Joe Biden -quien fue vicepresidente de Obama- se impuso en otra jornada de las primarias del Partido Demócrata por la candidatura presidencial. El estado que repartía más delegados era Michigan, donde Biden se imponía por 53 a 39% de los votos. Sacó amplia ventaja en Missouri -59 a 34%- y en Mississippi -81 a 15%-.
Aún faltan resultados; ayer los estadounidenses votaron en seis estados. Y, en lo formal, no es definitivo. En esos 6 se eligen 352 delegados. Se necesitan 1991 para la candidatura presidencial. Biden llegó a esta jornada con 652 delegados, en tanto que Sanders reunía 575.
Pero a partir del martes pasado, las expectativas cambiaron. Biden se afirma como el «front runner», el candidato que va a la cabeza, y Sanders ha perdido la imagen arrolladora que tuvo en la etapa inicial de estas primarias.
Biden, de 77 años, ya era el favorito después de ganar en el «supermartes» de la semana anterior, cuando se impuso en diez de los catorce estados en juego. La victoria más importante y sorpresiva fue la que obtuvo en Texas, donde se alzó con el 34% de los votos. La exitosa elección que hizo ese día le valió el apoyo de varios precandidatos que se bajaron de la interna. El lunes a la noche, durante un acto en Michigan, sumó el respaldo de tres ex aspirantes afroestadounidenses: los senadores Cory Booker (Nueva Jersey) y Kamala Harris (California), y el ex gobernador de Massachusetts, Deval Patrick. El exvicepresidente cuenta con un fuerte apoyo en la comunidad negra. La semana pasada le manifestaron su apoyo Amy Klobuchar, Pete Buttigieg, Mike Bloomberg y Beto O’Rourke.
Por su parte, Sanders, de 78 años, fue apoyado por la representante por Nueva York Alexandria Ocasio Cortez, y el reverendo Jesse Jackson, un activista por los derechos civiles de los afroamericanos y antiguo aspirante a la candidatura demócrata (1984 y 1988). Dentro de los precandidatos que se bajaron de la pelea lo respaldaron Bill de Blasio y Marianne Williamson. Resta saberse a quién seguirá la senadora progresista de Massachusetts, Elizabeth Warren, alguna vez favorita en los sondeos.
En resumen: salvo lo inesperado (siempre hay que esperarlo, por las dudas) la interna del partido Demócrata se parece a anteriores: Un candidato moderado, «de centro», con el apoyo del aparato partidario y sus tradicionales bloques de votantes, frente a un candidato que expresa con más o menos o vigor un discurso rupturista, pero que no consigue sumar los votos que necesita para vencer a una estructura muy afirmada. A pesar de ello, el discurso «socialista» de Sanders ya sirvió para mostrar que hay un sector no insignificante de la sociedad estadounidense descontento con el sistema. Eso puede explicar las diatribas contra el «socialismo» que vuelven a escucharse allí.