En la ciudad correntina de San Roque todo el mundo conoce a Leonardo Amarilla. No sólo trabaja como profesor de Biología en la Escuela Normal «Juan García Cossio», sino que además inspira a sus alumnos a hacer investigaciones que dan la vuelta al mundo.
Esta semana, algunos de sus alumnos viajaron a Japón para presentar los resultados de su último trabajo “Lo que se viene después de las inundaciones”.
«Con un grupo de casi 120 chicos recorrimos todas las zonas afectadas durante las últimas inundaciones, entrevistamos gente, hicimos un censo con 8.500 habitantes de zonas inundables y confeccionamos un monitoreo socioambiental que resulta clave para conocer el territorio y estar preparados para futuros desastres», cuenta el profesor Amarilla.
Los chicos comenzaron a trabajar en el tema tras las inundaciones de 2016 y 2017 que azotaron a la provincia. «El río Santa Lucía, que está en un margen de la ciudad, alcanzó su pico histórico en mayo del año pasado. Los bomberos, la Municipalidad y agentes sanitarios se movilizaron mucho para ayudar, y creemos que la escuela también debe participar», relata Amarilla, quien con 39 años de edad estudió desde jardín de infantes en «la Normal» y, al recibirse de docente, inmediatamente empezó a dar clases allí.
Esa idea de abrir las puertas de la escuela para generar investigaciones que sirvan a la comunidad es la piedra angular de los proyectos desarrollados por este grupo de investigación. «La idea es formar personas preocupadas por su comunidad, salir del ámbito educativo e ir al comunitario». Muchos de los estudiantes que en esta oportunidad salieron a investigar, un año antes habían estado haciendo tareas solidarias con los inundados.
Todo ese esfuerzo les valió esta última invitación para disertar en Japón, convirtiéndose así en los primeros representantes de la Argentina en participar de un encuentro internacional de estas características. El grupo está compuesto por Leslie Benítez, María del Pilar Monzón, Athina Vallejos, Enrique Aquino y Guillermo Montiel, de entre cuarto y sexto año.
No es la primera vez que los alumnos de Amarilla son distinguidos por la calidad de sus trabajos. En 2005 y 2006 viajaron a Estocolmo para participar por el Premio Nobel de Agua, convocatoria que se repitió en agosto de este año.
En esta oportunidad, antes del viaje, los chicos fueron recibidos por el embajador de Japón en nuestro país, Noriteru Fukushima. «Se ha invitado no sólo a los alumnos de los países que sufren tsunami sino también a países que padecen otros desastres naturales, porque creemos que compartir ideas y experiencias ayuda a prevenir. En este caso, si bien el tsunami es un suceso distinto a una inundación por lluvia, hay puntos en común en los que se puede aprender de ambas experiencias», sostuvo el embajador.
«Las inundaciones son la peor amenaza en términos de desastre para la Argentina. En la escuela nos planteamos los objetivos de investigar posibles acciones que nos permitieran tomar conciencia y prepararnos para futuros desastres. Es por eso que se formó un equipo de trabajo integrado por estudiantes, docentes, bomberos y trabajadores de salud comunitarios, para monitorear la región afectada, hablar con la gente y reunir información sobre los principales problemas relacionados con esta situación. Realizamos encuestas y creamos una base de datos con información relevante, como el número de personas y casas afectadas, el tipo de ayuda recibida y todo lo que tenemos que mejorar para el futuro», consignaron en el trabajo.
Hace 13 años, alumnos de Amarilla habían realizado una investigación que consistía en buscar un modo natural de controlar el crecimiento de la población del aedes aegypti, el mosquito transmisor del dengue.
«En la escuela tenemos un grupo muy fuerte en educación ambiental. En 2005 trabajamos con la problemática del dengue, que nos afecta mucho. Los chicos investigaron sobre un insecto que habita esta zona y que come larvas de mosquitos. Obtuvieron el primer premio y se fueron a Estocolmo», recuerda, orgulloso, el profesor.
Al año siguiente, mejoraron la investigación y se enfocaron en un tipo de pez muy efectivo para esta tarea: «La tararira negra se usa aquí como carnada y se puede comprar una bolsita por 20 pesos, no es que la gente tiene que ir a pescar. La idea también es que cada uno pueda tener su pecera, si quiere, como forma de control biológico. Pero obviamente que si en el fondo de su casa tiene cacharros con agua, esto no sirve. Es un complemento a las tareas de prevención y educación que ya se realizan».
Ahora, «el profe», se quedó en Argentina y los chicos viajaron con una profesora de inglés de la escuela. Eso sí, Amarilla armó un video con imágenes de San Roque y toda la provincia de Corrientes para que los chicos muestren durante su exposición. «Siempre trabajamos de manera interdisciplinaria y somos muchos los profesores que estamos acompañando a los alumnos para que puedan representar bien al país», cuenta, orgulloso, el docente, mientras espera el regreso de sus chicos para emprender la próxima investigación.