Con tasas que superan el 50%, un dólar inestable y la inflación que no cede, el periodista de BAE Merino Soto adelanta que los productores rurales retendrán granos para financiar la próxima campaña 2019/2020.
«Lejos estarán de comprar alguna pick up, y ni pensar en adquirir maquinaria agrícola para el trabajo diario».
Esta visión pesimista está confirmada por los números de comercialización de soja que publica la Secretaria de Agroindustria semanalmente. Hasta el 13 de febrero, las ventas del poroto ascendían a 5,7 millones de toneladas, un 33,7% por debajo de los 8,6 millones de hace un año.
«Sobre una cosecha de 52 millones de toneladas de soja, hoy el productor solo tiene vendido un 10%, de los cuales un 3% se hizo bajo la modalidad a fijar precio», señaló desde la consultora PBY Agro, Gustavo Picolla.
Es entendible. El precio de la soja a mayo próximo, mes en que el campo debe entregar parte de su mercadería, cotiza a u$s 239 la tonelada. Hace un año se pagaba a 318 dólares. La baja es del 25,5%.
«No hay duda de que en el actual clima financiero crediticio, el productor va a guardar su mercadería porque se va a tener que autofinanciar para la próxima campaña empezando por el trigo», dijo el consejero de Coninagro, Marco Giraudo, quien agregó: «Esto significa vender a medida que va viviendo, es decir que si hay un buen precio en algún fertilizante, compra, lo mismo en semillas, combustible, es una cuestión de oportunidades».
Giraudo reconoció que «todas las ventas y compras de insumos no se hacen de una sola vez en mayo sino que se extenderá hasta diciembre en la medida de lo que se va necesitando».
En la misma línea el presidente de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (CARBAP), Matías de Velazco advirtió que «las ventas que se vieron últimamente de vientres de hacienda es porque no hay plata, con lo cual se debe echar mano a lo que sea».
El panorama es complicado. Si hay una buena cosecha de soja, falta todavía un mes y medio, igual el productor quedará con poco capital de trabajo puesto que viene con una deuda atrasada del año pasado. Si bien la campaña de trigo fue buena y la oleaginosa viene en óptimas condiciones hay zonas como Buenos Aires y Córdoba donde persiste la sequía.
En definitiva no se ve a los productores invirtiendo. Hoy ya hay una recesión en las localidades del interior del país producto de una industria que está frenada. Pese a los 19 millones de toneladas de trigo, los pueblos están parados.
En este sector, en AgendAR nos vemos forzados a repetir lo que estamos diciendo desde hace un año de la economía en general: las altas tasas de interés tal vez acabarán con la inflación -como plantea la teoría económica a la que se aferra el gobierno. Pero antes acabarán con todas las actividades productivas.