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Martín Wolf es un columnista estrella del Financial Times, el diario de negocios de Gran Bretaña, y del mundo financiero. Y no es admirador incondicional de China. A comienzos de este año, decía que China ha tenido 4 décadas de un crecimiento espectacular, sin paralelo en la historia. Pero tal vez había llegado al punto donde las curvas se aplanan y surgen los problemas.
Hace pocas semanas, en su visita más reciente al gigante, recibió una información que le hizo pensar que surgen otras curvas, apuntando hacia arriba. Y lo dejó algo asustado. No tanto por China, sino por las potencialidades que surgen. Pero el mundo europeo puede vacilar ante ellas. Es más difícil que China retroceda).
«A fines de marzo asistí al Foro de Desarrollo de China (CDF, por sus siglas en inglés) por novena vez. La visita estimuló mis recientes observaciones sobre la economía y la política de China. Pero lo que la hizo más valiosa fue que asistí a una reunión con Kai-Fu Lee, el ex presidente de Google China y actualmente capitalista de riesgo líder en el área de tecnología china. Lee me regaló un ejemplar de su nuevo libro, AI Superpowers: China, Silicon Valley and the New World Order (Los superpoderes de la IA: China, Silicon Valley y el Nuevo Orden Mundial).
Según él, por 1° vez desde la Revolución Industrial, China estará a la vanguardia de una enorme transformación económica: la revolución de la inteligencia artificial (IA). Comienza su libro hablando sobre el «momento Sputnik» de China, en el que el programa AlphaGo de Google DeepMind derrotó a Ke Jie, el jugador más experimentado del mundo en el juego chino de Go. Esto demostró la capacidad de la IA moderna.
De manera implícita, el libro de Lee prevé otro momento similar, en el que EE.UU. se dé cuenta de que ya no es líder en la aplicación global de la IA. El momento Sputnik original ocurrió cuando la Unión Soviética puso en órbita el primer satélite en 1957. Esto condujo a la carrera espacial de la década de 1960, la cual EE.UU. ganó. ¿A qué conducirá la actual «carrera»? Lee no asegura que China encabezará la innovación fundamental en esta área. Pero eso puede no importar, ya que los grandes avances intelectuales ya se produjeron.
Lo que más importa es la implementación, no la innovación. Y, según él, en este campo China cuenta con numerosas ventajas. En primer lugar, el trabajo de los principales investigadores de la IA está disponible online. Internet es, después de todo, un motor superlativo para difundir avances intelectuales, entre los cuales se incluyen los relacionados con la IA.
En segundo lugar, la economía hipercompetitiva y empresarial de China vive acorde al famoso lema del fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, «muévete rápido y rompe cosas». Lee describe un mundo de implacable actividad comercial y de incesante imitación, lo que ya permitió a las empresas chinas derrotar a los principales rivales occidentales en su mercado local.
El incesante «prueba y error» del modelo de negocios chino es, según él, perfectamente adecuado para desplegar los frutos de la IA a través de toda la economía. Podría, por ejemplo, funcionar mucho mejor en la introducción de vehículos autónomos que el enfoque en la seguridad de Occidente.
En tercer lugar, los densos asentamientos urbanos de China crearon una gran demanda de servicios de entrega y otros similares. «A las startups estadounidenses les gusta atenerse a lo que saben: crear plataformas digitales limpias que faciliten el intercambio de información», afirma Lee. Pero las empresas chinas se involucran en el mundo real. Ellas integran los mundos online y offline.
En cuarto lugar, el mismo atraso de China les ha permitido a las empresas superar los servicios existentes. Es por esto que China ha podido pasar a los sistemas de pago digitales universales, mientras que las empresas occidentales siguen usando tecnología obsoleta.
En quinto lugar, China tiene escala. El país cuenta con más usuarios de Internet que EE.UU. y Europa juntos. Si los datos representan, de hecho, el combustible de la revolución de la IA, China simplemente tiene más que nadie.
En sexto lugar, China tiene un gobierno solidario. Lee citó un discurso del primer ministro Li Keqiang en 2014 durante el Davos de verano del Foro Económico Mundial, haciendo un llamamiento al «espíritu empresario masivo y a una innovación masiva». En su informe «Descifrando el sueño de la IA de China», Jeffrey Ding, de la Universidad de Oxford, señaló la estrategia nacional del Consejo de Estado para el desarrollo de la IA. El gobierno de China tiene ambiciosos objetivos y está dispuesto a asumir riesgos para lograrlos. Una de las cosas que China puede hacer más fácilmente que cualquier otro lugar es construir infraestructura complementaria.
Por último, escribió Lee, los chinos son mucho más relajados con respecto a la privacidad comparado con los occidentales. Se puede argumentar que los líderes chinos no ven ninguna justificación para la privacidad individual (excepto la propia).
Entonces, ¿dónde se encuentra hoy esta supuesta «carrera» entre EE.UU. y China? Lee mencionó cuatro facetas de la IA. La IA del Internet: la IA que rastrea lo que haces en el Internet; la IA empresarial: la IA que les permite a las empresas explotar mejor sus datos; la IA de la percepción: la IA que contempla el mundo a su alrededor; y la IA autónoma: la IA que interactúa con nosotros en el mundo real.
En la actualidad, él piensa que China está a la par de EE.UU. en la primera, extremadamente atrás en la segunda, un poco más adelante en la tercera y, nuevamente, extremadamente atrás en la cuarta. Pero Lee piensa que, dentro de cinco años, China podría estar un poco por delante en la primera, menos atrás en la segunda, muy por delante en la tercera y a la par en la última. No hay, en su opinión, otros competidores.
Ding analiza los factores impulsores de manera diferente. Él establece diferencias entre el hardware, los datos, la investigación y el ecosistema comercial. China está muy por detrás de EE.UU. en cuanto a la producción de semiconductores, a la vanguardia en el número de usuarios potenciales y tiene aproximadamente la mitad de la cantidad de expertos en IA y poco menos de la mitad de compañías de IA. En total, el potencial de China es aproximadamente la mitad del de EE.UU.
Sin embargo, Ding está analizando la IA en general, mientras que Lee se enfoca en aplicaciones comerciales. La experiencia histórica sugiere que las rentas creadas por una ventaja en una tecnología importante son valiosas, aunque a menudo no son permanentes. Por lo tanto, qué país estará en la delantera en la aplicación de la IA es realmente importante. Pero el impacto económico y social de la IA es un problema mayor y es relevante para cada país. Como lo subraya Lee, los avances en IA ofrecen beneficios. Esto no sólo se aplica a la conveniencia personal, sino también al mejoramiento de los diagnósticos médicos, a la adaptación de la educación a estudiantes individuales, al manejo de los sistemas de energía y transporte, a hacer que los tribunales sean más justos, y así sucesivamente.
Sin embargo, la IA también amenaza con ocasionar enormes trastornos, especialmente en los mercados laborales. Muchos de los trabajos (o tareas) que la IA podría realizar en la actualidad son realizados por personas relativamente educadas. Parece razonable temer que la IA acelere el vaciamiento de la parte media de la distribución de ganancias, posiblemente incluso de la parte media superior, mientras aumenta las concentraciones de la riqueza privada y el poder en la parte superior.
Pero quizás la consecuencia más importante sea la intensidad de la influencia y de la vigilancia que hacen posibles los dispositivos y los sensores móviles monitoreados por la IA. El Gran Hermano de George Orwell (o muchos de los grandes hermanos comerciales) podrían observarnos todo el tiempo. Un monitoreo tan perfecto podría ser atractivo para el Estado chino. Para mí es horrible y, espero, que también lo sea para otros miles de millones de personas. La IA, insiste Lee, no es lo mismo que la inteligencia general artificial: el verdadero supercerebro está todavía muy lejos. Aun así, los retos que crea esta IA son enormes. No la detendremos. Pero es probable que al final concluyamos que hemos creado un monstruo».