Las exportaciones de manufacturas industriales sumaron el 30% de las ventas argentinas al mundo en 2019, lo que significó un retroceso de 10 años en la participación de la industria, apenas por encima de lo comercializado durante 2009.
Esa realidad no ha mejorado este año. Empeoró, debido a la brutal caída que sufrió por la pandemia la economía de Brasil, el destino principal, por lejos, de las exportaciones industriales argentinas. Es cierto que, como se señala en otra nota de este portal, las ventas a China y a mercados más recientes, han crecido, desplazando a Brasil. Pero no son manufacturas lo que vendemos ahí.
Frente a esto, el Gobierno tomó la decisión política de modificar el esquema de retenciones (derechos de exportación) y reintegros de la industria manufacturera. Se plantea una reducción de los derechos de exportación para bienes finales, de 5% a 0%, y de los insumos elaborados, del 4% al 3%. Y se prevén aumentos en los reintegros con un esquema escalonado, en el que las alícuotas crecen a la par del nivel de elaboración.
Esta propuesta fue elaborada por el ministerio de Desarrollo Productivo en base a las sugerencias de distintas mesas sectoriales. El propósito expresado es “incentivar la diversificación y complejización de la canasta exportable y desincentivar la primarización de la economía”. En esa cartera se afirma que es “fundamental la expansión industrial de las exportaciones para terminar con la restricción externa”.
También señalan que en agosto del 2018, el ex presidente Macri redujo por decreto en un 66% el monto total aplicado a la política de reintegros a la exportación. “Esto perjudicó sensiblemente al sector industrial que en 2019 registró los niveles de reintegros más bajos para los últimos veinte años, con un ratio del 0,6%”.
En el lanzamiento del Consejo Público Privado para la Promoción de las exportaciones -creado por resolución del Ministerio de Relaciones Exteriores, de Felipe Solá-, la Unión Industrial Argentina había reiterado el pedido de aumentar reintegros y bajar retenciones.
El esquema que Producción acaba de girarle a las entidades de la industria, pone un tope del 2% a los reintegros a las materias primas, que en promedio habían recibido un 2,54%. Pero a su vez, lleva a un 6% a los insumos básicos que recibieron el año pasado solo un 0,12% y aumenta la alícuota mínima de los bienes industriales finales a 6%, cuando en 2019 habían recibido solo 0,53% en promedio. El texto recalca que con la situación actual, en términos porcentuales, las materias primas reciben los mayores reintegros efectivos. También indica que aunque las exportaciones de bienes finales fueron tres veces superiores a las de los insumos, los montos obtenidos fueron similares. Desde la Secretaría de Industria insisten en que “el foco está puesto en fomentar manufacturas en torno a los recursos naturales”. “Hoy mayormente estamos exportando soja para alimentar cerdos y si queremos ser un país desarrollado, eso tiene que cambiar”.
El documento que lleva el sello de la cartera que conduce Matías Kulfas propone sostener el derecho de exportación de las materias primas en el nivel actual del 5%. En cambio, postula bajas para los insumos elaborados que pasarían del 4% al 3% y los bienes finales, del 5% a 0. Según las estimaciones del Gobierno, el costo fiscal para estas modificaciones sería de u$s 525 millones.
De esta manera, confían en solucionar asimetrías en por lo menos tres cadenas industriales: foresto-industrial, textil-lana y textil-algodón, en las que actualmente algunos de los insumos con mayor valor agregado pagan derechos de exportación superiores a los de sus materias primas.
Días antes de asumir como ministro, Kulfas hizo público un artículo titulado “La economía después de la grieta”. Según dicen desde su entorno, la nota sintetiza su pensamiento y el del Grupo Callao, la usina política que encabeza. Allí plantea que “el principal problema de la economía argentina es la restricción externa” y agrega que “esto lleva a la necesidad de priorizar a los proyectos que recuperen el tejido manufacturero y, al mismo tiempo, contribuyan en la generación de un excedente de divisas”.
Observaciones de AgendAR:
Nos llama la atención en esta propuesta la ausencia -por lo menos hasta donde se conoce- de menciones a sectores claves de las exportaciones industriales: la industria automotriz-autopartista (muy golpeada), el amplio espectro de alimentos y bebidas, y el complejo petrolero-petroquímico (que debe ser analizado aparte, por cierto).
Tampoco están mencionados la exportación de minerales metalíferos, el sector siderúrgico y el aluminio, ni la industria farmacéutica. Un capítulo especial merecen, seguramente, la industria del software (que no es la exportación de horas de trabajo mal pago) y las industrias del sector cultural.
Pero esta no es nuestra preocupación central; todos podemos pensar de sectores donde hay potencial exportador argentino. El punto es que las retenciones en el sector industrial no son una importante fuente de recursos fiscales -como sí lo son las del agro-, pero su supresión no convierte a una industria en competitiva. Creemos que el elemento clave faltante en Argentina es la financiación de exportaciones. Un desafío muy difícil, que no lo resolverá ninguna mesa sectorial.