El Dr. Carlos Aráoz fue uno de los llamados “12 apóstoles de Jorge Sabato”, jóvenes que en los ’60 y ’70 lo rodeaban a toda hora en las aulas y pasillos de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) discutiendo, fogosos, el porvenir tecnológico e industrial de la Argentina nuclear, cuando parecía ilimitado.
Aráoz fue concretando esas ideas en “fierros”, empresas, contratos y exportaciones desde 1957, y no lo para la jubilación ni la edad. Fue Gerente de Combustibles y Gerente de Tecnología de la CNEA. Y sigue firme en la defensa de la autonomía energética argentina.
Esta semana, nos mandó este texto:
“Desde la instalación del primer reactor nuclear de investigación a fines de la década del 50, el RA-1, se establecieron en la política nuclear argentina el suministro nacional del combustible y con tecnología nacional, a fin de asegurar el largo plazo.
Llegado el momento de seleccionar la primera central de potencia, Atucha-1, por iguales razones se selecciona un modelo con uranio natural, lo que se repite en la Central Nuclear Embalse y en Atucha-2. Estas centrales requieren agua pesada y también por razones de independencia el Estado realiza una fuerte inversión en la instalación de una planta para fabricarla, la que hasta la fecha ha cumplido exitosamente con los requerimientos de las tres centrales.
A nivel nacional, las políticas de independencia en el suministro de energía eléctrica implican contar con los equipos generadores, los conocimientos e infraestructura para atender los problemas técnicos durante décadas de funcionamiento y, en los casos de centrales térmica y nuclear, el combustible. Esto es posible si se cuenta con políticas de largo plazo. Debemos pensar que una central nuclear tiene una vida útil no menor que 40 años y vaya uno a predecir cómo estará el mundo en 40 años…
Actualmente nuestras tres CN se alimentan con combustible nacional. Como consecuencia de la continuidad en inversiones de CNEA a través de décadas, nunca tuvimos que aceptar patentes ni pagar licencias por tecnologías para fabricación de combustibles y, como consecuencia, no tenemos restricciones para la comercialización nacional o internacional de los productos de nuestras fábricas.
Estas negociaciones, fuera con Alemania o con Canadá, nunca fueron fáciles. En el caso de la CN Embalse, una CANDÚ, los fabricantes canadienses ofrecieron acuerdos similares a la actual propuesta china: que paguemos patentes y licencias por la tecnología de los combustibles. Esto fue rechazado. Hoy el 100% del conocimiento, tecnología, equipos especiales y puesta en marcha de la fabricación de estas complejas piezas de circaloy y pastillas de cerámicas de uranio se hace en CONUAR, una empresa mixta de la CNEA y del grupo Pérez Companc. La larga etapa de investigación y desarrollo es toda obra de la Gerencia de Combustibles de la CNEA.
Con los alemanes, baste decir que ya firmada la compra de Atucha II, hubo que negociar un año y dos meses para que aceptaran 1) que llevara combustibles argentinos, y 2) incluir en el precio ya pactado de compra la transferencia de la tecnología, 3) que la garantía por la central se mantuviera con los combustibles argentinos.
Esto tiene su historia. Una década y media antes, cuando se compró Atucha I, les impusimos a la proveedora alemana (KWU) la presencia de expertos argentinos en las fábricas del combustible de la misma. Y fue muy oportuno, porque la experiencia de KWU en uranio natural era limitada, y la de Argentina, nula. Los primeros elementos se rompían al no soportar el caudal de 7 m/s del refrigerante. El refuerzo estructural de los mismos se tuvo que hacer a toda velocidad en origen, en Alemania Federal, mientras aquí la central se construía sin atrasos.
Veo con preocupación que en las actuales negociaciones con la contraparte china se ha considerado la posibilidad de cambiar las políticas mencionadas, aceptando el pago de una licencia de decenas de millones de dólares, con lo que el Estado pagaría dos veces lo mismo. Además firmar licencias impone la restricción de posibilidades de venta internacional, en un mercado de centrales de este tipo quizás creciente. Si los chinos tienen éxito mundial con su Hwalong-1, pueden abrirle oportunidades a CONUAR como proveedor alternativo calificado, pero lograr esto requerirá de negociar firmemente. Y para ello la Gerencia de Combustibles de la CNEA debe estar en la mesa de negociación. No es el caso actual.
En relación con la exportación de elementos combustibles, el éxito de INVAP en las repetidas ventas de reactores de investigación en competencia con los principales países, demuestra nuestras posibilidades. Pero se generan cuando en el mundo de los negocios uno no actúa como un subdesarrollado incapaz de competir con productos de alto valor agregado«.