La Confederación Económica de la Provincia de Buenos Aires y la Confederación Empresaria de la República Argentina decidieron apoyar a los industriales panaderos de la provincia de Buenos Aires, agrupados en FIPPBA, que han llamado a un boicot contra los molinos que pretenden venderles la harina a precio dólar, como se informó ayer en AgendAR.
Guillermo Siro, presidente de CEPBA y secretario general de CGERA, entregó la periodismo la siguiente declaración:
«La causa principal de estas medidas abusivas por parte de algunos molinos es la ausencia de una política de defensa del mercado nacional, los consumidores y las pequeñas empresas. Al quitar las retenciones, o dejar un monto en pesos que las devaluaciones transforman en ridículo, no hay diferencia entre el precio local y el del mercado internacional. Esto lleva a que los productos argentinos, para los argentinos, se vendan a precio de exportación.
Una política dogmática, que sólo toma en cuenta al interés financiero, hace que el consumidor, y sectores tan básicos de la actividad como los panaderos, y también los almacenes, se vean perjudicados.
El primer ministro de economía de este gobierno, Alfonso Prat Gay, mintió o mostró una asombrosa ignorancia, cuando dijo apenas asumió que la devaluación no iba a afectar los precios internos. Quedó demostrado que no es así.
El hilo se corta por lo más delgado. Con un estado ausente, los formadores precios imponen sus intereses, a costa de los eslabones más débiles, las pymes y los consumidores.
Por lo tanto, CGERA y CEPBA apoyamos la decisión de FIPPBA, integrante de CEPBA, de la federación de panaderos de la Capital Federal, de los panaderos salteños, de todos los distritos del país, integrantes de CGERA, de hacer un boicot a los molinos que quieren cobrar la harina a precio dólar, dolarizar un producto destinado al mercado nacional que siempre se pagó en pesos.
Y no solo los molinos estipulan sus precios en dólares. Otros sectores industriales sufrimos de los oligopoliso las notas de débito, los débitos en cuenta corriente, cuando hay diferencia en el tipo de cambio entre la fecha de compra y la de cobro.
Esos débitos no los podemos trasladar a los precios, porque la recesión no lo permite.
Así, las pymes perdemos no sólo rentabilidad, sino también patrimonio, que es muchas veces fruto del esfuerzo de varias generaciones de la misma familia».