Un relevamiento del impacto psicológico de la cuarentena en la población de Argentina indica que los jóvenes son quienes más riesgo y sintomatología muestran a la hora de soportar el encierro y la cuarentena.
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“A medida que las personas aumentan su edad, se observan menores niveles de síntomas psicológicos. Es decir, las personas más jóvenes tienen más síntomas que las personas mayores. Y se observó que las mujeres presentan más que los hombres”, dice el informe que fue realizado por la Facultad de Psciología de la Universidad de Buenos Aires.
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El estudio, coordinado por el Doctor Martín J. Etchevers, tiene como objetivo conocer el estado de salud mental de la población argentina y las conductas que implementa para lidiar con el malestar psicológico durante el período de cuarentena implementado a partir de la pandemia de COVID-19. Para este trabajo se administró una encuesta online, con muestreo incidental, estratificado según regiones geográficas del país sobre un total de 2.631 casos. Allí se analizaron además algunas conductas problemáticas tales como el abuso de alcohol, drogas ilegales y tabaco. Por otro lado se estudiaron conductas saludables como la actividad física/deportiva, la vida sexual y la práctica religiosa.
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El estudio dice que más de la mitad de la población no realiza ninguna de las siguientes actividades: ejercicio físico, meditación, práctica religiosa o yoga. Cuándo se les preguntó a los participantes “¿Qué hace cuando experimenta malestar psicológico o tiene problemas emocionales?”, las respuestas fueron: el 37,06 % dialoga con amigos (a través de medios virtuales), el 15,05% practica el rezo, el 13,34% practica deporte, el 10,53% toma medicación, sin especificar cuál, el 8,09% consume alcohol y el 4,79% recurren a su profesional psicólogo/a.
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Más de la mitad de la población no realiza ninguna de las actividades que se consideran saludables.
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El cierre de establecimientos deportivos y áreas de esparcimiento obligan a la población a buscar alternativas más restrictivas tales como tutoriales, clases a distancia y ejercitación en el reducido espacio de la mayoría de los hogares. “La conductas saludables permiten tolerar la cuarentena, amortiguando su impacto en el malestar psicológico. De no practicar tales conductas, podría predecirse que si la cuarentena se extiende en el tiempo, su impacto psicológico podría ser mayor”, afirman desde la UBA.
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Al preguntar específicamente por la medicación, 33,33% de los participantes refirieron tomar medicamentos para diferentes fines. “Los fines relacionados con el estado emocional o psicológico (ansiedad, “nervios”, ánimo, relajación, dormir) fueron elegidos por 477 participantes. Los fines relacionados con enfermedades o condiciones médicas (hipertensión, diabetes, alteraciones tiroideas, etc.,) fueron elegidos por 648 participantes”, indica el estudio.
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Con respecto al sueño, el 74% de los participantes, presenta alteraciones de diferente tipo. Entre las alteraciones más frecuentes, se observa un aumento (44%) o disminución (14%) en el tiempo de sueño y el insomnio (42%), según reportan los participantes. La vida sexual en la cuarentena fue otro de los ítems. Un 44% de los consultados dice que su vida sexual es poca o nada satisfactoria, un 32% moderadamente satisfactoria y un 24% muy satisfactoria.
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Se les preguntó a las personas si debido a la cuarentena había aumentado el consumo de alcohol, tabaco o drogas. En el caso de los que ya consumen alguna de estas sustancias, un 49 por ciento aumento más su consumo de tabaco, un 27,4 incrementó el alcohol y un 27,5 incremento el consumo de de drogas.
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El informe sostiene que la medida de cuarentena obligatoria prioriza el salvamento de vidas y ese fin, de alta prioridad, debe incluir su impacto psicológico. «El incremento del malestar psicológico puede a su vez aumentar el consumo de alcohol, sustancias u otras conductas de riesgo para sí o para terceros, y el cumplimiento de la cuarentena a mediano plazo depende de la comprensión y capacidad de regulación emocional de las personas durante la misma”, dejaron expresando. Entre las conclusiones, el estudio hace foco en el tema de los quienes jóvenes son quienes reportan mayor sintomatología desde lo psicológico.
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“Una línea de explicación es que las personas de menor edad afrontan estresores mayores característicos del ciclo vital, incertidumbre en cuanto a la vivienda, inserción profesional, laboral, parejas menos consolidadas, embarazos, hijos pequeños. La cual se incrementa por la crisis económica preexistente que se agrava con las significativas pérdidas económicas que implican las cuarentenas en toda la población. Los jóvenes, el sector etario menos consolidado desde el punto de vista económico y laboral, reciben con mayor fuerza el impacto financiero de la cuarentena así como las restricciones que acarrea. Podría pensarse sobre este punto que los jóvenes perciben más la sintomatología. Esta es otra explicación parcialmente consistente con la anterior se explicaría por una desensibilización o habituación de los adultos a sus propios síntomas psicológicos”, dice el informe.
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Una pregunta que surge de los hallazgos sobre grupos etarios es la siguiente: ¿Cómo puede explicarse que los adultos mayores tienen menos sintomatología frente a un estrés que los amenaza en mayor medida? “Podría pensarse que la población de mayor edad percibe a la cuarentena obligatoria como una protección frente al riesgo al cual se encuentran expuestos y reciben estas restricciones de manera positiva”, expresan los psicólogos que trabajaron en este estudio de la UBA.
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Las alteraciones del sueño son uno de los síntomas más frecuentes tanto en la ansiedad como en la depresión. “La disminución de la actividad física y la menor exposición a la luz solar en las grandes urbes alteran los ciclos del sueño. El dormir más de lo habitual es considerado un síntoma depresivo atípico que suele acompañarse de falta de interés por el mundo externo y baja autoestima.
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Con respecto a la vida sexual la mayoría de la población ha reportado un empeoramiento de la misma. La cuarentena obligatoria para las personas solteras o divorciadas/separadas impide los encuentros sexuales. “Es de prever que finalizada la cuenta estas dificultades vinculares persistan por el temor al contagio. Aún en parejas consolidadas la sexualidad humana puede explicarse en la tensión entre la presencia ausencia que incrementa la fantasía y el deseo. Por último este ítem debe ser tomado con cautela porque la mayoría de los encuestados prefirió no contestar”, refiere el texto.
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Respecto del consumo de tabaco, teniendo en cuenta que casi la mitad de los fumadores reportó incrementar esta conducta, mientras que el aumento de alcohol y drogas ilegales fue menor, “el consumo de todas estas sustancias es una de las conductas que se implementan, erróneamente, para manejar o disminuir el malestar. Si bien proporcionan un alivio porque impactan en la neurotransmisión produciendo placer o sedación, pasado su efecto deterioran la salud general”.
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