La segunda cumbre entre Donald Trump y Kim Jong-un tuvo un final abrupto. Hay incertidumbre el futuro del proceso de «desnuclearización».
Después de una «venta anticipada» por parte de Trump de la simpatía mutua con Kim, que iba a permitir levantar las sanciones y asegurar un futuro brillante a Norcorea, y la sintonía mostrada en la jornada anterior, el desencuentro entre ambos líderes tomó de sorpresa a los observadores, que al menos anticipaban un compromiso mínimo para que los dos contaran la cumbre como un éxito.
El presidente de EEUU dijo que Corea del Norte «quería que le retirásemos de golpe todas las sanciones y no podemos hacer eso». Probablemente pagará un costo político por lo que aparece como un excesivo triunfalismo previo.
La estructura política que encabeza Kim Jong-Un es más rígida, pero no es creíble que haya viajado dos días en tren -no confía en los aviones- hasta Hanoi para este fiasco.
A partir de ahora, los observadores -y los inversores- centrarán su atención en las negociaciones comerciales entre China y EEUU, que deben cristalizar en algún tipo de acuerdo a lo largo del mes de marzo.
El secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, ha comentado a la CNBC que «el acuerdo aún no está hecho, pero hemos avanzado mucho». El dirigente, uno de los líderes de las negociaciones, ha añadido que «todavía tenemos más trabajo que hacer y esperamos avanzar este mes».
Si todo va según lo previsto, Donald Trump y Xi Jinping se reunirán a finales de marzo en Florida para, se afirma, sellar un acuerdo definitivo. Hay materias donde serán difíciles armonizar intereses, sobre todo en lo que respecta a la transferencia de tecnología y a la propiedad intelectual.