Las empresas pymes están cerrando, según el cálculo de una asociación empresaria, a razón de 60 firmas cada día. Sin cifras precisas -los registros oficiales están muy atrasados en este rubro- la caída del consumo, las tarifas de electricidad, los alquileres y las altísimas tasas de interés que deben pagar -muchas operaban con el descubierto en cuenta corriente, tengamos presente- indican que no es un diagnóstico exagerado.
Las grandes empresas tienen más espalda para aguantar, pero si dependen del mercado interno o están endeudadas… sus balances dan pérdida. Pero en esta nota apuntamos a marcas que son parte de la memoria de los argentinos y cuya desaparición dejaría un hueco. Entre ellas hay firmas gastronómicas, de indumentaria y de alimentos, que son las más afectadas por los altos costos y la caída en las ventas.
En el último año, empresas de perfil alto como la cadena de pizzerías Romario, la heladería Persicco y la fabricante de agendas Citanova se presentaron a concurso de acreedores. También se sumaron a ese recurso de última instancia las marcas de ropa AY Not Dead, Wanama y Cook, los cereales 3 Arroyos y el tenedor libre Rodizio.
El concurso de acreedores es una solicitud judicial para lograr un plan de propuesta y readecuación que le permita a una empresa acordar con sus acreedores la cancelación de su deuda con quita, es decir, con un descuento. El objetivo siempre es que la compañía siga en su actividad, pero si no se llega a un acuerdo, este proceso puede desembocar en la quiebra.
Cada tres días hay un nuevo concurso preventivo, de acuerdo con los datos del Centro de Economía Política Argentina (CEPA). En la Capital Federal y la provincia de Buenos Aires, donde está el 52% de las empresas de la Argentina, la cifra de concursos aumentó en 2018 un 62% respecto de 2017 (368 contra 227), y la de quiebras, un 11% (795 contra 716).