Aumenta la presión para que se apruebe en la Organización Mundial del Comercio una propuesta liderada por el país africano e India que busca suprimir las patentes.
Para Mustaqeem De Gama, delegado del Gobierno sudafricano ante la OMC, en la disputa sobre los derechos de propiedad intelectual, es hora de hacer frente al dominio de las grandes farmacéuticas sobre la medicina global para lograr un acceso más justo a las vacunas.
Sostiene, además, que la lucha por las vacunas contra la COVID-19 debería poner sobre aviso a los países ricos acerca del poder de las empresas, que buscan la rentabilidad y controlan la producción de medicamentos esenciales.
«Roma se quema y nosotros, esperando», ha dicho De Gama, que pide a los países en los que muchas de estas empresas tienen sus sedes que dejen de bloquear la exención a las patentes propuesta en la OMC.
Respaldada por decenas de países en desarrollo, la propuesta, presentada por Sudáfrica e India, argumenta que suprimir los derechos de propiedad intelectual permitiría vacunar rápidamente a una mayor parte de la población mundial al aumentar la producción. La iniciativa, a la que se han opuesto principalmente los países ricos, se volverá a debatir este martes en una reunión en la OMC.
Fabricar sus propias vacunas
«Las primeras vacunas eficaces estaban listas hace cuatro o cinco meses. ¿Habría cambiado la situación si tuviéramos la capacidad de fabricarlas? Yo estoy convencido», dice De Gama.
Los suministros escasean después de que los países ricos compraran más vacunas de las que necesitan, por lo que se estima que muchos países de ingresos bajos podrían esperar hasta 2024 para alcanzar a la inmunización masiva.
Los países de ingresos bajos y medios van a recibir suministros de vacunas a través, sobre todo, de la iniciativa COVAX, encabezada por Gavi, la Alianza para la Vacunación, una asociación de carácter público y privado. Pero muchos argumentan que no son suficientes y dependen de las existencias no utilizadas por los países ricos.
De Gama cree que hace falta un cambio estructural que permita que los países puedan fabricar sus propias vacunas en lugar de depender de las condiciones establecidas por donantes y empresas privadas.
«La infraestructura está proporcionando ahora mismo una cantidad mínima y deja el resto al sector privado», dice De Gama. «No creo que los gobiernos deban externalizar su responsabilidad en materia de salud pública a empresas privadas que solo responden ante sus accionistas».
El delegado dice que la venta reciente de vacunas de AstraZeneca a Sudáfrica al doble del precio pagado por los países europeos muestra la necesidad de una mayor transparencia en la forma en que se toman las decisiones sobre suministros y precios.
«La mayoría de los países se enfrentan a una recesión mientras tienen que lidiar con las consecuencias de la pandemia. Vacunar solo a una parte de la población mundial y dejar al resto a su suerte con recursos limitados es una muy mala estrategia«, dice. «Ninguna estrategia de recuperación económica puede salvar a Sudáfrica en la situación en la que se encuentra. Es imperativo conseguir que nuestra gente se vacune, no solo para reconstruir la economía sino para salvar vidas»
Roz Scourse, asesora de políticas de la campaña de acceso a los medicamentos de MSF, opina que la Unión Europea ha sido «hipócrita» al indignarse por las vacunas de AstraZeneca no entregadas mientras que, junto a otros países que son sede de grandes farmacéuticas como Reino Unido, bloquea la propuesta de exención a las patentes.