Queda claro que el campo negocia su materia prima cuando realmente necesita hacerlo. Ya sea para pagar gastos como vencimientos, salarios, insumos entre otros costos. Y en este punto la soja es el commodity que venderá más tarde. Ahora tiene un incentivo más para demorar: los $ 4 en la retención se terminan diluyendo con el tiempo.
También se demuestra que no importa el signo político de turno. No se apuraron a vender en la gestión anterior y tampoco lo hacen en la actualidad. Y es previsible: los granos mantienen su valor, y el dinero se devalúa o se gasta.
Al 29 de agosto, los datos publicados por la secretaria de Agroindustria muestran que se embarcaron 29,7 millones de toneladas de soja. Sobre una cosecha total de 37,8 millones, restan 8,1 millones por comercializar. Respecto del maíz ya se entregaron a la exportación 21 millones de toneladas lo que quiere decir que hay en el campo 22,3 millones por negociar de un campaña finalizada en 43,3 millones. A valores FOB lo que restan por llegar al Central suman u$s 6.700 millones.
Un trabajo de Pablo Adreani, director de la consultora GuruMarket destaca que con el aumento del tipo de cambio en agosto del 43%, considerando al mismo tiempo la baja en el precio de los commodities, el ingreso bruto de los productores mejoró en el equivalente de u$s 1.390 millones.
«Si le descontamos a este ingreso la perdida por baja del mercado de u$s 818 millones, en el análisis global el productor rural termina ganando el equivalente de u$s 572 millones», dice Adreani.
Es necesario apuntar que «el productor rural» es un promedio, y también en este caso una creación periodística. En la realidad, las pérdidas y las ganancias no se distribuyen por igual entre todos los que producen en el agro. Pero estos datos son necesarios para evaluar correctamente las expectativas del ingreso de divisas a la economía argentina.