La realidad de las empresas argentinas, y de los que trabajan en ellas, tiene algunas características que no son obvias. Según los parámetros que se tomen, las empresas pequeñas, las muy pequeñas y las medianas dan no menos del 65% del total de empleos, y algunas estimaciones, que incluyen al mundo informal, lo elevan a más del 80%.
Pero su capacidad de tomar decisiones que afecten a la marcha diaria de la economía, es muchísimo menor que el de las grandes empresas. Por eso, en una cadena de causa y efecto, todos los gobiernos prestan mucha más atención a esos gigantes. Lo que, naturalmente, refuerza su influencia. Esto se agrava porque las pymes se han mostrado mucho menos dispuestas a construir estructuras fuertes que los sindicatos de trabajadores, que conservan mayor capacidad de negociación.
Como sea, el gobierno de Alberto Fernández, en medio de la pandemia, no iba a ser una excepción (si es que tuviera intención de serlo). Por eso es importante la reunión que el presidente Fernández mantuvo con diez grandes empresarios esta semana. Reproducimos las notas que dedicaron al asunto Clarín e Infobae, que iluminan distintos aspectos, político, empresario, de la reunión. Y si nos preguntan porqué no reproducimos la versión de algún medio más cercano al oficialismo, tenemos que decir que no la encontramos.
Cuenta Clarín:
«En la que para muchos fue una reunión inesperada, el encuentro de Alberto Fernández con los dueños de varias de las principales empresas del país comenzó a gestarse hace varios días entre Gustavo Béliz y el presidente de la UIA, Miguel Acevedo. A tal punto, que el propio Acevedo se encargó personalmente de las invitaciones para acercar a Olivos a compañías dedicadas a la producción. Tal vez para no desafinar en términos de tamaño empresario, no invitaron al convite en Olivos a ninguna mujer. Hasta anoche no hubo tweet de Vilma Ibarra interpelando por ese olvido.
Eso sí, durante los 90 minutos exactos que compartieron sobrevolaron varios temas, siempre en tono cordial. Uno de los asistentes se detuvo en la cantidad de veces y en los elogios que Fernández dedicó a Roberto Lavagna, con quien había estado almorzando minutos antes. “Tenemos que hacer acuerdos para la recuperación, con Roberto hablamos de la importancia del pacto social como el diálogo que tiene la UIA con la CGT o Toyota con Smata”, soltó el Presidente mirando a Daniel Herrero de Toyota que había contado que la automotriz trabaja con apenas un sólo turno de los tres habituales.
“Quiero que me conozcan, esta es una reunión de diálogo. Y si quieren saber cómo pienso, tengo una enorme afinidad con Roberto. No estamos acá para hacer locuras”, soltó para reiterar el rechazo a posibles estatizaciones según se ocupó de remarcar un industrial que participó y que no peca, precisamente, de ingenuo. Les habló de un plan de trabajo conjunto público-privado para la post pandemia. Y les prometió destrabar todo aquello que complique la actividad productiva. Varios se acordaron de la última normativa del Central que complica el acceso a dólares para importar. Miguel Pesce a quien muchos esperaban verlo, no estaba. A juzgar por lo que sucedió más tarde, Fernández destrabó: Pesce recibió a técnicos de la UIA.
En otro tramo, Fernández mencionó que no conocía a algunos de los invitados como a Roberto Murchison, de la líder en logística portuaria y a Mariano Bosch, de Adecoagro, un peso pesado en el sector lácteo. Muchos imaginaron que le iba a dedicar más espacio a la negociación de la deuda. El Presidente reconoció que es difícil y reiteró como convicción no caer en default. A su lado, el ministro Guzmán no emitió palabra. Pero la ocasión sirvió para conocer que entre bonos y obligaciones negociables, la deuda de las empresas acumula US$ 15.000 millones. «Caer en default implica no poder refinanciar y una seguidilla de quiebras», deslizó otro invitado cuando ya se retiraba de Olivos.»
Cuenta Infobae:
«Si bien el encuentro de diez empresarios de primer nivel con el Presidente en Olivos fue a agenda abierta, la situación del dólar y el acceso al mercado cambiario pasaron a concentrar rápidamente el centro de la escena. La respuesta de Alberto Fernández ante los reclamos por las dificultades para importar fue con buen tono pero contundente: “Por qué no hablan con sus gerentes para que traigan los dólares que estuvieron comprando”, les dijo dirigiendo su mirada a Miguel Acevedo,titular de la Unión Industrial Argentina, ante un comentario previo del hombre de negocios. Una suerte de reproche por la escalada que tuvo el tipo de cambio a través del “contado con liqui” y que lo hizo subir hasta casi $ 140 a mediados de mayo.
Enseguida buscó poner paños fríos el ministro de Producción, Matías Kulfas: “Para los que precisen importar insumos para la producción no habrá dificultades, quédense tranquilos” . Y también se mostró optimista sobre la evolución del tipo de cambio: “No deberíamos tener nuevos saltos del dólar». En silencio asentía Martín Guzmán, que evitó dar pistas sobre cómo sigue la renegociación de la deuda.
El Presidente reconoció en el mismo encuentro que las trabas que puedan existir para el acceso al mercado cambiario para importar son sólo coyunturales: “Una vez que esté solucionado el tema de la deuda vamos a volver a la normalidad. Nosotros siempre fuimos favorables a poder arreglar”. Pero en la práctica está todo frenado.
Varios de los diez empresarios que asistieron a la reunión se fueron bien impresionados por varios comentarios que realizó el Presidente, por ejemplo cuando dijo que quiere que “a las empresas les vaya bien, que generen riqueza y empleo”. También adelantó que están pensando en una reforma tributaria “con menos impuestos, con un esquema más simple pero que haya más gente que pague”. Varios ejecutivos se vieron cara a cara por primera vez con Alberto Fernández y destacaron el tono cordial del encuentro.»
El tema de los dólares:
Este fue, como dice Infobae, el tema pesado de la reunió. Gira sobre la Comunicación «A» 7030 del BCRA, que obliga a las compañías que hayan efectuado “contado con liqui”, a utilizar esos dólares para hacer frente a sus compromisos en divisas, antes de pedirle dólares -al precio oficial- al Central.
Esa resolución no será modificada en sus aspectos centrales, según se preocuparon en aclarar desde la autoridad monetaria. Pero sí se analizarán mecanismos para aceitar los procesos, ya que la traba se produce en los bancos comerciales. “Hay muchas dudas sobre la interpretación de la norma y tendríamos que aclarar algunos puntos que generan dudas», reconocen. El objetivo no es afectar las importaciones de insumos, sino evitar otro tipo de situaciones que impactan directamente en el nivel de reservas del Banco Central.