YO no quiero submarinos franceses. Argentina no debe pagar un mango por ellos. Quiero torpedos submarinos robóticos armados, de observación, merodeo y ataque, desplegados en los fondos de la plataforma hasta la milla 201. Todos en «stand by», para no gastar sus baterías inútilmente.
No es una doctrina naval escrita por Flash Gordon. Existe desde el siglo pasado, sólo que aquí los almirantes no se enteran y quieren, para variar, quemar la chequera en algo que no deje un mango en industria local.
Quiero que esos torpedos se activen por hidrofonía cuando pasa una nave cerca o por arriba, y entonces desplieguen una boyita a superficie con una cámara, una fibra óptica y una antena en banda X.
Los quiero dirigidos todos desde el continente, mediante un link a un satélite GEO propio de ARSAT. El radioenlace depende de esa antena flotante. No hace falta que tenga una fibra óptica que la conecte al torpedo. Los códigos de comunicación entre la boyita y el torpedo deben ser encriptados y depender de pulsos de sonido de muy baja frecuencia. No se necesita mayor ancho de banda. Para transmitir coordenadas y recibir la orden de vigilar de modo solapado, o atacar, o de seguir durmiendo en el fondo, alcanza y sobra con pulsos de sonido.
Para mayor redundancia y no hundir tránsitos civiles, barcos propios o enemigos antes de tiempo, se identifica el barco en tierra por la emisión sónica de sus hélices y máquinas. Obviamente, los perfiles de ruido de cada barco deben estar almacenados en bases de datos (traducir como «librerías» en mal castellano).
Esos catálogos de identificación están en el continente. Sin orden presidencial, no hay ataque. A lo sumo, seguimiento. Furtivo o no, a elección del presidente (no de éste, por Dios). A veces es bueno pegarles un buen susto a los gringos, y ya.
Si la firma sónica es hostil y hay el enemigo parece preparar alguna perrada contra la Agentina, y en eso concuerdan tres torpedos dormilones por mayoría de 3 contra 2 hidrófonos, el presidente activa los respectivos torpedos por una señal vía satélite a través de las antenitas flotantes.
De ser posible, se añade un sistema de confirmación de alarma por satélites de radar en banda L, como nuestros SAOCOM 1 y 2. Están en órbita polar helisincrónica a 620 km. de altura. La tasa de revisita es más bien baja, es decir de inspección del mismo sitio del mar, es de 8 días para cada par de satélites. Se la puede disminuir mucho aumentando el número de pares de satélites.
Tener 6 u 8 satélites de observación en banda L requiere de baterías y antenas de gran potencia. Es caro, pero no tanto como comprar submarinos al pedo para que los franchutes y sus agentes locales hagan plata y la fuguen. Todo esto es difícil, pero está al alcance de nuestra tecnología. Ya lo hicimos con los SAOCOM 1 y 2.
La banda L requiere de antenas enormes. Nuestros 2 SAOCOM actuales agotan rápidamente la carga de las baterías, lo que da apenas unas 160 «fotos» del mar por día. Nada que no se pueda subsanar con baterías de iones de litio o de sodio, en lugar de las viejas de níquel-cadmio de nuestra flotita actual. Con placas fotovoltaicas de una eficiencia del 30 o 40% (chinas o chinas) la recarga de potencia puede ser mayor y más rápida.
Eso permitiría localización y vigilancia 24×7 del Mar Argentino, del puerto británico de Southampton, de la isla Ascensió, sin los cuales es casi imposible darnos una sorpresa, y de todo activo de la 4ta Flota de los EEUU en la costa oriental de La Tierra de los Bravos y Hogar de los Valientes.
¿LO HUNDIMOS O LO VIGILAMOS DE CERCA?
Si varios torpedos identifican el barco como hostil, por votación avisan a base terrestre, repliegan la boya con antena y salen a buscarlo por hidrofonía.
Triangulan su posición, eso no falla. Por cortesía hacia Su Majestad (la Tatcher no la tuvo con el ARAS Belgrano), uno de los tres drones submarinos reflota su boya óptica para confirmar y grabar el ataque, de modo que quede registrado con día, hora y ubicación.
No se trata de repetir la pavada del ataque al HMS Invincible, al que la Marina y la Aviación fajaron vuelta y vuelta en 1982, sin dejar constancia. 43 años más tarde, Inglaterra sigue negando que aquel ataque haya siguiera ocurrido, e incluso aquí hay quienes le creen.
Con un torpedo como testigo silencioso del ataque, los otros dos convergen sobre el barco.
Deben explotar bajo la quilla para sacarla del agua y romperla por el medio, nada de embestir el casco por laterales. Que ese gringo se hunda rápido y bien. Podemos ir a sacar a los sobrevivientes, si los hay, del agua antes de que se congelen. Los johnnies no tuvieron esa muestra de humanidad con el Belgrano.
We mean business. En mi barrio, «agarrate Catalina». Pero no somos turros.
Esos torpedos de vigilancia, merodeo y ataque tendrían que ser fabricados localmente, pagados en pesos, y desplegados de a centenares. INVAP y la CNEA pueden hacerlo, si Milei no los funde o los mata antes.
Exportar reactores nucleares argentinos es técnica y diplomáticamente más complicado. Pero mire, paisano, lo venimos haciendo desde 1981… y que nos echen los perros.
Estas cosas sólo serán posibles cuando el presidente Javier Milei y su actual Ministerio de Defensa se pudran, olvidados, en alguna cárcel y en el ataúd de las pesadillas y agachadas más horribles de nuestra historia nacional.
¡Viva la Argentina, compatriotas¡
Iba a añadir «Carajo» con 6 u 8 signos de exclamación. Pero ese slogan hoy huele a mierda.
Daniel E. Arias
(Por coincidencia, o tal vez no, hoy, 10 de diciembre, publicamos en AgendAR una noticia: la Marina del Brasil está desarrollando, y ensaya en un ejercicio reciente, sistemas similares a esta propuesta de Arias).


