Tras largos días de una tensa negociación, y que se corriera un par de veces el plazo, la propuesta del gobernador Kicillof de postergar el pago del capital d del bono BP21 -250 millones de dólares- no consiguió la necesaria aceptación del 75% de los bonistas.
De acuerdo a una versión recogida por todos los medios, fue el fondo de inversión Fidelity, en poder del 16,43% de esos bonos, quien impidió el acuerdo. La posición dura de ese fondo está confirmada -el mismo Kicillof aludió a que pretendía cobrar el total, y sólo aceptaba hacerlo en un par de pagos mensuales. Pero finalmente no fue el único obstáculo.
Frente a la alternativa del default, y habiendo tensado la cuerda hasta el límite, el gobernador decidió -en AgendAR entendemos que correctamente- que ese era el desenlace más perjudicial para la provincia. Y decidió pagar capital e intereses con los recursos fiscales de la provincia y una colocación de letras por 10 mil millones de pesos en el mercado doméstico.
La decisión fue bien recibida por los «mercados»: bajó el riesgo país. Es evidente que el temor a un default bonaerense había sido real, y sin duda acentuaba el temor por la situación de la deuda nacional.
El gobernador anunció que planteará una reestructuración del total la deuda en moneda extranjera de la provincia. Esto será un proceso lento, y aunque distinto del que lleva adelante el ministro Guzmán, sus desarrollos estarán muy vinculados.