AgendAR está comprometido a informar, opinar y defender en el tema de la producción argentina. Como tenemos pensamientos y posiciones diferentes en muchos temas, nos concentramos en aquello en lo que estamos de acuerdo.
Pero también somos ciudadanos argentinos, y eso es un compromiso. A la cabeza del comité editorial, me siento obligado a expresar una posición sobre lo que pasó ayer, en la «superfinal» que no fue.
Ha sido un bochorno, sin duda. No corresponde cargar las tintas sobre la «sociedad»; hay una cuota de fanatismo gratuito, y un sector de lumpenaje violento, al que no se cuestiona cuando no aparece en los medios. Pero eso sucede en muchos, muchísimos países; la anomia es de las sociedades modernas en general, no de la nuestra en particular.
Hacer responsable a la «sociedad» disimula, oculta la responsabilidad de los dirigentes, que están para enfrentar y acotar la violencia gratuita y el delito violento, o son estafadores de esa sociedad que les paga y les da privilegios. Los dirigentes deportivos y los funcionarios a cargo de la seguridad pública, y quienes deben supervisarlos, han fracasado vergonzosamente en sus tareas, en una ocasión no tenía nada de imprevista.
Hay algo más que debe decirse: el desempeño de las fuerzas de seguridad fue lamentable. Y eso apunta a un problema más general, más allá de la falencia de quienes están por arriba de ellas que señalamos recién. Un país no puede tener fuerzas de seguridad eficientes y profesionales si no está dispuesto a pagarles muy bien y a ofrecerles una carrera, un lugar en la sociedad digno y una disciplina estricta.
Todo eso debe ir junto. De nada sirve pagar buenos sueldos, si no se logra un espíritu de cuerpo en las fuerzas y, fundamental, un control externo severo. Impedir que se financien «por izquierda», como con demasiada frecuencia el poder político lo permite o se aprovecha.
Se trata de conceptos sabidos, nada originales, y no valdría la pena repetirlos si no fuera que en el mundo empresario y profesional de nuestro país -adonde pertenecen la mayoría de los lectores de AgendAR- es un lugar común quejarse de los impuestos y del «gasto público improductivo». La educación, la salud y la seguridad son las funciones básicas del Estado. No cabe el ajuste en ellas, y sí la exigencia.
A. B. F.