En AgendAR hemos mantenido una actitud de reserva frente al desarrollo de las criptomonedas. Por un lado, reconocemos las posibilidades de la tecnología blockchain. Por el otro, la suba de su precio mostraba todas las características de una burbuja. Hace meses, publicamos un artículo del conocido economista Nouriel Roubini que decía, sin vueltas, “Las bitcoin son una estafa”. Ahora que un emprendedor argentino pronostica un futuro auge, resumimos y acercamos una nota, más equilibrada, de Cale Guthrie Weissman.
«La cotización de bitcoin y el negocio de las criptomonedas se hundieron este año, tras un auge deslumbrante en los últimos años. El precio de la moneda digital alcanzó casi los US$ 20.000 un año atrás y a inicios de 2018 empezó a caer. Siguió luego cayendo, aunque hubo algunas mesetas. Hoy, el valor se ubica un poco por arriba de los US$ 3000. ¿Qué sucedió? ¿Habrá una recuperación?
Para responder, hay que analizar unos cuantos factores:
La burbuja
Al igual que en anteriores burbujas, el factor decisivo fue emocional. Estaba el FOMO (en inglés, fear of missing out, temor a perderse la cosa). El bitcoin se convirtió en una fiebre internacional, sin un motivo concreto. Y cuando la burbuja estalla, el FOMO se convierte en temor a perder, lo que lleva a una caída rápida.
Una característica de esta burbuja digital, que funcionó como alerta temprana, fueron los hackeos. En 2016, DAO -una organización de blockchain basada en Ethereum- tuvo pérdidas por US$ 50 millones, por un error técnico que alguien aprovechó. A algunos, el hackeo comenzó a parecerles algo normal. A fines de 2017 y comienzos de 2018, más gente -en el establishment financiero- prestaba atención a las operaciones con criptomonedas. Y a inicios de 2018, el mercado japonés Coincheck informó de un hackeo por US$ 534 millones.
Según Stephen Innes, jefe de operaciones en Asia para la agencia de cambio Oanda, los hackeos fueron el primer elemento con efecto depresivo sobre las criptomonedas. Al enterarse de los montos de dinero que los ladrones lograban llevarse, «los consumidores quedaron muy preocupados de que su dinero pudiera desaparecer». Luego del hackeo a Coincheck, gobiernos de Asia oriental comenzaron a intervenir. En pocos meses China, Japón y Corea del Sur anunciaron medidas para regular mejor las operaciones.
En EE.UU., el CEO de JPMorgan, Jamie Dimon hizo comentarios expresando su antipatía por las criptomonedas. Y Warren Buffett tampoco habló bien. Y hubo mucha especulación respecto de que el gran auge de bitcoin pudo haberse debido a una maniobra de «inflar y abandonar». Una teoría que, según se dice, está analizando el departamento de Justicia de Estados Unidos. Es que la moneda digital Tether (supuestamente atada a la cotización del dólar para lograr una criptomoneda menos volátil) fue usada para manipular el mercado de bitcoin y causar una gran suba del precio.
Sin soporte institucional
Otro golpe -probablemente tuvo el efecto más sostenido- fue la negativa de la SEC (Comisión de Bolsa y Valores de EE.UU.) a aprobar un fondo en bitcoin negociado en bolsa. Esta habría sido una vía para que más gente de peso en las finanzas hiciera su experiencia con blockchain. Y habría logrado que bitcoin estuviera disponible en los mercados más importantes. La no aprobación de la SEC contuvo a las criptomonedas y transmitió el mensaje «de que no había apoyo de Wall Street».
Batallas internas
En 2018 se dio la pelea con el bitcoin cash. Esta moneda no es bitcoin, aunque se basa en la misma arquitectura. Fue creada por mineros que estuvieron en desacuerdo con algunos de los fundamentos del sistema inicial de bitcoin. En términos de capitalización de mercado, bitcoin cash siempre fue una de las principales criptomonedas, con Ethereum y XRP. En el segundo semestre la comunidad de bitcoin cash comenzó una guerra civil. Los desarrolladores tenían visiones divergentes sobre la actualización del software y, por tanto, decidieron implementar otra «bifurcación dura». Esto creó dos nuevas sectas de bitcoin cash. Esa división es lo que muy probablemente causó que bitcoin cayera de unos US$ 6000 a entre US$ 3000 y US$ 4000.
Las criptomonedas tocan fondo. ¿Habrá recuperación?
Michael J. Casey, asesor de investigaciones sobre blockchain de la Iniciativa de Monedas Digitales del MIT, escribió que ha llegado el criptoinvierno, pero puede llevar a cosas mejores más adelante. La buena noticia es que la fascinación con las criptomonedas se disipará, y al apagarse los reflectores, los verdaderos desarrolladores se encontrarán en un ambiente más sano dentro del cual hacer el trabajo necesario para destrabar el potencial de esta tecnología».