El ministro de Cultura y Sector Digital británico, Oliver Dowden, anunció que las empresas que trabajen en el Reino Unido tendrán prohibido comprar la tecnología de Huawei para la red 5G. La resolución entrará en vigor a fin de este año, y toda la tecnología en uso de propiedad de la empresa china deberá eliminarse para 2027.
Huawei respondió en un comunicado: «Lamentablemente, nuestro futuro en el Reino Unido se ha politizado […] Continuaremos apoyando a nuestros clientes como siempre lo hemos hecho».
La medida tendrá serias consecuencias económicas. El gobierno de Boris Johnson había autorizado que un 35% del equipamiento del 5G británico sería de Huawei, y la firma había hecho arreglos con BT y Vodafone, las otras dos compañías británicas. Éstas advirtieron que podría haber “apagones telefónicos”. Las empresas han construido la nueva red sobre la vieja y eso es lo que deben desmantelar ahora. Habrá retrasos en el despliegue de la red, y el costo se estima en unos 2.500 millones de dólares.
La decisión formal fue tomada por el Consejo de Seguridad Nacional, y se apoya en que Huawei está controlada por las fuerzas armadas de la República Popular, y es potencialmente peligroso el uso de su tecnología en áreas claves como los celulares, la energía nuclear y la red eléctrica en general. Los medios europeos preguntan porqué este peligro, si existe, no se tomó en cuenta cuando la participación de Huawei fue autorizada, hace 6 meses.
En los últimos tiempos ha crecido un fuerte «lobby» anti chino en el Partido Conservador, entre otros motivos por el agravamiento de la situación en Hong Kong. Una nostalgia imperial originó una legislación que otorga la nacionalidad británica a -se estima- unos 3 millones de residentes en esa ciudad, donde el gobierno chino decidió «apretar las clavijas». La idea de una posible inmigración los preocuparía.
De cualquier modo, el hecho es que se está registrando un realineamiento importante en el escenario global.
Sólo 4 años atrás, el entonces primer ministro británico David Cameron anunció una “edad de oro” de las relaciones entre el Reino Unido y China. Y la «city» de Londres se preparaba para ser el banquero de los negocios chinos en occidente. Ahora… Boris Johnson ha debido privilegiar -no sabemos si con entusiasmo o a disgusto- la relación con los EE.UU.
Para la República Argentina, que tiene en China su principal cliente, un importante inversor y una necesaria fuente de financiación, es una situación delicada. Porque -salvo en el primer y fundamental aspecto- los Estados Unidos tienen todavía más peso en los otros dos. Un desafío para el equilibrio de nuestra cancillería. Y de nuestro gobierno, en general.