La politóloga Cecilia Degl´ Innoccenti, incisiva y escarbardora, investigó las reacciones de la nomenklatura vieja y nueva ante la inminente privatización de la más redituable de las empresas nacionales, Nucleoeléctrica Sociedad Anónima. Publicado en el diario Perfil, conocido por imparcial, su artículo es como meter la mano en una bolsa de ratas.
Sin más preámbulos, vamos a las ratas.
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La privatización parcial de Nucleoeléctrica (Na-SA), operadora de las centrales Atucha I,II y Embalse, agregó un nuevo capítulo a la frenética política nuclear argentina. La medida forma parte de un conjunto, con la adhesión formal al programa FIRST de Estados Unidos y al congelamiento de otros proyectos, incluidos Atucha III y IV que habían sido negociados con financiamiento chino. En ese movimiento se lee no solo un ajuste económico o una impronta «comercial», sino una respuesta al cambio geopolítico que imprimió el gobierno de La Libertad Avanza en el corazón del estratégico sector atómico.
El giro impulsado por Javier Milei —con el asesoramiento directo de Damián Reidel, su asesor estrella en materia tecnológica y nuclear— fue interpretado por especialistas, exfuncionarios y legisladores como una «entrega de soberanía tecnológica». Críticos del oficialismo señalan que tanto la venta de Na-Sa como la parálisis del CAREM, reactor modular insignia de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), no son hechos aislados. Sino que tienen una lectura geopolítica: implica abandonar años de desarrollo local para subordinarse al «club de compradores» de tecnologías norteamericanas.
La decisión también reavivó tensiones diplomáticas de ambos lados de la grieta: tras años de negociaciones con Beijing, que ofrecía financiamiento para la central Hualong y el swap como respaldo, diez años después la Casa Rosada teñida de violeta puso en práctica su alineamiento total con Washington, que, bajo gestión de Donald Trump, relanzó su programa nuclear para usos civiles y así disputar el liderazgo ruso y chino en la materia en la región.
En esa línea, la visita de la embajadora interina estadounidense, Heidi Gómez Rapalo, al sur del país y a la sede de INVAP funcionó como gesto de respaldo de al nuevo rumbo el pasado 19 de septiembre. El broche, sin embargo, ocurrió tres días después, cuando Estados Unidos anunció que Argentina se convirtió en un «socio contribuyente», el primero de América Latina, en firmar el FIRST, una idea de Joe Biden que Trump siguió para garantizar el liderazgo norteamericano en el incipiente mercado de reactores modulares pequeños (SMR).
«Con el programa FIRST, entramos al rebaño, a una fila para comprar tecnología estadounidense que veníamos desarrollando nosotros y luego paralizamos. Es un escándalo», sostuvo Diego Hurtado, exsecretario de Planeamiento en Ciencia y Tecnología. «Se trata de sumarse a un club de futuros compradores».
La narrativa oficial habla de «eficiencia», «modernización» y «apertura al capital privado», pero en el ecosistema nuclear el diagnóstico es otro: vaciamiento institucional, pérdida de autonomía estratégica, fuga de cerebros y un guiño explícito a Washington, que busca revitalizar su presencia en la industria nuclear regional.
Mientras tanto, dentro del sistema nuclear local se multiplican las renuncias y la fuga de profesionales, en un clima de incertidumbre sobre el futuro del sector. En esa línea, el CAREM —único reactor modular en construcción en América Latina y con patente argentina— fue directamente paralizado, según explicaron fuentes de la central. Mientras tanto, el Estado planea instalar cuatro reactores ACR-300, patentados por INVAP en Estados Unidos, pero que aún estánen etapa de diseño, con inversión extranjera y sin plazos claros de ejecución.

El mapa nuclear argentino
El mapa nuclear argentino siempre fue una rareza en América Latina. Una articulación entre Estado, ciencia, industria y geopolítica que logró hitos como ser el primer país del hemisferio sur en operar un reactor de investigación (1958), exportar reactores a países como Argelia o Australia a través de INVAP, y proyectar la construcción del CAREM, el primer reactor modular pequeño (SMR) de diseño nacional. Ese ecosistema se sostenía en cuatro pilares: la CNEA (Comisión Nacional de Energía Atómica), Nucleoeléctrica, INVAP y el proyecto CAREM. Hoy, tres están en pausa o desfinanciados, y el cuarto —Nucleoeléctrica— se encamina a la privatización.
El CAREM, en particular, representa un símbolo: una central de potencia con tecnología 100% argentina, evaluada en 2023 entre las cinco más avanzadas del mundo por la Agencia Internacional de Energía. Su construcción en Lima (provincia de Buenos Aires) estaba en un 85% de obra civil, con más de 400 millones de dólares ya invertidos. Y su proyección creció en paralelo al avance de la IA, del mundo cripto que creó un mercado «interminable» de electricidad segura y limpia.
Sin embargo, hoy está paralizado. Según testimonios internos, en la empresa estatal se prohibió incluso mencionarlo. «El albertismo empezó con la expulsión de personal del sistema científico y tecnológico, con Milei se potenció dio un salto de calidad enorme. Nunca se vio el parate que hay hoy. El proyecto está completamente parado», indicaron a este medio.
Pero el corazón del conflicto del devenir nuclear argentino no es solo económico o comercial, sino estratégico. El CAREM, desarrollado por la CNEA desde 2010, es uno de los proyectos más avanzados a nivel global en SMR . «Estábamos entre los cinco reactores mejor posicionados en el mundo según la Agencia Internacional de Energía Atómica», aseguró Adriana Serquis, presidenta de la CNEA hasta diciembre de 2023. «No es inviable», dijo, en alusión a la frase de Reidel. «Tenía el 85% de la obra civil finalizada y fecha proyectada de finalización para 2028, antes que el resto de los competidores internacionales», agregó.
«En Nucleoeléctrica hasta se prohibió usar la palabra CAREM.”, sumó Hurtado en la misma línea, aludiendo a los bozales con lo s que cuentan los funcionarios que quieren llevarse bien con Casa Rosada.
De la visita de Heidi Gómez Rapalo a Bariloche a la firma de FIRST
La adhesión de Argentina al programa FIRST, el pasado 22 de septiembre, se anunció con entusiasmo desde la Embajada de EE.UU. en Buenos Aires y fue acompañada por visitas estratégicas, como la de Heidi Gómez Rápalo a Bariloche. La representante estadounidense, que oficia de embajadora interina hasta que llegue Peter Lamelas, recorrió el Instituto Balseiro, el INVAP y se reunió con el embajador rionegrino, Alberto Weretilneck, días antes

Según el comunicado oficial, el país «se suma a un distinguido grupo de socios contribuyentes como Japón, Corea del Sur y Canadá», con la meta de acelerar el despliegue global de SMRs bajo estándares de seguridad y no proliferación. Sin embargo, fuentes señalan que esta participación implica el congelamiento de proyectos propios para ceder prioridad al desarrollo estadounidense.
El llamado «Plan Nuclear Argentino» lanzado por Milei y Reidel el 20 de diciembre de 2024 —acompañados por Rafael Grossi, titular del OIEA— es, para algunos exfuncionarios, una puesta en escena. «Prefiero llamarlo el Plan Reidel más que ‘argentino’. Está basado en un reactor que aún es una patente, el ACR-300 de INVAP», agregó Hurtado, destacando el tiempo que llevará para que estén operativos (unos 5 años). La idea es que estos cuatro reactores, explica, reemplacen a la cuarta central, de capitales chinos, que está actualmente congelada por orden de Casa Rosada. Para él, lo grave es que, además del desmantelamiento, el CAREM «dejó de mencionarse en reuniones técnicas» y usar su nombre en la CNEA se volvió tabú.
En off, voces cercanas a la gestión de Reidel afirman que el CAREM fue frenado por su «falta de viabilidad comercial» y reconocen que el objetivo es «vender conocimiento» más que construir reactores. Pero desde adentro del proyecto, una fuente describe otra realidad: «Es un elefante gris, mal gestionado por todos los gobiernos«, declaró, destacando que la debacle comenzó con Alberto Fernández mientras que con el gobierno libertario se produjo un verdadero «salto de calidad» en el desmantelamiento.
El factor China: del prestigio perdido al socio descartado
El otro gran actor del drama es silencioso pero no menor: China. En 2014, durante el segundo mandato de Cristina Kirchner, Argentina tenía firmado un acuerdo para construir dos centrales: una con tecnología con patente nacional (tipo CANDU, uranio natural, agua pesada) y otra con tecnología china (Hualong, uranio enriquecido). Atucha III y Atucha IIV respectivamente. Según la lectura de ese momento, el pacto se interpretó como una jugada audaz: obtener infraestructura y fondos, pero también preservar capacidad de diseño e industria local.
Ese equilibrio se perdió con la llegada de Cambiemos al poder en 2015 y se desdibujó definitivamente con la gestión de Milei. Para Federico Basualdo, exsubsecretario de Energía Eléctrica durante la presidencia de Cristina Kirchner, el viraje no es técnico, sino ideológico. «La asociación con China no era política, era comercial», sostuvo a AM530, advirtiendo la débil posición argentina ante la escasez para financiar el sector nuclear (y la necesidad de buscar fondos afuera)..
En ese punto también coincidió Hurtado, quien describió la maniobra realizada para terminar el proyecto en ese momento: China financiaría a cambio de la venta de la central Hualong, la primera de esas características a ser instalada en la «prestigiosa» potencia nuclear latinoamericana. «Argentina no tenía para poner el 15% acordado mientras que China quedó a la espera. Gustavo Béliz no lo pidió. Fue una paralización. Tras la salida de Béliz, no se destrabo tampoco. Yo creo que el gobierno de Fernández fue sensible a las presiones de EEUU. Tuvo una política exterior débil, invirtió pero no hubo una política nuclear convergente».

La privatización de Nucleoeléctrica Argentina SA, eje del «Plan Reidel»
La disconformidad con el decreto 695/2025 que habilita la privatización del 49% de NA-SA —44% vía licitación internacional y 5% al personal— saltó la grieta y despertó alertas incluso en sectores tradicionalmente favorables a la participación privada. Julián Gadano, exfuncionario del área durante la presidencia de Mauricio Macri, advirtió en un hilo de X que «la forma y el momento son inadecuados». Aunque relativiza el concepto de «soberanía» en una empresa que «no diseña ni exporta tecnología», considera que la operación, tal como está planteada, podría terminar en un «precio ridículo» por la falta de incentivos reales para inversores sin control accionario.
Sin embargo, el punto de contacto vuelve a ser la paradoja que representa CAREM, un punto en el que el kirchnerismo y el macrismo confluyen. «La idea es generar las condiciones para atraer capitales y vender el conocimiento, el diseño. Por lo que es necesario terminar de construirlo», indicaron una fuente cercana al expresidente que siguió el tema y aseguró que durante esa gestión hubo una inversión de 400 millones de dólares por parte del estado nacional.
Reidel, por su parte, dejó en claro que no habrá inversión pública en función de la motosierra libertaria. «El financiamiento (de las centrales) vendrá de un equity extranjero», afirmó. Pero, a casi un año del anuncio del «Plan Reidel», que incluyó la paralización del CAREM y el congelamiento de la cuarta central nuclear, no hay señales de esos inversores que le prometió la figura que encandiló a Milei con sus contactos en Silicon Valley, previendo la posibilidad de que la Patagonia se transformara en un polo de IA.
En tanto, relanzamiento de la agenda nuclear argentina bajo el paraguas de Estados Unidos no solo marca un reordenamiento geopolítico, sino una redefinición profunda del rol del Estado en sectores estratégicos. En nombre del déficit fiscal, algunos denuncian que se frena una tecnología nacional en pleno desarrollo, mientras que el Gobierno, como «socio contribuyente» del programa nuclear de EEUU, destinará recursos que apuntan a posicionar a EE.UU. como proveedor global. Con un sector privado todavía renuente a invertir, sin garantías de rentabilidad ni infraestructura concreta, el plan nuclear, por ahora, más a promesa de marketing que a política de estado.
Cecilia Degl’Innocenti
Comentario de AgendAR:
El Plan Nuclear de Reidel es de salvataje de la industria nuclear. De la industria nuclear estadounidense, que está bastante más muerta que la nuestra, aunque venga tan llena, llenísima de proyectos.
Está muerta porque son proyectos de proyectos de proyectos, puru vulevú con soda, poco fierro y cero hormigón, mucho power points, canapés y cartas de intención absolutamente vacías, acciones de empresas inexistentes que sólo compra un gil a espera de encajárselas a algún otro aún más gil, y todas esas alegrías de la timba financiera.
Desde que la construcción de centrales nucleares se detuvo en EEUU, en tiempos de Jimmy Carter, las proveedoras de suministros quebraron, y los recursos humanos en diseño, fabricación de componentes, montaje y puesta en marcha se jubilaron y/o murieron. Inevitable, fueron 45 años de nada continua. EEUU cerró 18 centrales y construyó 2, pero Westinghouse tardó el triple de lo acordado en ponerlas en línea, y salieron 4 veces la mosca pactada. Un chiche, el panorama nuclear yanqui.
Por eso, al «Súbanse al FIRST», la propuesta para Argentina de los gauleiters del State Department, doña Heidi Rapalo, y el Pete Lamelas (nombres sugerentes), hay que entenderla como un «Súbanse al Titanic». Barco famoso, a su modo. Pero hay que garpar el pasaje (sólo la ida).
A esos exultantes infelices empresarios nucleares yanquis, unánimente «traders» (en Avellaneda, mesadineristas y/o chorros), los venimos a salvar como la caballería nosotros, los argentos. Perdón, no quise insultarnos, compatriota. Los están salvando Reidel y Milei. Reidel, es directamente del palo, en su prontuario brillan JP Morgan, Goldman Sachs, y otras trituradoras de republiquetas endeudadas. Milei… bueno, es Milei. No sabe mucho de finanzas ni de nada, pero al menos pergeñó una criptoestafa argentina.
Esto no los descalifica moral o políticamente, porque desde tiempos de Mauricio Macri el nivel de la nomenklatura es ése. Sin entrar en consideraciones penales, son gente muy adversa y ajena a fierros, laboratorios, investigación, industria, empleo o construcción. Tilingos light, pero con escolta diplomática heavy.
Y al Titanic que es la industria nuclear yanqui, los van a salvar… con la nuestra (gracias, presidente. Buena tuya).
COMO LA GELATINA DE PESCADO
Frente a las narices de una oposición parlamentaria firme como la gelatina de pescado (perdón, pescados), estos dos… ¿vendepatrias? (la palabra queda chica y está gastada, se entró a una etapa superior en la breve historia de la infamia argenta).
Decía: frente a las narices de radicales Green Beret (Boinas Verdes, hablan castellano pero operan para los gringos), frante a las narices de peronistas de los de poncho reversible (puzó por fuera, celeste por dentro), estos cosos van a :
- Vender Nucleoeléctrica a precio vil,
- Ya suspendieron el CAREM «sine die»,
- Y pisaron la terminación del RA-10, de cuya producción futura de radoisótopos se va a apropiar alguna multinacional como GE HealthCare o NorthStar Medical Radioisotopes a costo cero.
- Si la CNEA tuviera mostrador a la calle para vender la producción del RA-10 con marca propia, levanta a este tipo de revendedores con la pala y los tira a la basura. El mercado de radioisótopos médicos este año facturó U$ 13.760 millones. El RA-10 puede acorralar, solito con su alma, el 20% de esa torta. ¿No se alegran, Heidi y Lamelas? Tenemos tanto para darle a yanquilandia…
En resumen, el crapulaje libercriollo está mandando a desguace el Programa Nuclear Argentino de 2014. Que no que tiene un corno que ver con el de Reidel y Milei. Malo o bueno, el Programa de 2014 al menos era argentino.
El Programa Nuclear de Reidel y Milei consiste en que nos volvamos clientes forzosos de la dicharachera y devastada aunque artrítica industria nuclear yanqui. Desde los años ’70 somos exportadores nucleares y hemos fajado MAL a los EEUU en varias licitaciones de reactores. Pero ahora el FIRST nos poner a ser el salvavidas sudaca de esta manga de caídos de la palmera.
Jauretche definía la independencia económica como asunto no de cambiar de collar, sino dejar de ser perro. Reidel, Milei y su gavilla lo que quieren es volvernos el perro del perro.
Pero no hay collares con garantía, e incluso el perro del perro puede morder al amo.
Un ejemplo de ello. Muy podrida tiene que ser la cosa para que incluso el sociólogo Julián Gadano, «El Hombre Nuclear» de Macri (y de quien venga), evite salpicarse de reidelismo explícito.
Este muchacho siempre está siempre listo, como diligente boy scout de embajada, para volver a dirigir la Subsecretaría de Energía Nuclear. Posiblemente lo haga cuando la dirección actual de ese templo atómico se estrelle, junto con el actual gobierno. Puede hacerlo incluso antes, si a la nueva conducción nuclear le destapan las cloacas, y a Dios por fin le dan arcadas y decide volverse nuevamente argentino.
Pero dejemos al ganoso don Julián y vamos a los bifes. La hago cortita porque mi compañero Diego Hurtado dijo todo lo esencial, pero lo hizo -es su estilo- sin desparramar mierda. Es un caballero.
Yo no lo soy.
El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, acaba de juntar a la mesnada nuclear histórica y legítima en el Salón Dorado de la casa de gobierno, en La Plata. Y ahí dijo que está en contra de la privatización de NA-SA. Se entiende: las Atuchas I y II están en territorio bonaerense.
Si los nuevos dueños de NA-SA previsiblemente pijotean en inversión, no se construyen nuevas centrales y la provincia pierde plata. Si pijotean bastante, las centrales sin mantenimiento a la larga se paran solas, y dejan de operar. Más plata pierde entonces la provincia. Y también la Nación, de la que Kicillof podría volverse presidente, quién te dice.
Pero si las nuevos dueños de NA-SA se ponen las pilas en serio y afanan muy a mansalva, tanto como lo han hecho los propietarios de TODAS las empresas públicas privatizadas por Carlos Menem, alguna de las Atuchas por ahí tiene un quilombo técnico que ya no va a ser de disponibilidad sino de seguridad. Y del resto, se encarga la fuerza de las cosas.
Por ejemplo, se produce un incidente de grado 2 en la escala INES, que tiene 7 grados. El grado 7 es Chernobyl, ¿se entiende? 41 muertos por enfermedad aguda de radiación, 18.000 casos de cáncer de tiroides (el 90% curados), ciudades evacuadas para siempre, 3 millones de hectáreas de praderas y bosques sacadas de producción y transformadas en parque nacional por Ucrania, en fin, un megombo histórico. ¿Se entiende?
Pero un incidente de grado 2 en la escala INES sucede generalmente por la rotura de un caño y supone alguna liberación de radiación pero sin consecuencias significativas fuera del emplazamiento. Nadie muere ni dentro ni afuera de la central por un INES 2.
Pero un INES 2 cae en manos del Gran Diario Argentino y te lo vuelven un Chernobyl multimediático, te inventan muertos, obligan a vaciar ciudades habitables, entierran a NA-SA en juicios. Es el fin definitivo del Programa Nuclear Argentino En Serio. Cierren todo. Chau, Jorge Sabato, has trabajado en vano. Se van a manejar para Uber algunos miles de técnicos y profesionales nucleares que fuimos formando durante 70 años.
Bueno, la privatización de NA-SA no es estrictamente un negocio chorro menemista, tipo el Estado Nacional puso la guita, la empresa anda fetén, no tiene ningún desbole de seguridad y en 2023 ganó U$ 350 millones, fumate eso.
No señor, privatizar NA-SA es un negocio estratégico. Es buscar el incidente o accidente, cerrar para siempre el Programa Nuclear Argentino y poner a este país, hasta hoy exportador nuclear, y el que más palizas y en más licitaciones internacionales le dio a los EEUU, en un cliente «per saecula seculorum» de la chatarra nuclear estadounidense, invendible en todo el planeta por cara y por complicada.
Por eso voy a gritarle en la cara hasta despeinarlo, amigo lector, que el de Reidel es un plan de salvataje de la industria nuclear, pero hablo de la industria nucler yanqui.
Por supuesto, no hay apuro para llegar a ese resultado estratégico. Mientras no llega, la hipótesis de mínima para los futuros nuevos propietarios de NA-SA es ganar U$ 350 millones/año, como lo hizo el Estado Argentino en 2023. Probablemente mucho más que eso, porque los «inversores» (haceme reir) en cuatro añitos van a aumentar el precio al consumidor de la electricidad entre un 3000 y 3700% –
¿Por qué hago muy tranquilo esta afirmación? Porque es lo que sucedió en los cuatro añitos de Mauricio Macri. ¿A cambio de nuevas centrales eléctricas, sean nucleares, hidroeléctricas o térmicas? Un carajo. Las multinacionales simplemente facturaron más y se llevaron la guita afuera, pero una torta…
La nueva jefatura de NA-SA podría ir mucho más lejos, sencillamente porque Macri enfrentaba una complaciente oposición parlamentaria, y mucha oposición de la calle. Esta vez las cosas podrían ser distintas, y los nuevos datos son que la oposición está aún más vendida, la calle más dispersa y la represión de los descontentos empieza a ponerse salvaje. Ahora va con muertos.
Macri, volvé, te perdonamos (era un chiste).
En fin, cierro con dos datos. El gobernador que más guita y prestigio puede perder con esta privatización es el cordobés Martín LLaryora. ¿Por qué? Porque tiene Embalse, la central más segura, resistente y gananciosa de las tres que tiene NA-SA. Tiene casi 30 años de vida operativa por delante, tiene un factor de disponibilidad del 97,99%.
En plata, eso significa que trabaja a potencia máxima 358 días por año. Cerrada por mantenimiento, 7 días por año, promedio. Es una fábrica de dólares como sólo la tiene el Departamento del Tesoro de los EEUU. Si se deja de mantener Embalse y hay que cerrarla, Córdoba pierde el 86% de su abastecimiento eléctrico.
Yo no entiendo por qué Llaryora no junta su gente para impedir la privatización de NA-SA. Y es que si cierra Embalse, cierra la provincia. En realidad sí entiendo. Quiere ser presidente de la nación, y desde Macri a esta parte, es un cargo que requiere de no irritar a la Embajada, y de practicar un derechismo sumamente perruno. Mientras la recesión industrial mitigue los apagones, por ahora con ese tructo don Martín zafa.
La provincia de Buenos Aires tiene el 49% del producto bruto industrial de la Argentina, y Córdoba sólo el 8%. Si frente a un apagón de Embalse la provincia de LLaryora debería reinventar el Cordobazo, frente a un apagón de ambas Atuchas el panorama político sería bastante más… ¿la palabra es «complicado»?
Creo que el Kichi es un tanto más realista, y bastante menos pelotudo.
Lo que no entiendo es por qué no va a fondo con la milonga, y no dice -porque hay que decirlo ahora- que si se privatiza NA-SA, él la renacionaliza -y sin indemnización- en cuanto salga presidente. Si sale.
Es lo que hay que decir, porque hoy por hoy, es lo único que puede atarle la boca a los empresaurios que Milei ha convocado a comerse el Programa Nuclear Argentino. Como se sabe, los saurios tienen poca fuerza muscular para abrir la boca, y mucha mayor para cerrarla y morder.
Como mandril bien nacido, le agradezco al presidente Javier Milei por su neologismo «empresaurios», que supo en viejos tiempos de pequeño lobbista de la CGT, que no me acuerdo qué era.
Daniel E. Arias


