La construcción del primer reactor nuclear nacional se encuentra completamente paralizada debido a una deuda de al menos mil millones de pesos que puso al borde de la quiebra a las 400 pymes encargadas de la obra. Mientras, la empresa adjudicataria Tecna y la Comisión Nacional de Energía Atómica ( CNEA) se echan culpas sobre el agujero financiero y el retraso de los pagos desde hace meses.
Se trata del proyecto Carem 25 (siglas de Central Argentina de Elementos Modulares) que comenzó en febrero de 2014 en terrenos aledaños a Atucha I y II en Zárate, para la fabricación de un generador nuclear de 25 megavatios de potencia capaz de producir energía para 100 mil habitantes.
«Está parada desde hace más de 2 meses. Tecna despidió al personal de planta fija, una situación que genera un problema laboral en el municipio”, señala Leandro Serraiocco, de Weg Ingeniería, a quien se le deben más de cinco millones de pesos por los servicios brindados de laboratorio y topografía. La suerte de los trabajadores de cada una de las pymes podría correr la misma suerte de prolongarse esta situación.
Los rubros de las firmas afectadas son de los más diversos: hay desde ingenierías y metalúrgicas, hasta empresas de catering, alquiler de equipos y viajes. Todas quedaron en medio de un tire y afloje de versiones entre la CNEA y la empresa mientras la plata no aparece. “Tecna dice que el ente estatal no les paga y que no actualiza valores acorde a inflación y que retrasó pagos”, agrega Serraiocco. En tanto, desde la comisión señalan que los desembolsos se vienen realizando en tiempo y forma pero que la contratista se retrasó. «El organismo no tiene porque hacerse cargo de los costos», versa un comunicado oficial al respecto.
Los empresarios han mantenido reuniones con el titular de la CNEA Osvaldo Alberto Calzetta Larrieu, quien les ofreció pagos en cuotas sin intereses recién para enero. Esta propuesta es llamativa; si la Comisión ya pagó por la tarea, realizaría un doble desembolso por la misma obra. Además, cualquier acuerdo para esa fecha deberá ser refrendado por las autoridades que asuman con el próximo gobierno ya que el ente depende directamente del poder ejecutivo.
De todos modos, las pymes no están en condiciones de esperar: “No es posible para nosotros llegar a esa fecha, estamos al borde de la quiebra”, se sincera Serraiocco quien tuvo que despedir empleados para sostener su pyme a flote.
“Consideramos que si el Estado no quiere ser cómplice de esto debe tomar cartas en el asunto -continúa-. No se trata de una obra privada, es una obra pública y es energía para el país, posibilidades de exportación de tecnología y desarrollo nuclear. En paralelo son fuentes de trabajo, capacitación, crecimiento y esfuerzo de empresas y personas que apuestan por esto”.
“Nos ha generado un agujero financiero importante- explica Edgardo Rivelli de Ferreterías Indufer SA, a quien le deben 700 mil pesos. «Sobre todo con las tasas exorbitantes de descubierto y venta de cheques. El problema es que con la gran devaluación que hubo cuando cobremos el negocio habrá ido a pérdida”.
Es que Tecna entró en concurso de acreedores en noviembre de 2018, situación que no detuvo el desarrollo de la obra ni presentó conflictos en la cadena de pagos hasta mayo. La convocatoria tampoco fue debidamente informada a sus proveedores quienes se enteraron de manera informal y que al día de hoy esperan el anuncio oficial como exige la ley. La deuda dentro del concurso es de 900 millones de pesos a más 400 empresas consignadas en una lista de once páginas. Esa cifra se multiplica exponencialmente hasta el presente con los pasivos acumulados por fuera del concurso y que la empresa o la CNEA deben pagar. Dentro de los centenares de afectados, 22 empresarios se agruparon para definir acciones conjuntas. Sólo a ellos se les deben más de 100 millones de pesos. “Es incuantificable el daño económico, laboral y social que se ha generado. Nos han puesto en situación de ser socios en las pérdidas y subcontratados en las ganancias”, señala Serraiocco.
La CNEA venía desarrollando múltiples obras en el sector nuclear, siendo la construcción del CAREM y del reactor RA-10 las más importantes. Ambas se encuentran frenadas por falta de fondos. El presupuesto para la obra en Zarate viene decreciendo año tras año. En 2018 el recorte respecto a 2017 fue del 38 por ciento con los 1.634 millones de pesos destinados y este año el Gobierno le dedicó solo $498 millones, lo que equivale a una caida nominal del 69 por ciento. “En el caso del RA-10 la obra presenta más de tres años de retraso y el panorama a futuro sigue cubierto por la incertidumbre. El recorte presupuestario es enorme”, indica Luján Rodriguez Delegada de ATE en CNEA.
En ese marco, esta semana Caputo S.A., la empresa a cargo de la obra del RA-10 paró la construcción en el Centro Atómico Ezeiza aludiendo el incumplimiento en los pagos por parte del organismo nuclear. La deuda en este caso suma más de 215 millones de pesos.
En el CAREM, Techint tiene a cargo la parte civil de la obra, dedicada a la construcción de la estructura que cubrirá al reactor. Mientras que bajo la modalidad llave en mano, el diseño, ingeniería, fabricación, suministro, transporte, construcción, montaje, puesta en marcha y ensayo hasta la habilitación comercial de todas las instalaciones, equipos y sistemas que conforman el balance de planta del reactor fueron adjudicados a la empresa Tecna Estudios y Proyectos SA.
La obra debía terminarse en 2022 con una inversión total de 685 millones de dólares pero ahora el futuro del reactor està sumido en la incertidumbre y corre el riesgo de dejar un tendal de empresas quebradas, trabajadores despedidos y el desguace de dos proyectos claves para el desarrollo tecnológico argentino -el CAREM y el RA-10, como viene alertando AgendAR todo este año.