El senado estadounidense decidió, en una votación reñida, no llamar más testigos en el juicio de «impeachment» del Presidente. En la práctica, esto da fin al juicio y Trump será candidato a la reelección en las elecciones de noviembre.
Por 51 votos a 49, el Senado de los EE.UU. votó en contra de citar a declarar a nuevos testigos en el juicio político contra Donald Trump. Bloqueada esa última carta que esperaban jugar los Demócratas, este miércoles 5 de febrero tendrá lugar la votación definitiva, en la que el Presidente casi seguramente -salvo un desarrollo hoy imprevisible- será absuelto de los cargos de abuso de poder y obstrucción al Congreso.
Los intentos de la oposición Demócrata fracasaron cuando sólo consiguieron que dos de los cuatro republicanos que necesitaban llevar para su lado votaron en contra de oír nuevos testimonios. Sólo contaron con el apoyo de Susan Collins, de Maine, y Mitt Romney (ex candidato presidencia Republicano en 2012), de Utah.
Pero la representante de Alaska, Lisa Murkowski, y Lamar Alexander, de Tennessee, se mantuvieron junto a su bloque en una defensa cerrada del Presidente. “Dada la naturaleza partidista del procedimiento de destitución desde su inicio, he llegado a la conclusión de que no habrá un juicio justo en el Senado. No creo que continuarlo cambie nada. Es triste admitirlo, pero el Congreso como institución ha fallado”, dijo Murkowski en un comunicado.
El líder de la minoría Demócrata, Chuck Schumer, de Nueva York dijo «Sin testigos, sin documentos en un juicio político es una perfidia. Es una gran tragedia. Una de las peores tragedias que el Senado ha vivido. Estados Unidos recordará este día, lamentablemente, en que el Senado no cumplió con sus responsabilidades, donde el Senado se apartó de la verdad y se sumó a un juicio simulado«.
Irónicamente, uno de los testigos que se quiso llamar para que testificara contra Trump era John Bolton, su ex asesor de Seguridad Nacional, quIen fue el promotor de la Alt-Right «derecha alternativa» en Europa y Latinoamérica (p. ej., Bolsonaro) hasta que el Donald lo echó después del fiasco en Venezuela.
Seguramente es una coincidencia que esta votación se produjo el Día del Brexit, cuando Gran Bretaña se fue de la Unión Europea (Jung hablaba de «coincidencias significativas»). El hecho es que tanto Donald Trump como Boris Johnson son parte de un fenómeno político que se expresa con fuerza en este siglo, que también se manifiesta en los países europeos (las versiones en América del Sur parecen ser, hasta ahora, «segundas marcas»): un nacionalismo que se apoya en las estructuras políticas de la derecha tradicional, pero que busca, y obtiene, el apoyo popular de numerosos sectores en las clases medias y bajas. El consenso -la «corrección política»- que imperó en los países del Atlántico Norte (el «Occidente») después de la 2da. Guerra y al que la mayoría de las dirigencias latinoamericanas y los medios de comunicación privados trataron de seguir, está muy debilitado.
A. B. F.