El Dr. César Augusto Lerena, ex Secretario de Estado, experto en Atlántico Sur y Pesca, y actualmente asesor en el Senado de la Nación, ha publicado otras veces en AgendAR -por ejemplo, aquí y aquí– sobre temas de su especialidad. Este es un resumen actual de su pensamiento:
No se trata de hacer leña del árbol caído, ya nos referimos decenas de veces a que este modelo de administración extractiva está agotado -si es que alguna vez hubo razón para implementarlo- y, que el descontrol y la cesión sostenida y creciente del Atlántico Sur y Malvinas es alevosa inadmisible. Algún diagnóstico pudimos hacer y, días antes de las elecciones publicamos: «El poder central pesquero administra mal e impide el desarrollo de las provincias». Ello, evita que nos asignen el mote de oportunistas, ya que con el diario del lunes cualquiera es analista político.
La forma de administración extractiva del recurso pesquero atrasa, porque al igual que el conjunto de las políticas de gobierno que desatendió la pobreza y los efectos sobre la clase media trabajadora, la explotación de un recurso natural del Estado Nacional o Provincial no puede limitarse a concesionar la explotación y generar riqueza para unos pocos. La administración de los recursos, lo hemos dicho cientos de veces, debe mantener un equilibrio sustentable económico y social para asegurar el negocio a los concesionarios, distribuir la riqueza a través del valor agregado en los productos, garantizando el mayor empleo y felicidad posible, fortalecer los pueblos donde se asienta la industria y preservar los recursos para ésta y las próximas generaciones.
Nada de ello ha hecho este gobierno, que se ha limitado a proseguir con una administración -en el mejor de los casos- perimida, sin imaginación, incapaz de transformar. Eso nos ha llevado a ser los eternos proveedores de commodities, promoviendo formas de captura y procesos a bordo, que responden al modelo de «granero del mundo» que podía justificarse a principios del siglo XX pero, que es inaceptable en el mundo post-industrial en el que vivimos.
Eso sí, viene muy bien este modelo para la pesca extranjera a distancia, y es espectacular para los grandes compradores como España. Ellos sostienen su negocio y, es lógico que eso ocurra, cada uno cuida lo suyo. Pésimo para los intereses argentinos, que deben sacar el máximo provecho a sus materias primas e industrializarlas de tal modo que terminen en las góndolas de los grandes supermercados del mundo o de nuestro país.
Con el amplio y extendido territorio continental de Argentina que pone al alcance los recursos del mar, el Estado debería estar ocupado en financiar, renovar y modernizar con la última generación a los buques a la flota fresquera para procesar en tierra y, subsidiar la competencia de los buques congeladores y poteros para competir con los buques extranjeros en los límites de la Zona Económica Exclusiva y la Alta Mar.
En los inicios de la actividad pesquera en la Argentina nadie imaginó el desarrollo que alcanzaría, pero, ello ha quedado atrás y es necesario promover un nuevo paradigma que potencie las insustituibles ventajas de ser los dueños del recurso y conocer el mercado.
Todo lo que se haga en materia pesquera debe ir acompañado de una política de control del Atlántico Sur, para dar un mensaje claro a los países y buques extranjeros que capturan nuestros recursos, de que la Argentina protege sus espacios marítimos y lo que en ellos hay.
Cuando el langostino valía mucho más, porque se pescaba muy poco, ya se utilizaba la herramienta de llevar al Presidente de la Nación varias cajas semanales de langostino a la Quinta de Olivos o a la Rosada. Ello solo, podía dar lugar a la designación de un Subsecretario. ¡Hay una cierta fascinación por el langostino!
La misma, con la que los Subsecretarios de Pesca se aferran a esta especie para mostrar obsecuentemente al Presidente en ejercicio, que los números de exportación aumentan, desconociendo o escondiendo lo que los investigadores del INIDEP opinan sobre la imprevisibilidad biológica de esta especie, que impide determinar la Captura Máxima Sostenible Anual y, por lo tanto, no se puede sostener el conjunto de la actividad, las industrias, empleos y pueblos con esta monocaptura. Habrá que invocar a San Salvador o a la virgen de los pescadores.
Un frío pánico debe haber corrido por los funcionarios de la Subsecretaría de Pesca al ver los inesperados (¿?) resultados de las PASO. Los ordenanzas, en días ya no contestarán a los llamados de pedido de café. En meses, dejarán de sonar los teléfonos y ya no habrá audiencias para los besamanos. Llegará el irremediable ostracismo. Pero ello no resolverá la cuestión de fondo, porque llegarán otros funcionarios a las poltronas a propuesta de los amigos empresarios o políticos y, será el cuento de «la buena pipa» sino se produce una gran Reforma Federal y Social Pesquera que cambie el eje de la discusión y el destino de esta importante actividad.
Gracias a Dios, los cambios políticos son irremediables -cualquiera sea el ganador final- porque nadie querrá que, como a Macri, el pueblo, por una mayoría abrumadora le diga: no va más.
Es posible y deseable que esa Reforma se lleve adelante con una amplia participación.