«La preparación para la Campaña Antártica de Verano (CAV) 2020-2021 ya comenzó, con un estricto protocolo que se adapta a los requerimientos dispuestos para evitar la propagación del COVID-19. Además de los desafíos típicos de cada campaña, este año se suma la preocupación por el riesgo de contagio. Según se conoce hasta la fecha, la Antártida permanece libre de casos declarados del nuevo coronavirus, y las autoridades argentinas quieren que se mantenga así.
El Ministerio de Defensa y el Estado Mayor Conjunto están preparando un protocolo para evitar la posibilidad de contagios. La preparación habitual de la CAV requiere del relevo de las dotaciones y el abastecimiento de las bases permanentes y temporales que Argentina alberga en el continente. Pero como aseguró el Ministro de Defensa Agustín Rossi estos días, «existe una responsabilidad especial para evitar que el virus llegue allí».
El severo protocolo sanitario incluirá el aislamiento preventivo de 14 días de todas las personas que tengan que viajar. El primer día, a cada uno de sus integrantes se les realizará un test de PCR, un hisopado que detecta si la persona está infectada con coronavirus. Luego, se procede al inicio de la cuarentena de dos semanas donde se les realizará controles médicos de rutina. Y una vez finalizado los 14 días de aislamiento, cada integrante de la dotación debe someterse nuevamente a un test de PCR. Así, con el resultado del hisopado negativo, se autoriza al tripulante a viajar a la Antártida, sea por avión o buque.
La CAV consta de tres fases que se completan cada año, la primera comienza en diciembre y tiene como tarea principal el relevo y abastecimiento de la Base Marambio. La fase dos, inicia en el mes de enero donde se procede a realizar el relevo de la Base Belgrano II, la más lejana, y por último se concreta la fase tres que completa las tareas de la CAV pero en la Base San Martín. Pero como condición por el contexto de pandemia, se estableció que habrá varios cambios con el objetivo de disminuir el riesgo de contagio.
Estas nuevas medidas han generado mucha preocupación. La reducida capacidad de personal operando en la Antártida y la suspensión de varias actividades pone en cuestionamiento cuál será el verdadero alcance de la campaña antártica argentina y que sucederá de cara al futuro en un contexto internacional donde los especialistas epidemiólogos del mundo aseguran que la situación ocasionada por el covid-19 no cambiará en los años venideros, a menos que haya una vacuna efectiva.
Las empresas de turismo que realizan su actividad en la Antártida ya han anunciado que retomarán sus viajes a partir de noviembre. Si bien estas empresas operan con protocolo sanitario, y probablemente reducirán también su capacidad de transportar turistas, lo cierto es que el flujo de personas a la Antártida aumentará considerablemente el próximo mes, exponiendo al territorio a un posible inicio de contagios.
La apertura del turismo en la región podría frustrar los planes de las autoridades argentinas por intentar evitar infectar a la Antártida con este nuevo virus. Si es así, limitar el personal y las tareas podría no ser la mejor estrategia en término de intereses a largo plazo.
El continente antártico, uno de los territorios más hostiles y alejados del planeta, alberga uno de los ecosistemas menos alterados del mundo. Ejerce un rol estratégico como regulador de climas, temperaturas, vientos y corrientes marinas. Así, su importancia se extiende a todo el planeta Tierra, y no sólo al territorio argentino. Gracias a la actividad que realizan los científicos en la Antártida, se pueden realizar estudios que analizan el cambio climático, – al estudiar el hielo y como estos se derriten – y con ello predecir el futuro ambiental del mundo y de la Argentina, en un contexto también preocupante de calentamiento global.
La CAV le brinda a la Argentina el privilegio de ostentar presencia en uno de los territorios más valorados del planeta, y sostener año a año tareas de labor científica que favorecen a la humanidad. Pero sobre todo, la CAV contribuye al enriquecimiento del capital humano, tanto científico como el personal de las fuerzas armadas, que constituyen un pilar vital para la construcción de la defensa nacional.
Las fuerzas armadas del mundo están sufriendo un proceso de adaptación al nuevo contexto de covid-19, incorporando protocolos. Esto ha supuesto que la planificación de la defensa de muchos países se oriente a crear protocolos eficientes para evitar contagios y probables brotes, pero también que les permita sostener su estructura sin que se vea afectada o disminuida su capacidad operativa. Con la misma lógica se debería planificar las futuras misiones en la Antártida, buscando maximizar la presencia Argentina y no disminuirla.»