El trabajo en las Unidades de Terapia Intensiva con los pacientes de coronavirus

Los monitores a los que están conectados los pacientes de terapia intensiva del Hospital Dr. Alberto Balestrini de La Matanza - Crédito: Hernán Zenten

Rosa Reina, presidenta de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI), explica cómo es el trabajo de un médico terapista con un paciente Covid-19 positiv: el más complejo que existen en la actualidad.

«Lo primero es cómo nos tenemos que preparar los que trabajamos con el paciente: médicos, enfermeros, kinesiólogos. Tenemos que vestirnos y desvestirnos siguiendo un protocolo adecuado. Cuando nos sacamos los elementos de protección es cuando corremos el mayor riesgo porque esos elementos ya están contaminados. Se deben seguir todos los pasos y en un determinado orden. Algunos elementos se desechan, otros se limpian y se reutilizan», comenzó su detallado informe Reina, y agregó: «Todo este proceso lleva unos 15 minutos, entre que nos vestimos y desvestimos. Generalmente una persona está chequeando como hacemos el proceso para cuidarnos».

«Cuando los entramos a ver, con todo ese equipo, primero revisamos al paciente, el monitor, el respirador. Los pacientes son muy complejos. Un alto porcentaje está con respirador para ventilación mecánica y suelen tener una evolución muy crítica. Muchos de estos pacientes deben ser colocados en posición ‘prono’, es decir, boca abajo porque esto mejora un poco la oxigenación, ya que, tienen pulmones muy comprometidos e inflamados».

«Para esa maniobra se necesitan cuatro personas. No la puede hacer un profesional solo. Cuando se entra a revisar al paciente, si vemos que necesita ser puesto en ‘prono’ uno avisa que se cambien otras tres personas más», dijo sobre el protocolo que se desarrolla en los sectores Covid-19 que se crearon en centros de salud públicos y privados.

«Siempre hay una línea que separa la parte más limpia de la habitación y la más cercana al paciente. Divide el área Covid de la no Covid que suele estar a unos 60 o 70 centímetros de la entrada de la habitación o de la cama del paciente», detalló sobre cómo se disponen las zonas de trabajo, y agregó: «Para poder comunicarnos entre los que estamos cerca del paciente, ya que se hace difícil escucharnos por todos los elementos de protección, escribimos en un papel lo que necesitamos. Si es una habitación cerrada, lo pegamos al vidrio para que lo lean los que están afuera, si no es una habitación se la mostramos a nuestros compañeros que están del otro lado de la línea roja que es la zona limpia que es la que asiste. Siempre hay hojas de papel cerca de las camas de los pacientes«.

Ante la consulta sobre cuántas veces al día deben controlar a un caso de coronavirus positivo en terapia intensiva, dijo: «El paciente Covid-19 necesita un chequeo casi constante. Estamos controlando medidas que son muy críticas que se deben seguir de cerca. Si bien en algunos lugares tienen centrales de monitoreo que están en red con los monitores de cada uno de los pacientes, en la mayoría de las terapias no está. Por eso, hay que entrar todo el tiempo. Por más que uno disponga el monitor de manera tal de que se pueda ver detrás de la línea roja, no siempre se puede«.

«La verdad, el control y revisión de estos pacientes es continuo. Tratamos de hacerlo cada una o dos horas. Estos pacientes no se pueden ver cada ocho horas. Cada vez que entramos y salimos de esa zona roja hay que vestirse y desvestirse. No se para».

Los intensivistas

«El otro tema, es el equipo de salud. Cómo queda el personal de salud. En varios países de Europa, que están teniendo esta segunda ola, hay personal de salud que no se recuperó de la primera ola y, tal vez, no puede volver a trabajar en esta segunda. Ya sea por lo físico o lo emocional», contó Reina.

Reina luego explicó el rol de los residentes que debieron comenzar a trabajar casi sin tiempo de adaptación. «En el 2009, cuando fue la pandemia del H1N1 el mayor pico lo tuvimos en mayo y junio, hasta julio. Los primeros días de junio, ingresaron los nuevos residentes de terapia intensiva y que, obviamente, no tuvieron los dos o tres meses de adaptación del principio. Entraron y tuvieron que aprender todo junto. Eso mismo está pasando ahora. Los nuevos residentes fueron directo a planta con los residentes más antiguos y los médicos de planta. Hoy, uno los escucha y tienen un aprendizaje y conocimiento de cómo manejar la gravedad de estos pacientes que es impresionante. Para sacarse el sombrero».

El rol de lo emocional y la pospandemia

«Estamos pasándola como mejor podemos, sobreviviendo. Emocionalmente, estamos muy mal. Hay todo un equipo que está trabajando para apoyarnos pero, muchas veces, no tenemos el tiempo para sentarnos 15 o 20 minutos para charlar. A veces, no tenemos ese tiempo«, se sinceró Reina.

La titular de la SATI, luego pidió: «Después de la pandemia hay que preparase para otra situación. Para otra crisis. Ya hay artículos internacionales escritos que hablan de la crisis posterior a la crisis y tiene que ver con el paciente luego de su paso por terapia intensiva. Esto las autoridades sanitarias lo tienen que empezar a entender y diseñar estrategias de seguimiento de estos pacientes que quedan con secuelas: cognitivas, motoras o psicológicas. No solo los pacientes, sino que también las familias. Esto a nivel mundial se está hablando mucho. Incluso ya hay equipos de trabajo formados para ese día después».

Para cerrar, se le preguntó, en una escala del 1 al 10, cuán difícil es tratar a una persona grave infectada de SARS-CoV. 2 y dijo: «El paciente Covid-19 es muy difícil de tratar. Están en una escala de 9 o 10. No recuerdo otra patología que sea más compleja de atender. Atendemos muchísimas neumonías. Pero esto es otra cosa».

 

VIALa Nación - José María Costa