El INDEC informa que en el segundo trimestre de este año, con un 4,2% de caída en la economía, la actividad financiera tuvo un espectacular crecimiento del 8,7%. Retrocedieron el agro, la pesca, la industria, el comercio, transporte y comunicaciones y hoteles y restaurantes, pero volvió creció con fuerza el rubro “intermediación financiera”.
Es el sector que incluye los bancos, entidades de tarjetas de crédito, casas de cambio, agentes de Bolsa, cooperativas de crédito, compañías de seguros y demás agentes financieros.
Después de la recesión de 2016 ya venía creciendo a tasas muy superiores a las del conjunto de la economía. Pero en el segundo trimestre, de abril a junio, no solo no acompañó el desplome de la actividad sino que se expandió como no lo hizo en el período positivo anterior.
Con la corrida cambiaria y el feroz encarecimiento del crédito, los sectores vinculados a la producción retrocedieron y se acrecentó la incidencia financiera en el tamaño y valor de la economía.
Hay un peligro también para las mismas entidades financieras en este desarrollo: los niveles de interés tan altos, unidos a la retracción general de la actividad, pueden redundar en breve plazo en un deterioro de las carteras de préstamos, por una mayor tasa de mora o de incobrabilidad.