El Ministerio de Hacienda informó que se autoriza a la Compañía General de Combustibles (CGC) a exportar gas natural a Chile.
Desde esa cartera señalaron que esta será la primera exportación desde la cuenca neuquina, lo que se suma a la producción récord del mes pasado de Vaca Muerta, con lo que «la Argentina comienza a recuperar el autoabastecimiento perdido en los últimos años».
«Gracias al incremento de un 200% en la producción de gas, estamos logrando revertir nuestro déficit energético y posicionar a la Argentina como un exportador de hidrocarburos, lo que aportará mayores divisas a nuestro país y nos permitirá ir reduciendo el costo interno de nuestra energía», expresó el ministro Javier Iguacel.
El costo, sin embargo, no parece estar reduciéndose en absoluto para el usuario final al menos en este país. Y habida cuenta de que el 40% de los argentinos carecen de gas de red, el país que está recuperando cierto abastecimiento es Chile.
Más allá de eso, en AgendAR nos sentimos obligados a señalar un riesgo estratégico: la extensión en superficie de la formación de esquistos («shale») en Vaca Muerta es enorme, casi toda la superficie neuquina. ¿Pero y el espesor? Es raro que los esquistos de «shale gas» tengan el espesor geológico de un reservorio convencional poroso. Volumétricamente, se suelen vaciar rápido, si uno se guía por la evolución de los primeros del mundo en ser explotado, los ubicados en EE.UU.
Los argentinos tenemos una experiencia negativa: Al finalizar el mandato de Alfonsín, en 1989, la duración del yacimiento de Loma de la Lata estaba estimada en 60 años, con una proyección del 6 o 7% de crecimiento continuo del PBI.
La exportación masiva a Chile durante las presidencias de Menem despresurizó Loma de la Lata en una década. Cuando cayó De la Rúa, el yacimiento ya estaba liquidado. Esta historia no debe repetirse.