La mayoría de las empresas argentinas están cerrando sus balances en rojo. Arcor es una de ellas y entre las alimenticias es de las más golpeadas. De enero a septiembre acumuló pérdidas por algo más de $ 6.200 millones. Un año antes ganaba $ 1.084 millones.
Fue el trimestre de julio a septiembre el más negativo: sólo en ese período perdió más de $3.700 millones. Para lo que queda de 2018 las perspectivas son todavía más negativas por lo que la empresa cerraría uno de los peores balances en su historia.
Según explica Arcor el resultado del ejercicio «fue afectado por el comportamiento de ciertas variables macroeconómicas, principalmente con el impacto en Argentina de una fuerte devaluación de la moneda y una aceleración en los niveles de inflación».
Para hacer más clara la situación: si bien la empresa exporta parte de su producción, el grueso de su negocio está en el mercado interno que aporta alrededor del 70% de sus ingresos.
Yendo a los números: En eso 9 meses Arcor facturó algo más de $ 49.900 millones; un año antes vendía por $ 35.400 millones. Creció un 40% interanual. Aceptable: acompañó la inflación.
Otras variables como costos de comercialización y administración crecieron entre el 30 y el 40%. Pero los «Gastos Financieros» pasaron de $ 1.998 millones en 2017 a $ 13.213 millones de este año. Crecieron más del 500%.
En ese rubro entran los intereses de deudas, obligaciones y bonos, además de pérdidas por diferencias negativas de cambio.
También se registra el fuerte incremento de los pasivos financieros de la empresa: de un año al otro pasaron de $ 30.200 millones a más de $ 56.900 millones; se incrementaron un 68,5%. El ítem que más creció fue «Prestamos»: a septiembre de 2017 sumaba $ 21.000 millones y en el comparativo interanual subió a $ 41.200 millones. Un endeudamiento parecido al del Estado argentino.
Más allá de los detalles: algo no cierra en la economía argentina cuando una empresa alimenticia pierde sumas enormes mientras ganan los inversores especulativos y los contratistas del Estado.