El sueño de tener un Disneyland en Argentina pareciera cada vez más difícil. Además de la caída en el consumo, el negocio de los parques de diversiones en el país se ve afectado por la carga impositiva a la hora de importar que, aseguran desde el sector, hace inviable la inversión y crecimiento de esta industria a nivel nacional.
La Asociación Argentina de Parques y Atracciones (AAPA) comenzó a trabajar con el Mercosur para conseguir una exención a este arancel para mantenerse competitiva, pero algunos jugadores ajenos a la entidad apuntan que “no se está encarando con la fuerza que el sector lo necesita”.
“El valor de la tasa para importar los equipos es de un 20%, excepto algunas máquinas de gran tamaño, las cuales no pagan arancel, pero ese tipo de productos no se traen al país. Estamos ante un problema de crecimiento y renovación y no es un capricho porque en Chile, Colombia y Brasil no lo pagan, entonces estamos en situaciones dispares”, afirma Daniel Catzman, director ejecutivo de AAPA.
Si bien iniciaron tratativas a nivel nacional, desde la entidad ya se encuentran trabajando con el Comité Técnico n° 1 del Mercosur, encargado de los aranceles. “Estamos avanzando, pero va lento”, señala el directivo. El 90% de los productos de los parques son importados, con máquinas que van desde los u$s 5000 hasta u$s 1 millón. AAPA presentó un plan en febrero de 2018 en el que apuntaba que, de eliminarse este impuesto, podría comenzar un plan de inversión de u$s 100 millones a cinco años y crear 5000 puestos de trabajo.
“Estamos dispuestos a reaccionar rápido. Hoy el negocio no está parado en un 100% pero sí en un 80%”, manifiesta Catzman.
Según Walter Álvarez, gerente general del Parque de la Costa, la asociación “debió haberse preocupado unos años antes sobre este tema”. La firma controlada por Sociedad Comercial del Plata se separó de AAPA hace varios años y hoy gestiona esta exención de manera individual.
El parque de atracciones ubicado en Tigre acumula un incremento del 20% en la concurrencia en lo que va del año, aunque durante el primer semestre perdió $ 83 millones. “El costo de nacionalización de una montaña rusa es de hasta el 40% del valor FOB, eso te hace imposible comprar un juego de jerarquía. Hoy nosotros tenemos el monopolio y creo que así será por mucho tiempo porque no es rentable”, resalta.
“Los parques normalmente invierten el 6% de sus ingresos cada tres años, nosotros necesitamos todos los ingresos de 6 años para pagar una inversión así”, detalla Álvarez. Por eso, el Parque de la Costa optó por ampliarse con otras temáticas dentro del entretenimiento, como una ‘arena gamer’ y un área de aventura con tirolesa y puentes aéreos.
Debido al volumen del mercado y los costos de inversión, los grandes parques de diversiones escasean en el país y lo que abundan son los centros de entretenimiento familiar. No obstante, estos también sintieron el impacto de la crisis. “Veníamos de una política de abrir 1 o 2 locales por año y hacer recambio de máquinas, pero ahora pensamos en renovarlas nacionalmente o moverlas de sucursal”, afirma Sebastián Reynoso, director comercial de Le Park Entretenimientos. La cadena tiene 13 locales repartidos en Buenos Aires, CABA, la Costa y Corrientes y, según el directivo, experimentó una caída del 15% en las ‘jugadas’, es decir, la cantidad de veces que los consumidores juegan con una máquina. Estados Unidos, China y Europa son los principales proveedores de esta industria.
Otros jugadores, como el parque acuático marplatense Aquopolis, optaron por adelantar importaciones “antes de que surja otro inconveniente”. Para Carlos Pilasidis, director general del emprendimiento, la temporada veraniega puede ser positiva si la situación económica potencia las vacaciones dentro del país. En diciembre, proyecta inaugurar el parque aéreo Aeropolis con un desembolso de u$s 1 millón. Lo más complicado para este tipo de proyectos, señala el empresario, es largo retorno de inversión. “Si en algunos países se piensa un retorno de 3 o 4 años, acá lo tenes que extender un poco más”, sentenció.