La inflación de los precios mayoristas alcanzó así a un 62,9% en el año. Pero eso no es más inquietante, en la larga historia de la inflación argentina. Lo grave es la aceleración de este último mes. Producto de una devaluación, que a su vez fue provocada por los desequilibrios que existían, y que siguen vigentes.
El gobierno actual tiene el Plan Llegar, como dijo uno de sus economistas. Y no tiene el poder político para otro; todo lo que puede esperar es que le alcance. Pero el próximo gobierno, inevitablemente, deberá tener como prioridad detener esta enloquecida carrera inflacionaria.
Porque cualquier otro objetivo, hasta el más necesario, el más noble, depende de que consiga moderar, al menos, la inflación. O esta lo va a destruir, como está haciendo con el actual.