Embalse y la política nuclear argentina – 1° parte

Inicios del “revamping” de Embalse: el cambio de los cuatro generadores de vapor de Embalse, piezas de 130 toneladas cada una fabricadas por CONUAR (Pérez Companc) e IMPSA.

Dos noticias muy importantes para Argentina y su futuro en estos días. De signo opuesto. Una negativa: la compra «llave en mano» de una central nuclear de tecnología no probada -de eso AgendAR dio su opinión aquí. Otra positiva: la recuperación de la planta nucleoeléctrica cordobesa de Embalse por técnicos argentinos.

Publicamos la 1° parte de este artículo de Daniel Arias que echa luz sobre ambas.

  1. 30 AÑOS MÁS PARA LA CENTRAL NUCLEAR DE EMBALSE

En un país donde sólo la recesión impide los apagones masivos, ésta es una noticia MUY buena: como antes lo hicieron otras dos centrales CANDU en Canadá y Corea la planta nucleoeléctrica cordobesa de Embalse fue laboriosamente “retubada” desde diciembre de 2015 hasta el 7 de septiembre pasado. Ahora empiezan, minuciosos, los testeos escalonados de la puesta en marcha. Embalse vuelve.

Estará entregando electricidad a la red en la 2da. semana de noviembre, licenciada para hacerlo 25 años más a su nueva potencia nominal: 686 MW eléctricos netos. Es un 6% más que la que tenía cuando nueva, y alcanza para dar servicio a 3 millones de habitantes con un factor de disponibilidad anual previsto del 93%. Cuando se necesita, está ahí. Como debe ser la potencia “de base”.

En términos comparativos, la “utility” eléctrica cordobesa EPEC tiene 1853 MW instalados en 7 centrales hidráulicas y 8 térmicas, que están lejos de empardar la disponibilidad de la nucleoeléctrica a orillas del lago artificial de Río Tercero. ¿Funciona Córdoba sin Embalse? Desde los ’90, el cordobés de a pie pagó siempre caro el kw/h, pero desde que Embalse paró para “retubar” (fines de 2015), la vida es tarifazos y caídas de tensión. Eso sucede pese al cierre de muchas fábricas y el bajo factor de ocupación de las que resisten, en mínimos como no se los ve desde 2001. Si no hay apagón puro y duro, en horas veraniegas pico, el aire acondicionado ventila más de lo que refrigera.

En sus primeros 30 años de vida Embalse figuró entre las 10 centrales nucleoeléctricas con mayor “uptime” del mundo: un 87,6% de factor de disponibilidad desde 1984 hasta 2015. Casi no tuvo paradas inesperadas por desperfectos y las programadas de mantenimiento se cumplieron en tiempo y forma.

El aumento de 6 puntos en disponibilidad no emerge de conjeturas matemáticas sino de la performance de Point Leprau, New Brunswick, Canadá, y de Wolsong, Corea, otras CANDU 6 ya “retubadas”. 25 “años/reactor” de licenciamiento equivalen a 30 años de calendario, porque se suman paradas que inevitablemente serán más frecuentes y largas hacia finales de su segunda vida. Funcionará hasta 2048.

Cada año en línea Embalse ahorrará emisiones de dióxido de carbono equivalentes a las emitidas por 900.000 automóviles (toda Córdoba tiene 1,2 millones). En la Argentina el 64% de la electricidad es térmica, ergo contaminante doble y problema triple: por un lado disminuye la expectativa promedio de vida en las ciudades por EPOC, cáncer, trastornos inmunes y cardiovasculares. Por otro lado, contribuye al recalentamiento global. Y de yapa, nos endeuda en importaciones de gas y combustibles líquidos.

La electricidad en Córdoba seguirá siendo cara: NA-SA genera a U$ 47,5 el MW/h, bien por debajo de las nuevas eólicas, que tienen asegurados U$ 105 el MW/h por contrato y prioridad de despacho. En La Docta la incidencia de sequía del verano 2017/18 en los lagos hidroeléctricos se sumó a la ausencia de la nuclear, el pilar energético de la región Centro. Quizás este verano de 2018/19 las heladeras se quemen menos y los equipos de aire acondicionado logren enfriar. Hasta en Greenpeace deben rogar que Embalse vuelva al ruedo, aunque jamás lo confiesen: sería pésimo para el negocio.

Las CANDU 6 son buenas centrales, fabricamos su combustible desde 1984 y podríamos hacer cuantas querramos con el porcentaje de componentes locales que logremos negociar… pero despídase de ellas. Este año el gobierno descartó la oferta de una Enhanced CANDU de 750 MW financiada al 75%  a construir en Lima, al lado de las Atuchas I y II, por lo que ya se la llamaba Atucha III. China nos venía tentando con esta unidad a cambio de que le compráramos “llave en mano” una Hualong I de 1180 MW de uranio enriquecido. Esto dividió aguas en el ambiente nuclear. Unos decían: “Agarrá la CANDU, que va a tardar 5 años en entrar en línea, y después vemos”. Otros, en cambio, objetaban:

  • ¿Uranio enriquecido? No producimos ese combustible. Si llegamos a tener algún lío diplomático serio por pesca, infraestructura, deuda o lo que sea con China… es apagón.
  • No hay experiencia con las Hualong I ni en China, donde se está terminando el primer prototipo. Tal vez sea excelente pero antes debería mostrarlo en origen. Es una compra a ciegas.

De todos modos, a fines de 2015 era lo que estaba pactado con el gobierno chino y la CNNC (Chinese National Nuclear Corporation), que se compró prácticamente el “franchising” de CANDU. Pero desde que asumió el presidente Mauricio Macri, su ex ministro de Energía y sus sucesivos cancilleres frenaron con distintos argumentos el arranque de obra de Atucha III, hasta que en mayo de 2018 finalmente la descartaron. Basta de CANDU.

Van “de cabeza” por la Hualong I, con una compra “llave en mano” que habría sido vergonzosa en los ’60, cuando no teníamos ninguna experiencia en centrales nucleoléctricas, pero 60 años más tarde es inadmisible. Piensan dejar todo firmado con Xi-Jinping el 2 de diciembre, cuando haya terminado la Cumbre del G20 en Buenos Aires. El próximo gobierno, acogotado en deudas, difícilmente tenga margen para renegociar esta agachada. Sobre esto, AgendAR fijó posición aquí. Y la expresidente de la CNEA, Norma Boero, opinó lo siguiente.

CANDU Energy pierde, pero la CNNC exulta: les faltaba ver un pescado que escupa la carnada para tragarse directamente el anzuelo.

2. ¿Por qué la extensión de vida útil de Embalse?

Embalse con nuevo look: construcción anexa y 6 generadores diésel para refrigerar el núcleo.

La pregunta ya quedó muy contestada: “descarboniza” un poco nuestra matriz energética y la emisión de gases invernadero del país y de Córdoba, además de dar estabilidad eléctrica al centro del país. Pero hay otras respuestas.

¿Cuánto pagó China a fines de milenio por 2 CANDU 6, Qinshan 4 y 5? Son versiones modernizadas de Embalse previstas para durar 60 años. Las compró CNNC (China National Nuclear Company) con el cambio de milenio y le costaron unos U$ 4000 millones por pieza. Con la inflación del dólar da U$ 5600 millones de hoy, sin contar costos futuros de retubamiento.

Hechas las cuentas, los U$ 2150 millones pagados por el retubado y repotenciación de Embalse son razonables. Lo que alivianó la factura es que casi toda la obra se hizo con empresas, componentes y personal argentinos, en pesos y sin exportar dólares, salvo casos inevitables. La lógica era fortalecer la industria local y los recursos humanos de NA-SA para luego derivarla a Atucha III.

En ocasión del retubamiento, los contratos de Embalse se limitaron a CANDU Energy por asesorías, y Mammoet (holandesa) por mover componentes gigantes, como los generadores de vapor. Las piezas de reposición se hicieron íntegramente en el país (CONUAR hizo los tubos un “U” de incoloy, IMPSA los cartuchos). Y Mammoet, que en holandés significa muy adecuadamente “Mamut”, coreografió el intrincado ballet de 2500 toneladas de máquinas y componentes en el interior del edificio de contención. Vale la pena ver un video de esa paquidérmica danza de fierros gigantes y humanos diminutos:

www.youtube.com/watch?v=BuwORx0g0c8

Pero a la hora de pagarle a los humanos diminutos, el 97% de ellos eran compatriotas. ¿Se entiende de qué iba la cosa? La plata del retubado quedó mayormente en casa.

Todo iba de acuerdo a planes cuando nos cayó la “inexplicable” decisión presidencial de cajonear Atucha III, un clon muy modernizado de Embalse como toda Enhanced CANDU. NA-SA con su experiencia y la heredada de la vieja Dirección de Centrales Nucleares de la CNEA la podría diseñar, fabricar y montar a ojos cerrados. Lo inexplicable se explica así: el State Department no ve con alegría que Argentina sea cabecera de desembarco en Sudamérica de China como oferente nuclear. Ni siquiera en un aséptico plan inicial de financista.

En su rivalidad por controlar políticamente la región, EEUU y China tienen un interés común negociable: ninguno de ambos países tiene interés en que la Argentina tenga diseño propio en centrales medianas del rango 700 MW. Desde que INVAP hizo autónoma a Argentina en reactores de investigación, EEUU perdió en todas las licitaciones en que se presentó contra la firma barilochense, salvo una (Tailandia).

Y no es que en materia de centrales nucleoeléctricas, animales muy distintos de los reactores de investigación, los EEUU tengan fierros competitivos: arriman por tecnología, pero lo que es por costos, se cayeron del ring en los ’80 y lo saben.

En este nuevo milenio, las divisiones nucleares de las dos mayores empresas eléctricas estadounidenses fueron de aquí para allá como valija de loco. Westinghouse, la inventora en los ‘50 del reactor presurizado con uranio enriquecido (PWR, Pressured Water Reactor), con más de 260 unidades propias o copiadas bajo licencia en mundo, en 2006 fue comprada por Toshiba en apenas U$ 5400 millones, precio menor al de una unidad PWR típica. Parece como canjear un “feedlot” por un asado, pero este año la firma japonesa declaró quiebra y revendió Westinghouse a Brookfield, una ignota propietaria canadiense de edificios y shoppings con una división de ingeniería, por U$ 3680 millones: media parrillada.

General Electric, otro ícono nucleoeléctrico, tras pagar buena plata por la compra de su competidora francesa Alstom, tuvo que hacer joint-venture con Hitachi. Parecía que se comían el mundo, pero empezaron a acumular balances en rojo y ahora ambas acaban de revender GE-H a la BWXT, la vieja Babcock & Wilcox nuclear más un astillero canadiense.

Mientras China, Rusia y Corea se vuelven los nuevos grandes jugadores globales, el átomo yanqui es un Lázaro que NO resucita ni en su casa. Pero hay guerra comercial y Washington tiene que marcarle a Beijing la cancha sudaca, y de paso también aclararle a Ottawa y a Buenos Aires que aunque el Tío Sam ya no tenga grandes figuras y cero “jogo bonito” en cancha argentina, todavía dirige la FIFA. Bueno, eso cree.        (Continuará)

Daniel E. Arias