
Si bien la intención anunciada de YPF era construir una instalación de licuefacción en la localidad de Sierra Grande, en Río Negro, ahora la prioridad es la llegada de seis buques de GNL. Daniel Arias señaló hace 9 meses, en un comentario que volvemos a publicar al final de esta nota, las razones técnicas que hacían impracticable el traslado, de Bahía Blanca a Punta Colorada por razones políticas, de la locación del proyecto original
El mercado de exportación de gas en la Argentina avanza con cada vez más empresas que aprovechan el excedente de producción de los meses de altas temperaturas para vender moléculas a Chile, Uruguay y Brasil. Por ahora, sin embargo, son operaciones hechas a través de gasoductos.
En paralelo, el sector está diseñando la llegada de varios buques de licuefacción, que permiten transformar el gas de su estado natural a líquido para ampliar el horizonte de venta a otros mercados.
Si bien la idea original de YPF era construir una planta de licuefacción en la localidad de Sierra Grande, en Río Negro, este plan viró en la instalación de buques de gas natural licuado (GNL). “En vez de ser una planta en tierra, son varias plantas offshore (costa afuera)”, dijo el presidente y CEO de YPF, Horacio Marín.
La petrolera señaló que el objetivo final sigue siendo el mismo: que la Argentina exporte 30 millones de toneladas por año (MTPA), equivalente a 141 millones de metros cúbicos día (m3/d) de gas natural para 2030. Esto significa duplicar la producción actual de gas del país e incrementar las exportaciones argentinas en US$15.000 millones dentro de cinco años.
La adquisición de buques de GNL ofrece varias ventajas con respecto a la construcción de la planta en tierra. Por un lado, da mayor flexibilidad al proyecto de exportar GNL, porque permite ir escalándolo de a poco. Además, es más fácil de financiar, ya que sólo construir la planta implicaría desembolsar al menos US$3000 millones.
“Antes era incierto saber si eran plantas en tierra o costa afuera, pero la construcción de barcos es más competitiva y más económica. Además, hay más precisión en la fecha de entrega, porque son contratos llave en mano. Esto es importante porque se le puede dar más precisión de entrega a los offtakers [clientes]”, dijeron en YPF.
Al momento ya está confirmada la puesta en producción comercial de un primer buque de GNL para principios de 2027. Se trata del proyecto que lideró Pan American Energy (PAE) -la empresa que dirige la familia Bulgheroni– junto con la compañía noruega Golar, propietaria de la tecnología.
Para ello se constituyó una nueva compañía, Southern Energy, de la cual fueron comprando porciones otras productoras. La participación accionaria se compone por PAE (40%), Pampa Energía (20%), YPF (15%), Harbour Energy (15%) y Golar LNG (10%).
Este primer buque de licuefacción, llamado Hilli Episeyo, tendrá una capacidad de producción de 2,45 MTPA de GNL, equivalente a 11,5 millones de m3/d gas.
Golar, además, está construyendo otro buque similar con capacidad de 3,45 MTPA, que podría estar disponible para finales de 2027. Esto permitiría ampliar la capacidad de exportación a 27 millones de m3/d en tres años, que significa el 20% de la producción nacional.
YPF, a su vez, está trabajando para construir cuatro buques de GNL adicionales en China: dos serían en conjunto con la empresa italiana Eni y los otros dos, con la angloholandesa Shell.
Todo el proyecto implicaría una inversión de al menos US$22.000 millones, que incluye también la construcción de plantas de tratamiento y el resto de la infraestructura necesaria, según la última presentación que hizo Marín, ante inversores en la Bolsa de Nueva York.

En caso de avanzar con todos estos proyectos, hará falta construir tres gasoductos más similares al Perito Moreno (antes llamado presidente Néstor Kirchner), desde la cuenca neuquina a Río Negro. El ducto de 36 pulgadas y 573 kilómetros de largo demandó una inversión de US$2700 millones en 2023.
Crecen las exportaciones a Brasil
En el corto plazo, y aunque todavía son volúmenes chicos, cada vez más empresas están aprovechando la infraestructura existente para venderle gas a Brasil a través de Bolivia. Luego de los anuncios de TotalEnergies y Tecpetrol, Pluspetrol también confirmó que realizó el primer envío al país gobernado por Lula da Silva.
Por ahora, son testeos para conocer el mercado vecino, atraer clientes y negociar con Bolivia el “peaje” que cobra por usar sus gasoductos para llegar a San Pablo. Las compañías aprovechan el excedente de producción antes de que lleguen las bajas temperaturas y el mercado local aumente su demanda (en invierno se espera que se frenen los envíos para abastecer el mayor consumo doméstico).
Los volúmenes exportados apenas son de 700.000 m3/d, menos del 4% de la producción total, que en febrero fue de 145 millones m3/d. Pero es un primer paso para conocer el mercado brasileño, que antes se abastecía de las reservas de Bolivia, cuyos yacimientos en los últimos años entraron en una fuerte declinación.
“Fue una prueba lo que se hizo, aún hay que lograr llegar a Brasil con precios más competitivos y hay que recorrer 5000 km de ductos”, dijo en reserva una de las empresas, que hizo referencia al precio mínimo de exportación que todavía rige del gobierno de Alberto Fernández.
A través de una resolución de la Secretaría de Energía, la administración anterior fijó el valor mínimo de exportación, que equivale al 5,5% del precio del Brent, la cotización internacional del barril de petróleo. A esto se le suman los costos de transporte en firme (no interrumpible).
Esto equivale a un valor en torno a US$4,5 por millón de BTU (medida inglesa que se utiliza en el sector). Para tener una referencia, en la Argentina se paga en promedio menos de US$3 el millón de BTU.
Otro de los desafíos hacia delante es lograr que los contratos sean “en firme”, es decir, no interrumpibles, como sucede actualmente. Esta condición obliga a cobrar más barato las exportaciones.
Al momento, solo Pluspetrol logró firmar un contrato en firme por 3,5 años con Uruguay, al resultar adjudicatario de ser el proveedor principal de la estatal Ancap, desde mayo pasado hasta diciembre de 2028. En los meses de invierno los volúmenes en firmes alcanzan picos de 400.000 m3/d, mientras que el promedio en el período estival es de aproximadamente 200.000 m3/d. La entrega es en la frontera argentino-uruguaya, en los puntos de medición del gasoducto Gas Link y en la Cámara Colón de Entre Ríos.
Asimismo, si bien se avanzó con la reversión del sentido de flujo del gasoducto del Norte, que se usa para llevar gas de Vaca Muerta a Bolivia, todavía es necesario invertir en la construcción de capacidad adicional. De hecho, todavía está pendiente la adjudicación del proyecto para ampliar el gasoducto Perito Moreno, que diseñó TGS.
Sofía Diamante
ooooo
Comentario de AgendAR:
Este comentario acompañaba la nota del 31 de julio del año pasado, en la que Horacio Marín anunciaba su intención de construir una planta de licuefacción y producir GNL en Punta Colorada, Río Negro. Aquí se dan las razones técnicas que ya decían que era un proyecto absurdo.
A Horacio Marín, director de YPF, por ahora no sabemos si creerle: su mandato es defender el RIGI como ley nacional, no la logística de una instalación industrial y portuaria compleja. Esto tiene límites más severos, fijados por la geografía de costas.
A Petronas le creeremos que elige Punta Colorada para la segunda etapa industrial y portuaria del proyecto GNL, cuando lo diga. Mientras no lo haga, puede embarcar gas natural, básicamente metano en estado gaseoso, y licuarlo en barcos especializados que tienen todo aquello que falta en Punta Colorada para pasar el gas a estado líquido y almacenarlo.
Lo que falta en Punta Colorada y deben proveer los barcos son máquinas criogénicas capaces de generar 162 grados bajo cero, agua desalinizada para enfriar las mismas, y para consumo de los especialistas y el resto de la tripulación a bordo. Estos también tienen a bordo la hotelería de ingenieros, técnicos y del resto de la tripulación, y las máquinas diesel de propulsión suministran la enorme demanda eléctrica del equipamiento. Estamos hablando de barcos que son pequeñas ciudadades industriales, no de naves chicas.
Se pueden fondear en Punta Colorada barcazas de permanentes de licuefacción, almacenamiento y trasbordo a barcos. Petronas tiene una capaz de licuar unos 6 millones de m3 de gas natural y producir con ellos 1,5 millones de toneladas anuales del producto final, GNL. La cifra sería sumamente preliminar para los planes de la petrolera malasia. En la etapa más avanzada del proyecto, Petronas quiere exportar al menos 20 millones de toneladas/año de GNL.
Esa barcaza podría operar en Punta Colorada si allí hubiera un gasoducto que trajera gas a ese punto desolado (ups, no lo hay). Para una operación preliminar, con una sola barcaza de licuefacción, habría que tirar un caño hacia el Gasoducto San Martín, que pasa 50 kilómetros tierra adentro, y conformar a los millones de clientes y usuarios finales de ese gas natural, las industrias y la población de la Región Centro, que vienen de décadas con cierres de fábricas y de apagones eléctricos en invierno o en verano, por falta de suministro.
Esta «solución» es contractual y políticamente ripiosa. Si Punta Colorada ha de exportar GNL en cantidades atractivas, debería contar con un gasoducto propio y exclusivo desde Vaca Muerta, 630 kilómetros si se sigue el trazado de la RN 22 para construirlo. ¿Pondrá la plata Petronas para esa obra? El presidente y CEO de Petronas, Tengku Muhammad Taufik, podría hacerlo si Punta Colorada estuviera menos expuesta a vientos y oleaje.
Nuestra morfología costera no es fácilmente remediable. A diferencia de la Patagonia Chilena, a su contraparte argentina la geología le otorgó -con un par de excepciones- muy pocos y muy malos puertos. Tenemos un combo de mareas extremas, fondos bajos, corrientes de marea, escarceos y una línea de costa más bien recta y aburrida, con poquísimas rías o caletas que den abrigo contra los vientos, famosos por brutales e impredecibles.
Hay malos puertos patagónicos (Comodoro, Caleta Valdés) que se sobrepusieron con infraestructura flotante de embarque. Pero sirve para trasbordar crudo, un material que además se trae de cercanías, que de yapa está naturalmente en estado líquiodo y que resulta menos difícil de manipular que el GNL. Pero Punta Colorada jamás figuró siquiera dentro de la lista chica de malos puertos.
Mientras funcionó la mina de Hierro de HIPASAM, Punta Colorada fue un embarcadero de pellets de hierro, con un muelle de acero que se aleja centenares de metros de la línea de la costa en perpendicular, buscando desesperadamente algo de profundidad. Esa inmensa estructructura de vigas tipo «truss» debía garantizar que los buques mineraleros de los ’80, raramente mayores de 30.000 toneladas, llenaran rápido sus bodegas en pleamar.
Rápido, en pleamar y además debían ser chicos forzosamente, por las limitaciones en el punto de embarque: en bajamar y con viento, las restingas rocosas tipicas de casi todas las costas patagónicas son de riesgo de encallamiento y/o de fractura de casco. Pero además, luego de rumbear para el Norte debían navegar el el Plata y luego el Paraná de las Palmas aguas arriba, hasta los altos hornos de acero de SOMISA en San Nicolás, provincia de Buenos Aires. Ambos ríos estaban dragados a menor profundidad que hoy. Estamos hablando de barcos de cabotaje modestos, no de naves oceánicas de 300 metros de eslora, 43 de manga y 12 de calado, como los metaneros grandes de hoy.
Fernando Krakowiak y Nicolas Gandini, en el número del 31 de Julio de Econojournal (ver aquí), dicen que reuniendo otras petroleras multinacionales se podrían tener hasta tres barcazas de licuefacción de gas, y sumando todas llegar hasta 11 millones de toneladas/año de GNL. Dejan dudas sobre si esto podrá suceder, porque habría que juntar con YPF y Petronas a PAE, Tecpetrol, Pampa, TotalEnergies, Wintershall Dea, Pluspetrol y CGC, entre otros protagonistas importantes en Vaca Muerta, que miden cero e incluso debajo en materia de «affectio societatis».
Sin embargo en licuar metano todo grado Celsius negativo suma: después de todo, es un proceso criogénico.
El «affectio societatis» surge sólo cuando las cuentas son buenas. Pero incluso empresas tan tecnológicamente aventureras como algunas petroleras, las que se atreven a perforar a 7 kilómetros de profundidad a 300 km. de la costa bonaerense, podrían pensar que 3 ciudades flotantes en una costa tan brava es demasiado riesgo. Tampoco sabemos si Petronas quiere semejante multitud en su proyecto con YPF, planteado inicialmente como un íntimo «Tea for Two».
Lo cierto es que en las etapas 2 y 3 del proyecto de Petronas con YPF, tal como se planificaban hasta el 10 diciembre de 2023, la licuefacción del gas natural debía hacerse en tierra, para aumentar volúmenes y bajar costos. Nada de barcazas. Plantas grandes, espaciosas, relativamente a salvo de extremos meteorológicos, bien provistas de agua potable para consumo y procesos, de electricidad, de vivienda para el personal permanente, y con una población a tiro con ingenieros, técnicos y talleres capaces de manejo y mantenimiento de grandes equipos. Hasta hace medio año, Petronas parecía estar buscando un puerto, no una base lunar.
No creo que eso haya cambiado.
Si hay industrias petroquímicas preexistentes, facilitan las cosas: implican que la ciudad ya tiene acometida de gas. Es importante tener gas si uno quiere, digamos, vender gas.
Bahía Blanca, con su Polo Petroquímico y la planta de fabricación de urea de Profértil, una sociedad mixta canadiense y de YPF, era candidata natural por descarte: reúne todas las condiciones logísticas, pese a ser un puerto a lo sumo mediocre, por sus fondos barrosos. Aún así, de Puerto White y de Quequén sale toda la cosecha granelera del centro y sur de la provincia de Buenos Aires y la de la Pampa. El puerto está ahí desde fines del siglo XIX, es «de abrigo», enorme y no hay que inventarlo. Tiene limitaciones. Como dice Ricardo Bianchi, asesor en logística portuaria: se banca graneleros de hasta 60.000 toneladas.
¿Un mejor puerto que Bahía Blanca pero en Río Negro? Madryn, tal vez, por sus aguas profundas y relativamente (subrayo «relativamente») abrigadas. Pero está en la mayor y mejor reserva faunística de la Argentina, y sostiene un negocio fenomenal de turismo receptivo internacional. Por ahora, es mejor que los europeos y asiáticos concurran a a Madryn a dejar su plata a pie de pingüino, como quien dice, en esa ciudad paga más que mandarles GNL. El turismo en Madryn ya convive a codazos con la planta de reducción de bauxita a aluminio metálico de ALUAR. No porque ésta contamine el agua o el aire, sino porque compiten por electricidad que viene mayormente de la central hidroeléctrica de Futaleufú.
En los ’90, cuando Madryn ya tenía una población permanente de más de 70.000 habitantes, ALUAR consumía el 99% del producto eléctrico de Futaleufú. Con el 1% restante, se iluminaban Madryn y Trelew. ¿Alguien dijo por ahí que el aluminio es literalmente electricidad congelada? Tiene razón. Recursos humanos capacitados en Madryn hay, por los que radicó ALUAR y los que crearon las varias metalúrgicas locales que añaden valor al aluminio en lingotes. ¿Hay lugar para terceros? No. Hay tres techos: la escasez de agua potable, la de electricidad y, naturalmente, la de gas.
Inventar una industria, un puerto y una ciudad puede ser demasiado para Petronas. Eran las cosas que hacía la vieja YPF, la que trabajaba para el país como conjunto, cuando iba fundando ciudades en Chubut y Santa Cruz, y ponía desde las viviendas hasta la electricidad, y desde los hospitales hasta las escuelas. Linda empresa, nacional y pública, como Petronas. Pero una recidivante jauría de turros la dejó vaciar a placer por unos cosos hispánicos, se recuperó medio averiada en 2011. Y aunque desde entonces YPF desarrolló Vaca Muerta, no se le puede pedir que ande inventando país en medio de la nada, como antes.
En cuanto a Petronas, hace negocios para SU país, no el nuestro.
Respecto de la falta de agua potable en Punta Colorada, en el subsuelo local no la hay. Las lluvias raramente arañan los 200 mm. anuales. Es la costa de un desierto bastante estricto. La ciudad dormitorio del embarcadero de pellets de hierro de HIPASAM era Sierra Grande, 34,5 km. hacia tierra adentro por la Ruta Provincial 5.
Sierra Grande debía abastecerse de agua por acueductos de 120 y 140 km. de longitud. El agua venía desde dos arroyitos de la Meseta de Somuncurá, también bastante desértica, pero con algo de esa capacidad de almacenamiento hídrico que dan las tierras altas. Los dos acueductos, que requerían mantenimiento intenso, lograban sumar unos 4m3 por segundo de caudal. Es algo así como 2/3 del agua que mueve el Riachuelo, ese arroyo bonaerense que separa la CABA de Avellaneda. Más limpia, obviamente.
Esa escueta cantidad alcanzaba para hacer funcionar la mina de hierro, cerrada en 1990. El excedente, cuando la mina estaba en operaciones, daba para una hora diaria de suministro a los domicilios de esa ciudad, entonces de 20.000 habitantes. Era frecuente quedarse enjabonado cuando la ducha decidía, de pronto, no entregar más agua: un blooper la primera vez, después ya no tanto. El que tenía lavarropas, debía correr hasta su casa para llegar hasta él junto con el agua.
Si Petronas se asienta allí en Punta Colorada y el proyecto avanza a las fases 2 y 3, que implican plantas industriales de licuefacción en tierra, deberá conseguirse el agua potable desalinizando agua de mar por ósmosis inversa. Es caro, es perfectamente posible, es el único modo de que crezcan las ciudades costeras patagónicas en general, pero es conjetural que la petrolera malasia quiera incurrir en semejante gasto, aunque podemos sumarlo a la carta que le escriben los chicos a los reyes magos. En cuanto a YPF, ya no está financiera o políticamente para esos bailes.
No ponemos en duda de que Petronas en unos años estará exportando cantidades modestas y preliminares de GNL de Vaca Muerta desde su barcaza de licuefacción. Pero eso puede hacerlo indistintamente de casi cualquier lugar de la costa argentina, tanto la patagónica como la bonaerense. Sin embargo, una geografía costera apta, un puerto ya fundado, electricidad, agua y gas en cantidades suficientes y una población preexistentes ayudarían mucho.
La Nación, diario al cual le creemos cada palabra, incluso la fecha, afirma que en su fase de apogeo el dúo Petronas-YPF debe llenar 400 barcos metaneros por año. Ojo, son barcos que embarcan GNL ya licuado, no chatas flotantes que reciben gas natural, lo licúan, lo almacenan y lo trasbordan a su vez a barcos metaneros muy alejados de la costa. Muy complicado. Además entre el viento, el oleaje, las corrientes de marea, las restingas, ya se sabe. Ya tenemos suficientes barcos naufragados en esas costas como para volver a exportar hierro.
Tal vez el presidente de YPF tenga previsto de adónde va a sacar el agua. Después de todo, cuando se descubrió petróleo en Comodoro Rivadavia se estaba buscando agua. Por ahí don Marín, a fuerza de buscar más petróleo, la encontró y no dice nada, para no avivar giles. ¿O tal vez se puede simplemente dejar secas las canillas de la vecina Sierra Grande, cuya población bajó de 20.000 a 7500 personas tras el cierre de la mina de hierro de HIPASAM? Podría ser, pero no va a alcanzar. Una mirada al mapa hidrográfico de Río Negro no muestra ninguna fuente de agua libre de sal demasiado cercana.
Ese caudaloso río que da nombre a la provincia, el Negro, tal vez sería una ayuda. Transporta 760 m3/segundo anuales. Pero queda medio a trasmano para acueductos. No digo que sea imposible hacerlos. ¿Alguien los pagará? Para el caso, si Petronas se aviniera a ello, por abundancia de agua dulce debería ubicar su puerto antes de la desembocadura del Río Negro. Pero ésta es bastante impracticable: el sedimento que mueve nuestro tercer río nacional, según caudal, crea barras y bajíos bastante móviles. Por algo, Carmen de Patagones es una ciudad básicamente administrativa y algo pesquera, pero no un puerto de ultramar.
Lo dicho, los buenos puertos están en Chile. Nosotros tenemos las buenas tierras y los hidrocarburos. Si esto es obra de uno o varios dioses, tienen un raro sentido del humor.
¿Y la potencia eléctrica para la planta terrestre de GNL? Río Negro tiene las cadenas de represas sobre el Limay, pero también quedan medio lejos, y habría que construir unos 630 km. de electroductos de alta tensión, siguiendo el sinuoso recorrido de la Ruta Nacional 22, la Provincial 2 y luego la Nacional 3. Si se quiere acortar camino, hay que construir y desplegar todas esas torres y cables de alta tensión sin ningún camino para camiones, todo a través de la rocosa inmensidad de la Meseta de Somuncurá. Titánico, pero dudamos de que alguien en Malasia tenga las ganas o la plata.
También hay que ver si los concesionarios de Alicurá, El Chocón, Arroyito, Cerros Colorados y Piedra del Águila están en condiciones técnicas de derivar electricidad hacia el proyecto de planta y ciudad en Punta Colorada. La demanda de la Región Centro es enorme, cada vez mayor pese a la seguidilla de recesiones, porque la tracciona la demografía. Y las que están también en recesión son las precipitaciones que alimentan los ríos del Comahue. Se han vuelto inciertas, con disminuciones drásticas en los años de Niña.
Pero además, las concesiones de esos operadores privados sobre las represas mencionadas, construidas todas por el Estado Nacional, están vencidas, y en prórroga de prórroga de prórroga. ¿Tiene valor legal lo que firmen las empresas okupas de tanta obra federal? La ilegalidad podría no detener a este gobierno (generalmente, lo atrae), y seguramente también tentaría a las concesionarias de las hidroeléctricas del Comahue. Pero es posible que no tanto a Petronas, que tiene que asegurarse un negocio blindado durante décadas.
El enigma de la electricidad en Punta Colorada se podría haber resuelto solo con una central nuclear grandota, pero la población provincial se rebeló en 2017 cuando el presidente Mauricio Macri, el gobernador Alberto Weretilnek y el subsecretario de Energía Atómica, el sociólogo Julián Gadano, le comunicaron a la provincia, vía Tweet desde Beijing, que en ese lugar la CNNC (China Nuclear National Corporation) iba a instalar allí una Hualong-1 de uranio enriquecido y 1120 MWe, y nada menos que en Sierra Grande. Los rionegrinos no tenían la menor idea del asunto. Un sociólogo, allí. Ups, parece que ya tenían uno.
Era claro que Macri seguía instrucciones de que en nuestro país no hubiera jamás una central nuclear china. Gadano, por su parte, cree que la responsabilidad del fracaso del proyecto Hualong-1 la tienen «los defensores de las ballenas». No se culpe a los rionegrinos que se movilizaron contra la central china: hoy parece buena, aunque MUY cara, pero lo central es que en aquel entonces estaba poco probada en origen. Sin embargo, lo decisivo es que aquel era un proyecto colonial. Todo el producto eléctrico se iba para Buenos Aires. La Hualong en Sierra Grande no venía atada a ninguna industria electrointensiva a pie de planta, o en alguna ciudad-puerto viable de la provincia.
La mala suerte rionegrina: cuando pinta electricidad, viene sin industria. Cuando pinta industria, viene sin electricidad.
En fin, creo que Petronas, que ambiciona un puerto de licuefacción asociado a Vaca Muerta desde 2012, hace meses que ve pasar las balas entre Kiciloff y Marín sobre su cabeza, y no tiene mayor apuro por ligarse una. Son asuntos de argentinos.
La empresa viene de un país volcánico, no sólo en el sentido geológico, y está negociando con otro incluso más inestable. A fuerza de petrolera y habituada a negocios de lago plazo con mucha inversión en infraestructura, es experta en hacer cuerpo a tierra y, como observan Krakowiak y Gandini, en mantener un bajísimo perfil. Así viene desde 2012, cuando tocó el timbre en La Rosada y preguntó adónde quedaba Vaca Muerta.
No creo que Petronas tenga mayor problema en vender un tiempo bajas cantidades de GNL con su chata de licuefacción, incluso desde Punta Colorada. ¿Puede hacerlo? Si se trae gas, no es imposible, solo carísimo. Buena suerte, tigres de la Malasia, especialmente en invierno, cuando el viento pasa de bravo a criminal.
Cuando Petronas pase a la segunda etapa, sin embargo, deberá buscarse un puerto geológicamente más decente, y preferentemente con agua, electricidad, y en una ciudad en lo posible ya construida. Es difícil bajar todo eso desde un helicóptero, aunque sea el de Santa Claus.
Hasta que Petronas diga algo algo respecto de la segunda etapa y tercera etapas, dejamos planteada nuestras dudas. ¿Saben qué, lectores? En Kwala Lumpor no van a decir nada, ni mu. No son idiotas. Reduciendo las cosas a términos políticos, libres de toda consideración de geología costera o de logística industrial, Marín a los malasios quizás ya les huele a transitorio, y Kiciloff les huele a posible.
Pero la que manda es la naturaleza.
Creemos que la moneda entre Río Negro o la provincia de Buenos Aires no es asunto de RIGI o de no RIGI, y sigue, como quién dice, en el aire.
Como el país mismo, casi siempre. Pero desde hace unos meses, ni te cuento.
Daniel E. Arias
Declaro un error involuntario en mi comentario. Cerca de Punta Colorada, ahora pasa un tramo nuevo de LAT (línea de alta tensión) de 500 kilovoltios, que enlaza la isla de Choele-Choel, sobre el Río Negro, con Puerto Madryn. Se inauguró en 2023. Agradezco el dato al Ing. Jordi Fondevila.
Esto podría resolver el problema de electricidad en Punta Colorada. Fuera de ello, para hacer un puerto industrial en ese sitio y con población residente, quedan sin resolver los temas de falta de agua potable, del fondo costero de restingas, de las grandes diferencias intermareales, de las corrientes de marea, de la falta de resguardo ante el viento y del oleaje.
Tal vez tanto dato geográfico se resista a ser modificado por decreto.