La investigadora del CONICET Luciana Ghiotto fue una de las elegidas por un bloque del Parlamento Europeo (Grupo de los Verdes/Alianza Libre Europea) para elaborar un estudio de impacto sobre el acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur. En este reportaje se refiere a los riesgos que implica el acuerdo no solo en lo comercial, sino también en aspectos ambientales, regulatorios y de derechos humanos.
«El 24 de abril de 2020, la Argentina abandonó las negociaciones por tratados futuros de libre comercio (TLC) desde el Mercosur. Con esa decisión, se interrumpen también las conversaciones del bloque con Corea del Sur, Singapur, Canadá, Egipto e Israel, ya que el Mercosur sólo puede negociar en conjunto. Con la convicción de que esos acuerdos perjudicarían el sistema productivo nacional, el Gobierno dio un paso al costado, pero en el comunicado oficial anunció que “seguirá acompañando la marcha de los acuerdos del Mercosur con la Unión Europea y la EFTA (Asociación Europea de Libre Comercio)”.
“¡Presidente, tenemos acuerdo!”, le decía el canciller Jorge Faurie al entonces presidente Mauricio Macri, el 28 de junio de 2019. Ese día concluyeron las negociaciones más largas de la historia de los Tratados de Libre Comercio (TLC). Fueron 20 años de tires y aflojes entre gobernantes y grandes empresarios de los países del Mercosur y la U.E., durante los cuales hubo poca información pública ni estudios de impacto serios que dieran cuenta de los posibles efectos del tratado, de uno y otro lado del océano.
Hoy, el texto final del Acuerdo comercial Mercosur-Unión Europea está en etapa de revisión técnica, también a puertas cerradas. Los únicos datos disponibles surgen de un estudio de la Universidad de Manchester, del año 2007, y de otro de la Escuela de Economía de Londres, de octubre de 2019, que utilizan metodologías cuestionadas por organizaciones académicas y de la sociedad civil en Europa.
Ante esta situación, diputados del bloque Los Verdes del Parlamento Europeo realizaron una convocatoria en busca de académicos capaces de realizar un estudio de impacto serio que analizara los posibles efectos del acuerdo para los dos bloques intervinientes. Los elegidos fueron Luciana Ghiotto, docente e investigadora de la Escuela de Política y Gobierno (EPyG) de la UNSAM, y su colega Javier Echaide, de la UBA, que estudiaron punto por punto el acuerdo y publicaron los resultados en el libro El Acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea. Estudio integral de sus cláusulas y efectos.
“Antes del fin de las negociaciones no hubo datos serios de ninguno de los dos bloques. La Argentina se movió sin ningún tipo de estudio de impacto, lo que muestra que los negociadores trabajan a ciegas y que esas negociaciones son completamente ideológicas”, critica Ghiotto y adelanta: “Si el acuerdo prospera, se van a profundizar las asimetrías entre ambas regiones”.
Actualmente, está en desarrollo la revisión técnica del texto del acuerdo, y una vez lista debería ser aprobado por cada uno de los parlamentos en ambos bloques. ¿De qué factores depende su aprobación?
La Argentina hoy es el país clave para presionar para que no se apruebe. Del lado del Mercosur es el único país donde hay ciertas tensiones dentro del nuevo Gobierno, con sectores dentro de la coalición que se manifiestan fuertemente en contra y otros que no. Hay que mostrar los impactos que tendrá este acuerdo, no solo en lo productivo, en las pymes y en las cadenas de valor locales, regionales y nacionales, sino también en el ambiente. Este acuerdo implica temas que van más allá del comercio y que tendrán una cantidad de efectos sobre distintos sectores sociales, sobre las mujeres y los más vulnerables, no solo en el empleo, sino que va a empeorar la calidad de vida en la Argentina.
En cuanto al comercio de bienes, ¿cuáles sectores se verían más afectados, tanto en el Mercosur como en la Unión Europea?
El acuerdo va a tener consecuencias graves. Va a profundizar las asimetrías económicas existentes en el comercio bilateral: el Mercosur importa bienes con medio y alto valor agregado, y exporta productos primarios o con bajo valor agregado. Esa diferencia se va a profundizar, lo que implica que los sectores que exportan productos manufacturados con alto nivel tecnológico desde la Unión Europea al Mercosur saldrán ganando.
¿Y qué sectores serán beneficiados del lado del Mercosur?
Aquellos vinculados al agronegocio. Especialmente, los grupos concentrados de la industria del alimento. Los sectores que arriendan los campos y que avanzan en el proceso de deforestación para la producción de soja y para dedicar tierras al pastoreo de las vacas para carne de exportación serán los más beneficiados. También la industria pesquera, la industria de la miel, los productores de vinos premium y los grandes explotadores de materias primas. Es decir, se profundizará la producción de estos sectores que hoy ya afectan el desarrollo local, el medio ambiente y las poblaciones, también por el uso de pesticidas.
¿Y qué puede pasar con el sector manufacturero del Mercosur?
Pueden ser los grandes perdedores. El acuerdo, si entrase en vigencia, obligaría a las empresas del Mercosur a que en 15 años reestructuren toda su estructura productiva. El Mercosur está históricamente ligado a la producción de autos, es uno de los pocos sectores que ha funcionado. Este sector, que se benefició y logró ciertos equilibrios entre Brasil y la Argentina, se vería seriamente perjudicado. Al reducirse a cero los aranceles va a suceder el “efecto Cristiano Ratazzi” (presidente de Fiat Argentina), que dijo que la Argentina tiene que dejar de importar autos de Brasil, que según él son malos y caros, y que al sector empresario le conviene mucho más traer el auto terminado de Alemania que fabricar partes acá para la producción local. Estas industrias generan un enorme encadenamiento productivo regional, nacional y local que se va a ver desestructurado a partir de una liberalización. Si no se le da una respuesta a estos sectores, que emplean a una enorme cantidad de gente en la Argentina y Brasil, ese sector va a dejar de existir y la gente va a quedar en la calle. La más afectada es la pyme local que produce la autoparte y a todo el encadenamiento productivo alrededor de la actividad automotriz.
Según el informe, el Estado debería retirarse de algunos procesos regulatorios y aduaneros del Mercosur para adaptarse a las reglas de la Unión Europea. ¿Qué representa esto para los productores regionales?
La certificación para los importadores hoy se hace a través del Estado. Ese control local pasaría a la autocertificación del importador. El Estado supone que el importador respetará las reglas y hará controles aleatorios en los contenedores que lleguen desde la Unión Europea. Pero, ¿qué pasa con el resto de los contenedores? Eso beneficia al importador y esos productos competirán en el mercado interno con productos locales. Entrarán al mercado a competir libremente sin ninguna barrera. Para poder anular eso, una vez que entre en vigencia el TLC, hay que salir de él, y no hay ejemplos en el mundo de eso. Por eso hay que evitar que el acuerdo entre en vigencia.
¿Cómo afecta esto a la soberanía regulatoria de los países?
Así como el tratado profundiza la asimetría económica entre ambos bloques, también tiende a reducir la asimetría regulatoria que actualmente existe entre ellos. La Unión Europea tiene estándares más altos de protección del consumidor y del ambiente. En cuanto al uso de pesticidas y hormonas en la producción de alimentos, por ejemplo, utiliza el principio precautorio, que significa que se guardan el derecho a no importar productos que puedan tener un daño sobre el consumidor, aunque no haya sido científicamente probado. La intención del Mercosur es que la Unión Europea reduzca esos estándares para facilitar el acceso de productos que se producen más baratos acá. Esto tendría un efecto negativo sobre el consumidor europeo, pero también en el Mercosur, porque si en la Argentina tenemos pueblos enteros que pelean para que paren de fumigar, revertir eso va a ser imposible con el acuerdo.
¿Es lo que en el informe se menciona como “círculo de pesticidas”?
Claro. Las empresas están viendo que cada vez se cerca más uso del glifosato en tierra europea, pero los países del Mercosur producen el glifosato. Solo en la Argentina hay 50 fábricas de plaguicidas y los venden para que se utilice en la soja, que vuelve a la Unión Europea y entra sin problema porque allá no se permite la siembra, pero sí la importación de productos con pesticidas que no sean para consumo humano, como la soja que se usa para forraje. Así, las grandes empresas europeas como Monsanto-Bayer son las que se llevan la mayor tajada con el acuerdo.
Sin embargo, el tratado incluye algunas cuestiones que tratan de atender la cuestión ambiental.
Lo que muestra este acuerdo es que hay una hipocresía muy fuerte en la política comercial europea. La Unión Europea es uno de los grandes importadores de la deforestación, no solo del Mercosur, sino también de países como Indonesia, con la palma. La intensificación del sector sojero y ganadero en países como Brasil y la Argentina muestra que no hay un interés real por trascender ese modelo. Si se sigue intensificando la lógica del libre comercio en los países del Mercosur se va a profundizar esa tendencia. Es un incentivo a la producción que genera desmonte para el ganado y el agronegocio.
Además, el incremento en el comercio de productos alimenticios aumenta lo que se conoce como “huella de carbono” de los alimentos.
Es la irracionalidad del libre comercio. Se promueve la importación de productos agrícolas que se producen en el país, como tomates, peras, uvas, damascos y papas congeladas. Todos estos productos van a entrar con cero arancel cuando entre en vigencia el acuerdo. Esto que digo está sustentado en datos y ejemplos globales, como ocurre en Perú, que es uno de los grandes productores de papa en el mundo y cuya producción es ancestral, pero es un importador neto de papa congelada de Holanda. Holanda no produce papa, la importa desde Perú, la congela y la exporta a Perú a cero arancel, porque tienen un TLC. La papa va y vuelve en barco, uno de los mayores emisores de CO2 globales. Con este acuerdo pasará algo similar, el comercio internacional es realmente irracional en términos ambientales y humanos. Nosotros importaremos cosas que se producen localmente, como el aceite de oliva, que competirá con el aceite de oliva italiano que entrará al país con arancel cero. Habrá que ver qué hace el consumidor argentino cuando vea en la góndola un aceite de oliva nacional al lado de uno italiano al mismo precio, o más barato. Es más, una buena campaña de compre nacional estaría prohibida por el acuerdo, que establece que se le tiene que dar el mismo trato a todos los productos.
¿El acuerdo prohibiría que los gobiernos establezcan requisitos a las empresas que se quieran radicar en los países del Mercosur? ¿Cómo puede afectar esto al empleo y la producción local?
Para las compras públicas, el acuerdo establece que no podría haber una política direccionada del Estado hacia ciertos sectores nacionales. Los sectores locales que puedan acceder a una licitación pública tendrían que competir de igual a igual con empresas extranjeras europeas. No hay ninguna pyme que pueda competir así. El acuerdo establece que de ninguna manera el Estado puede direccionar sus compras públicas o el acceso a servicios para el desarrollo nacional.
¿Qué impacto puede tener el acuerdo sobre la propiedad intelectual de productos médicos y biotecnológicos?
A todo el capítulo de propiedad intelectual, la Unión Europea le soltó la mano en los temas más complejos, especialmente en medicamentos y en productos biotecnológicos, aunque se incorporó el PCT (Tratado de Cooperación en materia de Patentes). En el caso de los medicamentos, sí se verán afectados por la apertura de las compras públicas.»