La inflación de julio fue del 1,9% según lo informó el Instituto Nacional de Estadística y Censos, INDEC. A continuación, el detalle de los distintos rubros:
Los precios regulados y los estacionales subieron por debajo del nivel general. Elevaron el índice los aumentos en equipos electrónicos y electrodomésticos: 3,9% en el rubro Equipamiento y mantenimiento.
Detrás lo siguieron Recreación y Cultura, y Prendas de vestir y calzado, con aumentos del 3,3%. En este último hubo menores incrementos en Capital y Gran Buenos Aires que el resto del país.
Las estimaciones de las consultoras privadas preveían una aceleración en la suba de alimentos, el rubro con mayor incidencia en el índice, luego que el gobierno autorizara aumentos en los planes de Precios Máximos y en los Precios Cuidados. Pero alimentos y bebidas apenas mostró una variación del 1,3%.
Según lo explicado en el informe del INDEC, fue porque «los incrementos observados en infusiones, frutas, carnes y derivados, y pescados y mariscos fueron parcialmente compensados por la retracción en verduras, tubérculos y legumbres».
En línea con una mayor apertura de actividades y un mayor relevamiento de precios, luego de las estrictas cuarentenas para prevenir los contagios de Covid-19, la inflación se había acelerado en junio hasta el 2,2% y se esperaba una cifra similar para julio, tras exhibir en mayo y abril los niveles más bajos desde 2017. Por el contrario, se desaceleró.
Al igual que desde comenzó el año, el congelamiento de los precios regulados por el Gobierno volvió a contribuir para que la inflación no se dispare. La estabilidad en las tarifas de servicios públicos, planes de telefonía celular y servicios educativos explican por qué estos precios crecieron solo un 0,5% en julio.
Los precios estacionales tampoco sufrieron saltos importantes y redondearon una suba promedio del 0,9%. Las mencionadas bajas en verduras, tubérculos y legumbres.
En resumen, la caída en el consumo está moderando la inflación, como podría haberse anticipado sin conocimientos técnicos de economía. El problema es lo que puede suceder con una reactivación, en el marco de una disparada del valor del dólar no oficial, que influye en forma decisiva en las expectativas de la gente común, aunque no se dedique a la especulación financiera.
Como se señala en AgendAR desde hace tiempo, es necesario que los ciudadanos comunes tengan una alternativa al dólar, una forma de ahorro simple y flexible. Los instrumentos aptos para los gerentes financieros de grandes empresas pueden prevenir corridas, pero no modifican las expectativas de la mayoría de la población.