El salario mínimo cayó 17,4% interanual, en términos reales, durante el primer semestre del 2019. Al compararar, se observa que esa caída extraordinaria fue, por lejos, la más abultada de América Latina y el Caribe, por encima de lo ocurrido en Guatemala y en República Dominicana. Ese flojo desempeño se enmarca en una historia reciente que fue en la misma dirección. Entre noviembre de 2015 y la actualidad, el salario mínimo cayó 20,8% real, tomando en cuenta la reciente suba decretada, y sin acuerdo de los gremios, y una inflación en octubre de 4,2%.
Esta semana la Cepal y la Organización Internacional del Trabajo publicaron el informe de Coyuntura Laboral de la región. Ahí se puede observar la comparación que mostró la magnitud relativa de la contracción del salario mínimo real. Ningún otro país de la región tuvo una baja tan marcada. (Claro, ningún otro país tuvo este nivel de inflación y de devaluaciones).
El segundo puesto le correspondió a Guatemala, con una inferior al 5% y el tercero a República Dominicana, con una en torno al 1%. En el promedio de la región se vio una suba de 0,7% real. Mientras que en Argentina bajó, en México hubo un incremento real de 11,6%, en Chile se registró una mejora superior al 5% y en Uruguay una en torno al 4%.
El salario mínimo fue el que más sufrió durante el período Cambiemos. Era de $ 5.588 cuando asumió el presidente Mauricio Macri y llegó a $ 12.500 en marzo de este año. Quedó quieto en ese punto hasta julio. La inflación fue siempre muy por encima Por eso entre la asunción del Gobierno y julio acumuló un derrumbe real extraordinario de 33,8%. Durante ese mes, un sueldo mínimo no alcanzaba para sacar a una familia de la indigencia y dos y medio de ellos no eran suficientes para dejarla fuera de la pobreza.
Si bien los gremios fueron al Consejo del Salario con la exigencia de que el salario mínimo empatara a la línea de pobreza, el Gobierno negó esa posibilidad y decretó un aumento de 35%, en tres cuotas. Por eso en octubre llegó a $16.875, lo que implica que todavía hoy dos salarios mínimos no alcanzan para sacar a una familia de la pobreza.