En mayo de 2017 la empresa de capitales chilenos Cencosud -propietaria de los supermercados Jumbo, almacenes y centros comerciales en toda América Latina- anunció la construcción de un nuevo shopping center, con tres torres de 14 pisos cada una, más seis edificios de departamentos de cuatro niveles, otros dos edificios con locales y oficinas. Más una plaza pública lineal y dos calles que agilizarían la comunicación entre el norte y el sur del partido de San Isidro.
El complejo se construiría en Beccar, en un terreno donde había existido una planta de tratamiento de residuos cloacales de Obras Sanitarias. La inversión total iba a ser de 600 millones de dólares.
La venta del terreno, concretada alrededor de 1999, se hizo con la condición que el comprador realizara un proyecto urbanístico en un plazo menor a 10 años desde la compra, según la Agencia de Administración de Bienes del Estado. Si no, la propiedad debía volver al Estado.
Pasaron cerca de 20 años hasta que, finalmente, la AABE reclamó la devolución del terreno, tras constatar que no se había avanzado en el proyecto. La compañía respondió que había cumplido, al destinar el proyecto “al desarrollo del plan urbanístico ofertado». Pero… «normas provinciales y municipales contradictorias le impidieron avanzar en el proyecto».
El asunto ahora sigue en los tribunales, y en el terreno lo único que hay es una construcción que “aparentemente pertenece al Ferrocarril Mitre”. Lo cierto es que el megaproyecto que se anunció con gran despliegue en 2017 aparece cada vez más lejos.
En AgendAR decimos que los proyectos inmobiliarios son de gran importancia para estimular la economía y crear empleo. Pero, no crean por sí mismos prosperidad. Dependen, justamente, de que en la sociedad haya bastantes individuos y familias prósperas para que exista un mercado para esos inmuebles.