Las LELIQ o Letras de Liquidez son títulos emitidos por el Banco Central. Fueron ideadas en el mes de agosto pasado por su ex titular, Luis Caputo, pero ahora el nuevo presidente, Guido Sandleris, las utiliza como su instrumento preferido para «secar» la plaza de pesos.
Tienen un plazo de siete días y sólo pueden comprarlas los bancos. En eso se diferencian de las LEBAC, que tienen un plazo mínimo de 28 días, y en las que pueden invertir personas físicas, personas jurídicas y entidades financieras.
Desde el 11 de enero, el BCRA comenzó a colocar estas letras, que se licitan diariamente, como los pases pasivos. Así, cada vez que los bancos consideran que tienen liquidez excedente, pueden volcarse a este instrumento.
Un punto en común con las Lebac, es que las Leliq también cuentan con un mercado secundario, lo que las diferencia de otro instrumento financiero, los pases bancarios. Es decir, que los bancos que compran Leliq o Lebac pueden volver a venderlos si necesitan el dinero. Esto las hace más líquidas, y le brinda una mayor flexibilidad al sistema financiero en general, para el manejo cotidiano.
El Banco Central les permite a los bancos usar parte de estas letras para cubrir el encaje exigido, y en general estimula su uso. El motivo aducido es que es necesario «desarmar la bomba» de las Lebac, de la que se responsabiliza, en voz baja, a Sturzengger.
En AgendAR no entendemos la ventaja de reemplazar un título que vence cada 28 días por uno que vence cada 7, por el cual el Estado está pagando tasas cada vez mayores. Pero tal vez no estamos al tanto de las últimas teorías monetarias.