Como ya fue señalado por muchas personas -incluso por empresarios- un empleador puede despedir sin causa, desde siempre. Sólo, está obligado a pagar una indemnización de acuerdo a la antigüedad de ese trabajador en su puesto.
Lo que el Sr. Crivelli, y otros, pretenden es despedir sin pagar nada. En eso se muestra como típico de una patronal parasitaria, que no aporta innovación y no acepta riesgos. Que no tiene problema en convivir con la corrupción, pero está dispuesto a «arrepentirse» si un juez o un fiscal le insinúan que así se libra de las consecuencias.
La economía capitalista no es una actividad «sin fines de lucro». Es inevitable que el empresario quiera aumentar sus ganancias; si no, no es empresario. Pero aquí se muestra ceguera con el interés propio. Un empresario que exporta al mercado global, puede despreocuparse de sus trabajadores: no son sus clientes, o lo son en una parte ínfima. Pero la construcción necesita de un mercado interno próspero. La Argentina no será una gran Punta del Este, donde vendrán extranjeros a comprar sus departamentos para las vacaciones.