Trabajadores de la Comisión Nacional de Energía Atómica realizaron una protesta frente a la sede central del organismo para reclamar por las malas condiciones laborales. También pidieron por la continuidad del plan nuclear y de la línea tecnológica que domina la Argentina, que sería descartada tras la compra de una planta llave en mano a China.
Con un corte en la avenida del Libertador, trabajadores de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) nucleados en ATE reclamaron el pasado 23 de mayo frente a la sede central del organismo, en el barrio porteño de Nuñez, por las condiciones laborales y la falta de continuidad del plan nuclear.
“Los recursos humanos de la CNEA se están desmoronando, es una debacle. Los que se van son los que más perspectivas tienen, gente joven, son los más formados. Solamente en mi grupo se han ido tres ingenieros electrónicos, un técnico y dos becarios. Algunos se han marchado al exterior mientras que otros buscan armar algo por su cuenta”, dijo el doctor en Física Andrés Kreiner, investigador del organismo y secretario general de la Asociación de Profesionales de la Comisión de Energía Atómica y las Actividades Nucleares (APCEAN).
Para este año, el otro gremio que los representa, UPCN, acordó paritarias con un aumento de 18%, más otro 10% para los primeros meses de 2020. El aumento correspondiente a 2018 había sido originalmente del 15%, pero con el correr del año y una inflación que superó el 50%, accedieron a otro 13% más.
En la manifestación también se reclamó por la falta de continuidad del plan nuclear y la suspensión de la construcción de la cuarta central de agua pesada, tal como se había acordado con China durante la gestión de Cristina Fernández. El abandono de esta obra llevó a la paralización de la Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP) de Arroyito, en Córdoba, la más grande del mundo en su tipo. “Es una planta que costó más 1000 millones de dólares y que es la llave para la tecnología CANDU (de agua pesada y uranio de bajo enriquecimiento). Si esa planta se deteriora y se degrada no se va a poder recuperar nunca más y vamos a enterrar esa línea tecnológica”, dijo Kreiner, que es investigador superior del CONICET y trabaja en el desarrollo de aceleradores de partículas para tratamientos de tumores.
Los bajos sueldos de los becarios –algunos cobran 18.000 pesos– y las condiciones de parte del personal contratado –sin derecho a evaluación ni ascensos– encabezaron algunos de los reclamos. “Nos debe mucho la CNEA en lo que hace a las condiciones laborales: pase a planta, recategorizaciones y el comedor, que se había arreglado en otras negociaciones. De fondo, nuestra exigencia es que se continúe con la construcción de la cuarta central tipo CANDU con agua pesada de la PIAP”, sostuvo Kreiner.
En la PIAP no hay aumentos de sueldo para su personal desde el año 2017 y, de los 450 trabajadores que tenía, solo quedan 300. Además, la producción está paralizada y el transporte de la empresa solo lleva a unos 20 trabajadores por día para revisar que no haya robos o fallas de seguridad en la planta, ya que cuenta con muchos materiales corrosivos.
El nuevo acuerdo con China suspende la construcción de la cuarta central, y denota la falta de interés por parte del Gobierno en continuar con la línea CANDU. Fue la acumulación de conocimientos en la Argentina en esta tecnología la que permitió la reconstrucción de la Central Nuclear de Embalse y la extensión de su vida útil por 30 años más. La decisión de este gobierno implica pasar a una tecnología china de agua liviana y uranio enriquecido, con una planta llave en mano.
Las negociaciones del Gobierno con China son mantenidas en un marco de secreto y la comunidad de la CNEA está al margen del debate y la toma de decisiones. Javier Cacavelli, delegado de ATE en la CNEA, le dijo a TSS: “Nosotros podríamos hacer el combustible nuclear de la central (china) Hualong. La Argentina, a pesar de haber comprado centrales en el exterior, siempre se ha garantizado su propio combustible. No podemos producir el uranio enriquecido pero no solo se trata de polvo de uranio sino que es el producto de muchas etapas metalúrgicas que nosotros dominamos. Está el punto central de si van a abrir la negociación para que la Argentina pueda hacer el desarrollo para producir ese combustible. No pareciera, porque venimos preguntando en qué punto de la negociación están y lo tienen muy escondido. Lo que están haciendo es autodestructivo”. (Por Matías Alonso / Agencia TSS)