Un «debate» (intercambio de chicanas) en la campaña electoral hizo que se pusiera atención en un fenómeno evidente para mayoristas y distribuidores. La consultora especializada en consumo Focus Market le puso números: «desde 2016 a 2019 las marcas mayoristas y poco conocidas pasaron de una participación del 32,6% al 42,8% en unidades, y del 21,5% al 27,7% en facturación».
Algunas precisiones: encabezan la venta de las marcas mayoristas el puré de tomates con 38%, las conservas con el 26% y los enlatados de pescado con el 13%.
En cuanto a la participación en la facturación de las marcas, entre el primer trimestre de 2016 y el primero de 2019, hubo una baja de 3,5% en las más caras, del 7,6% en las de mediano precio, alzas de 10,4% de las marcas menos conocidas y de 0,8% en las mayoristaso.
«La tendencia de los consumidores a elegir productos más económicos en los supermercados es obvia y natural en un marco de inseguridad en el empleo. El dato preocupante surge cuando las «segundas marcas» no significa menor publicidad o menos vistoso «packaging», sino menor calidad alimenticia, por ejemplo.
El caso del «alimento lácteo» que se vende como sustituto de la leche es un ejemplo. Los organismos del Estado deben hacer clara la situación para los consumidores.