Ayer lunes 10 de agosto empezaron los ensayos clínicos de la vacuna contra el COVID-19 elaborada por la farmacéutica estadounidense Pfizer y la alemana BioNTech, unas pruebas que se llevarán adelante en Argentina simultáneamente con Estados Unidos y Alemania.
Según el Ministerio de Defensa, los primeros voluntarios acudieron ayer a la mañana al Hospital Militar Central, único centro habilitado para el desarrollo de estas pruebas en Argentina.
El director del centro, el coronel Sergio Maldonado, aseguró que ya concluyeron la etapa de preparación y capacitación de los profesionales a cargo de la vacunación.
Hasta ahora ya hay anotados más de 25.000 voluntarios para probar esta vacuna, un número que supera ampliamente las plazas convocadas para estos ensayos.
Quienes finalmente participan son citados por los propios investigadores y sometidos a un circuito que incluye entrevistas, estudios clínicos y explicación sobre los procedimientos, una serie de pasos previos que «necesariamente tienen que ser cumplimentados» y que ya están listos, aseveró Maldonado.
«Como Hospital Militar, nosotros estamos aportando la infraestructura, parte del equipamiento y parte del personal de especialistas, unos 60 aproximadamente, que participan como investigadores. Ahora bien, los voluntarios que se vacunan se apuntan en un sitio que puso la misma Pfizer, que no depende de nosotros. Nosotros aportamos profesionales, vacunadores, médicos…», señaló el director del Hospital Militar.
En la página web dedicada al experimento, donde se anotaron los voluntarios, se aclara que la mitad de los participantes del estudio recibirán la vacuna en desarrollo, mientras la otra mitad recibirá un placebo en forma de inyección fisiológica.
Así, los científicos podrán evaluar los resultados de ambos grupos comparándolos entre sí, para así comprobar si la vacuna es o no efectiva contra el coronavirus, y si tiene efectos secundarios nocivos.
De este modo, Argentina da inicio a la tercera fase de pruebas de esta vacuna elaborada por Pfizer y BioNTech, después de haber sido elegida para ello a mediados de julio.
Esta vacuna es una de las seis más avanzadas en el mundo. Hay otras cuatro vacunas en Fase 3: la de AstraZeneca, la de Moderna y el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos (NIAID); dos de Sinopharm (una con el Instituto de Productos Biológicos de Wuhan y la otra con el Instituto de Productos Biológicos de Beijing), y la de Sinovac. También Rusia ensaya una vacuna, y ha anunciado que comenzará con ensayos masivos entre ahora y octubre.
Además, otras 20 se encuentran en distintas fases de ensayos clínicos y unas 139 en estudios preclínicos, es decir que todavía no fueron probadas en humanos.
Las vacunas chinas se basan en el virus inactivado, las dos de origen estadounidense usan técnicas de ARN y la de Astrazeneca se centra en un vector viral.
En el caso de Pfizer, se emplea el ‘ARN mensajero’, una copia de la información genética que tiene el virus a partir de la cual fabrica la llave (proteína) que utiliza para ingresar a la célula humana y producir la infección.
En una entrevista reciente, el ministro de Salud, Ginés González García, afirmó que podría haber novedades a principios del próximo año sobre la comercialización de las primeras vacunas contra la COVID-19 en el país.