El proyecto de acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea fue considerado para lo inmediato por muchos -entre ellos, AgendAR- como un tema de la campaña de reelección en que está empeñado Macri. Hay un aspecto estratégico en el largo plazo, de una negociación que ha durado 20 años, y consecuencias serias para las economías locales. Pero… el tratado no entra en vigor hasta que sea aprobado por los Parlamentos de todos y cada uno de los países miembros de la Unión Europea y del Mercosur. Unos dos años, por lo menos…
Pero hace una semana el periodista Martín Dinatale publicó una nota que, extrañamente, tuvo poca repercusión, salvo en algunos medios. Ahí se dice que el gobierno de Macri, y algunos presidentes del Mercosur están pensando en un esquema para acelerar el proceso de instrumentación del acuerdo de libre comercio con la Unión Europea por medio de un mecanismo de «implementación provisional».
Éste se pondrá en marcha una vez que haya una aprobación del pacto de libre comercio de parte del Parlamento europeo y de uno de los congresos de los países del Mercosur.
El canciller argentino Jorge Faurie, revela la nota, sostuvo que el acuerdo del bloque regional con la Unión Europea fue un «punto de inflexión en la agenda de crecimiento». Y que en la reunión de jefes de Estado del Mercosur que se realizó en Santa Fe adelantó se buscará definir «una adecuación inmediata a las necesidades del Mercosur».
El secretario de Relaciones Económicas de la Cancillería Horacio Reyzer adelantó que el mecanismo de «implementación provisional» se acordará en esa cumbre de Santa Fe y permitiría a cada país instrumentar automáticamente el acuerdo con la Unión Europea una vez que lo apruebe el Parlamento de ese bloque y el Congreso de cada país. Es decir, los estados miembros del Mercosur no deberán esperar a que los parlamentos de Paraguay, Uruguay, Brasil o Argentina avalen el acuerdo sellado en Bruselas hace algo más de un mes.
«Hay que aprovechar lo antes posible los beneficios que tiene este acuerdo con un mecanismo de vigor provisional que sea vigente en cada país», insistió Reyzer. «De esta manera, los productos que se importen o se exporten del bloque a Europa tendrán la posibilidad de liberar sus aranceles al cien por ciento».
También la negociadora de Uruguay, Valeria Csukasi, expresó que «hoy necesitamos instrumentos efectivos que den una rápida respuesta a lo que están pidiendo nuestros sectores exportadores y productivos de nuestros países», y, así, alentó aquel mecanismo de «aprobaciones bilaterales» del acuerdo que ven en la misma línea de lo que plantearon Reyzer y Faurie.
Como se ve, los diplomáticos que cita la nota son a la vez entusiastas y confusos. Ni Talleyrand ni Metternich habrían aprobado estos trascendidos. Y no ha habido declaraciones oficiales sobre el tema después de esa reunión. Pero considerando que las negociaciones para el borrador del tratado -publicamos los capítulos aquí– han sido secretas, para el periodismo y para el Congreso- y que no se ha consultado ni a las entidades empresarias, ni a los gremios y tampoco a las provincias… es conveniente que los argentinos que no estamos en el gobierno sigamos de cerca este tema. Se juegan demasiados temas fundamentales de la economía.