La tasa de inflación de enero volvió a ser del 4%, la misma que en el mes anterior, diciembre 2020, según lo informó oficialmente ayer jueves el INDEC.
El índice de este primer mes del año se explica, principalmente, por un aumento de precios promedio del 4,8% en alimentos y bebidas, la división de mayor incidencia en el Índice de Precios al Consumidor (IPC).
En el interior de este rubro se destacó la aceleración de los incrementos en frutas y verduras: en el Gran Buenos Aires, los alimentos que más subieron fueron el limón (39,4%) y la naranja (23,1%).
Los distintos tipos de carne siguieron exhibiendo aumentos elevados en promedio. Pero fueron aproximadamente la mitad de la suba de diciembre, que había sido del 15% por una combinación de factores: retención de hembras, la suba del precio internacional del maíz y la demanda estacional por las fiestas .
También influyó la evolución de los precios regulados por el Gobierno: treparon un 5,1%. Dentro de este segmento se destacó el salto permitido por el Enacom: un 15,1% en los servicios de Telecomunicaciones, que estuvieron congelados durante varios meses en el marco del decreto que los estableció como servicios públicos.
También entre los precios regulados, las subas autorizadas en combustibles y transporte público impulsaron un ascenso promedio del 4,6% en el rubro transporte, que también fue afectado por ajustes en la adquisición de vehículos.
Además se registraron subas en actividades turísticas y de recreación típicas de enero, con la reapertura de estas actividades por la flexibilización del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio.
Cabe recordar que en 2020 la inflación fue del 36,1%, una cifra casi 18 puntos inferior a la de 2019. Pero la aceleración de los precios en el último trimestre hizo que la inflación de los 12 meses anteriores, tras tocar un piso de 35,8% en noviembre, llegó en diciembre a un 36,1% y trepó en enero al 38,5%.
Comentario de AgendAR:
Más allá de las discusiones teóricas sobre las causas de la inflación -algunas se han dado en nuestro portal- resulta evidente que estamos en una situación familiar a los argentinos en los últimos 60 años: «todo sube porque todo sube».
Es necesario recordar que las soluciones «ortodoxas»: reducir el gasto público, subir las tasas de interés, y algunas «heterodoxas»: atrasar el valor del dólar, como moneda de referencia, se han aplicado varias veces a lo largo de estos 6o años. Y fracasaron.
Pero el enfoque graduar que han elegido el gobierno y el ministro Guzmán -expresado en el Presupuesto 2021- no parece estar funcionando.
Llevar adelante un plan antiinflacionario «de emergencia» tendría un costo político muy alto: muchos sectores de la actividad económica, no sólo los más vulnerables, se verían perjudicados de inmediato. Es difícil para cualquier gobierno democrático tomar esa decisión, y en un año electoral…
Pero si este ritmo de inflación no se aminora, si aumenta, el costo político -y el social- puede ser más alto todavía. El gobierno debe preparar un plan alternativo.