Las cifras que da el Tribunal Supremo Electoral (TSE) de la elección de ayer en Brasil arrojan el 46,10% de los votos al candidato Jair Bolsonaro. El segundo es Fernando Haddad, el elegido por Lula para competir, con 29,19%. Los otros candidatos, figuras tradicionales de la clase política brasileña, Ciro Gomes, Gerardo Alckmin y la ecologista Marina Silva, quedaron muy atrás, en un desmoronamiento de las estructuras políticas instaladas.
Esto quiere decir que el domingo 28 de octubre se dará la segunda vuelta, entre Bolsonaro y Haddad. Pero, en principio, parece muy difícil que el candidato del PT pueda remontar la diferencia.
Se puede hablar de un Donald Trump recargado: un candidato prácticamente desconocido hasta poco tiempo antes de su campaña presidencial, enarbolando un discurso ofensivo para la corrección política convencional y los valores aceptados públicamente por la sociedad, se impone en el marco de un rechazo a «los políticos». Pero Brasil no es EE.UU.
A los argentinos, en este caso, sólo nos cabe esperar los acontecimientos. Eso sí, debemos tener presente que Brasil es el principal cliente de nuestras exportaciones -con un 15,9%- y nuestro principal proveedor -un 26,7% de las importaciones (cifras de 2017).
Y para Brasil, Argentina está tercero en ambas categorías, después de China (1°) y EE.UU. (2°).
Esto significa -como lo hemos visto en las tres últimas décadas- que, con cualquier gobierno en los dos países, los lazos económicos entre ambos son poderosos y permanentes.