina Sociedad Anónima (NASA), responsable de operar y mantener las tres centrales nucleares del país: Atucha I, Atucha II y Embalse.
La compañía está presidida desde abril por Demian Reidel, ingeniero físico egresado del Instituto Balseiro, con trayectoria en el sector financiero. Hasta su repentina renuncia en julio, Reidel también ocupaba ad honorem el cargo de jefe de Gabinete del Consejo de Asesores del presidente Javier Milei, un comité creado hace un año que nunca llegó a consolidarse.
Su explicación al dejar ese puesto fue que iba a “concentrarse de lleno en el desarrollo del Plan Nuclear Argentino”. Esta iniciativa se presentó junto a Milei en la Casa Rosada el 20 de diciembre pasado, cuando se anunció la creación del Consejo Nuclear Argentino, presidido por Reidel e integrado por el jefe de Gabinete, Guillermo Francos; el ministro de Defensa, Luis Petri, y el titular de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), Germán Guido Lavalle. Sin embargo, hasta ahora no hubo avances concretos sobre ese programa.
El Gobierno decidió poner a la venta el 44% del capital accionario de NASA, luego de obtener la autorización del Congreso a través de la Ley de Bases. El Estado conservará un 51% y el 5% restante quedará en manos de los trabajadores. A diferencia de la venta de acciones de YPF en su momento, que fue atomizada entre distintos inversores privados, el Ministerio de Economía resolvió realizar una licitación pública para vender el paquete accionario en bloque.
Actualmente, los accionistas de NASA son la Comisión Nacional de Energía Atómica (20%), Enarsa (1%) y el Ministerio de Economía (79%). El Tesoro, además, es el principal deudor de la compañía: todavía debe los pagos por la electricidad generada entre diciembre de 2023 y febrero de 2024, mientras que al resto de los generadores se les abonó con el bono AE38, que en ese momento cotizaba a la mitad de su valor de mercado.
NASA presentó el reclamo en varias oportunidades y el 24 de octubre de 2024 el Ministerio de Economía giró el 14,87% de la factura de diciembre de 2023, equivalente a $10.226 millones. El saldo pendiente asciende a $194.582 millones, refacturado en enero pasado con vencimiento aún por definir, confirmaron fuentes de la compañía.
La llegada del sciolismo
Con la llegada de Reidel a NASA, se produjo también una reestructuración en las áreas de administración, compras, contrataciones, finanzas y comunicación.
Como nuevo gerente de Coordinación Administrativa asumió Hernán Pantuso, excoordinador Ejecutivo para el Desarrollo Sostenible de la Planificación Económica Ambiental y el Desarrollo de Energías Alternativas durante el gobierno de Daniel Scioli en la provincia de Buenos Aires. En su entorno aclararon que su desembarco en NASA se debió a su vínculo con Reidel, no con el actual secretario de Turismo.
Pantuso no fue el único funcionario con pasado en la gestión bonaerense de Scioli. También ingresaron Bruno Alfredo Gabriel Tomaselli (exsubsecretario de Relaciones Económicas Internacionales), Sabrina Andrea Lafranconi (exintegrante del Gabinete) y Juan Fermín Larrarte (exabogado del gobierno provincial). Actualmente, los cuatro se desempeñan como asesores con sueldos superiores a $5 millones mensuales, bajo la órbita de Pantuso.
“Luego de un período prudente de evaluación del funcionamiento general, esta nueva gestión entendió que se hacían necesarios nuevos perfiles en esas áreas y avanzó con miras a tener un nuevo liderazgo en estos sectores de soporte que, cabe aclarar, no están relacionadas con cuestiones técnicas ni operativas ni mucho menos ligadas a la seguridad nuclear de las centrales”, explicaron en NASA.
“Las decisiones se tomaron con el objetivo de fortalecer la gestión, incorporando personas idóneas con conocimiento específico de cada área, manteniendo los equipos de trabajo y garantizando una transición ordenada y efectiva”, agregaron.
Desde diciembre de 2023 hasta hoy, NASA redujo su plantilla de 3107 a 2971 personas, es decir, 136 trabajadores menos, a lo largo de las tres presidencias que tuvo la empresa en este período: Luis Fasanella, Alberto Lamagna y Reidel.
En NASA destacaron también que en el primer semestre reportó un superávit de $74.905 millones y que las plantas alcanzaron niveles de excelencia operativa, con factores de carga de 95% en Atucha II y 100% en Embalse. “También se recompusieron las relaciones laborales y se redujeron significativamente los conflictos sindicales. Además, se regularizó la gestión de compra de insumos estratégicos como el uranio y el agua pesada, en un contexto internacional de alta demanda y limitada disponibilidad”, dijeron.
Como tarea pendiente, queda definir qué ocurrirá con el contrato vigente que NASA mantiene con China National Nuclear Corporation (CNNC) para la construcción de la cuarta central nuclear argentina. Por ahora, el proyecto se mantiene “demorado”.
“Desde su firma en febrero de 2022, el contrato nunca llegó a entrar en vigencia por no cumplirse las condiciones precedentes, y el mismo está sin avances. Se trata de un proyecto que forma parte de los acuerdos de cooperación entre Estados, por lo que su evolución depende de definiciones de carácter país a país y excede el rango de decisión de NASA», explicaron en la empresa.
Un tema más que el Gobierno deberá resolver antes de privatizar el 44% de la compañía.
Sofía Diamante
Comentario de Agendar:
Tomo por cierto los números de Sofía Diamante en La Nación. Miden las pérdidas de personal experto desde el desembarco de mileístas y sciolistas en NASA, y su captura. Las cifras concuerdan con las que da el Dr. Rodolfo Kempf, de la CNEA. Kempf (su artículo está aquí) añade también a los que se han tomado licencia sin sueldo. Lo típico de los expertos nucleares desde 1993 es que lo hagan cuando están a punto de irse con un portazo del país, a trabajar en otro programa o empresa nuclear.
Ambos grupos clasifican en una misma categoría: PSB, o «Podridos de ser boludeados».
Boludeados por el Nuevo (¿nuevo?) Programa (¿programa?) Nuclear del rockero Javier Milei y el mesadinerista Demián Reidel. Éste consiste en grandes vaharadas de humo marketinero-informático-financiero, «all smoke and mirrors», para encubrir la eliminación del plan nuclear anterior, algo rengo, algo tuerto y algo manco, PERO REAL.
El vaciamiento espontáneo (ponele) de RRHH no sólo son los tentempiés de lo que sigue. Si cualquiera de las empresas que cita Kempf logra clavar bandera en NA-SA, los ingenieros nucleares que no se hayan ido por la propia serán rajados. Si la cosa se hace en términos amigables, con jubilaciones anticipadas.
Si no se hace así, a los que se obstinen en quedarse se los someterá a una desratización de acoso interno hasta que se vayan de una puta vez, y si no lo hacen, con despido sin causa.
Con lo que es la justicia laboral de hoy en día, los despedidos están fritos en primera y segunda instancia, y si se arman causas colectivas y se pasa a Suprema… bueno, ¿acaso dicha corte no está, por definición, poblada de cortesanos?
¿Cuánto cuesta despoblar a NA-SA de gente más calificada y honesta?
La formación de un ingeniero nuclear de grado, con el título todavía «mirame y no me toques» por la tinta fresca, le cuesta plata al país. Asumo que salen de una universidad pública, porque las privadas no se ensucian mucho con ingenierías, y si lo hacen (caso del ITBA), evitan las ingenierías nucleares.
De modo que hago este cálculo de almacenero suponiendo que los ingenieros nucleares de grado salen del Instituto Balseiro de la CNEA, en Bariloche, o del Instituto Dan Beninson, también de la CNEA, en ese municipio del AMBA.
Es al cuete llamarlos «institutos»: no se trata de las Academias Pitman. Son universidades por la propia, divididas en tantas carreras finales como ingenierías nucleares hay, y la lista es larga, y cada vez más.
Sin ahondar en asuntos curriculares, los títulos respectivos los expiden dos universidades nacionales robustas: la de San Martín, o UNSAM, y la de Mendoza, o UNM. En ambos casos, la cursada completa hasta el título de ingeniero y el comienzo de una carrera como físico, científico de materiales, reactorista, neutrónico, termohidráulico, químico o «combustiblero» nuclear, y siguen las firmas.
Hasta el título pelado nomás, hay que calcular docencia a cargo de gente con grado de doctor y posdoc y relevancia internacional. No da clases el Profesor Jirafales.
Sumá el uso constante de pequeños reactores nucleares (el RA-3, el RA-6 y el RA-4), y de prorratear estos gastos fijos, más viajes y alojamiento cuando hay que cambiar de ciudad, entre un número muy reducido de alumnos.
Cada vez más reducido, porque a excepción de NA-SA, donde los sueldos de profesionales están por arriba de la línea de pobreza, en el resto del programa nuclear están debajo.
Esto se sabe en la calle, y la calle aconseja que es mejor manejar un Uber y estudiar Corte y Confección que atravesar cinco años de sangre, sudor y lágrimas para terminar como científico de materiales especiales en construcción nuclear: cerámicas, resinas, vidrios, super aleaciones de zirconio, níquel y diversos aceros.
Y todo por dos pesos.
¿Dibujamos U$ 100.000 anuales por alumno recibido pagados por el estado? Son muchos más, pero ponele. Medio millón de dolarifacios puestos por el estado por cada título fresquito.
De ahí, al laburo. Y no es que te vayan a contratar en SOCMA para cobrar peajes: tenés que pelearla porque te tomen en la CNEA, en la que te vas a morir de hambre.
Otra opción es ir por la gloria y a tu riesgo a INVAP, esa firma tecnológicamente espectacular y espectacularmente tecnológica, que vive de lo que exporta, ésa que nos dio el enriquecimiento de uranio, ésa que el ut supra citado Costantini, Menem 1.0 y 2.0, De la Rúa, Duhalde, Macri y «The Joker» quisieron quebrar y cerrar.
O, tercera opción, ir a NA-SA, en la cual podés mantener incluso una familia, si no son de comer mucho.
Eso sí, una vez en NA-SA, evitá meterte en un área de diseño, montaje y reparación de nuevas centrales. En ese caso podés explicarle a tus nietos que construiste Atucha 2, o que reparaste ambas, o que retubaste Embalse, y vinieron Macri y luego Milei a rajarte de una patada en el tujes. Y además, por esos crímenes. ¿Alentador?
Volvemos a los costos de la sangría en RRHH. Añadile algunos viajes de especialización con estadía en universidades o programas nucleares extranjeros, con los pasajes y morfar una vez por día, y tu costo como doctor/a o posdoc al estado nacional le salió entre uno y dos palos verdes.
Pero si sos un cuadro intermedio de NA-SA, digamos un cinturón negro de primer dan, cobrás el equivalente de una luca verde, quizás dos. Si tenés dos pibes y una esposa, OSDE 310 se hace cargo de gastos médicos, salvo que alguno se enferme.
Obviamente, en NA-SA no te van a pagar 5 palos por mes,
Y de yapa tenés que escuchar los delirios de un mesadinerista con pergaminos de Goldman Sachs y JP Morgan, tan sabedor de tecnología nuclear como yo de capar monos, y tan merecedor de dirigir un programa nuclear como un kamikaze de volar un Boeing 747. Al que te subiste solito.
Y este tipo, mientras dure, te va a planificar la vida profesional hasta que te lleves puesto el World Trade Center, y tu espíritu inmortal se mude a su Narnia atómica, bajo el reino del León.
Jódanme, brothers and sisters, hoy en el ancho mundo hacen falta 100.000 ingenieros nucleares capaces de operar, reparar, diseñar y construir centrales y reactores en serio, tangibles, necesarios, imprescindibles. Por primera vez desde Fukishima, afuera te van a tratar no como a un refugiado afgano, sino como a nobleza.
Ni falta te hace tomarte el avión. Te contratan a distancia, y si tenés una computadora de alta capacidad laburás desde tu casa, y dos o tres veces por año viajás a Francia a enseñarles cómo se maneja un reactor, ahora que ellos se olvidaron, y te depositan el sueldo en Uruguay.
En cualquier momento esto vuelve a valer para Italia y España. ¿Te vas a quedar cantando tangos aquí?
Los 136 expertos nucleares que ups, se le cayeron a NA-SA, le costaron al estado nacional, si mis cuentas de almacenero son certeras, unos 272 palos verdes. Pero insisto, estoy calculando a la baja. Que venga uno que no guitarree, y me cuenta.
Lo que creo realmente, y no puedo probarlo, es que con lo que le costó al estado nacional perder estos 136 ingenieros en 20 meses, se puede terminar el prototipo del CAREM, ponerlo crítico, hacerlo entrar en línea y empezar a buscarle inversores, todo eso silbando bajito.
O con esa valiente muchachada PSB (Podrida de ser Boludeada), esa gente que en 20 meses se le perdió por el camino a Demián Reidel se puede terminar el reactor RA-10, y acceder al 20% de un mercado internacional de radioisótopos. Que valdrá entre U$ 9100 y 24.440 millones en 2030, según quién haga las cuentas.
Alguien en Goldman Sachs o en JP Morgan las está haciendo, y mejor que yo. Por eso quieren que NA-SA se privatice antes de las elecciones.
A los zorritos, matanos mientras somos chiquitos y giles, don JP.
O te vamos a comer el gallinero.
Daniel E. Arias