Para más de 450 organizaciones, el acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur traería pocas bondades y muchos problemas. Dicen que no se alinea con el futuro verde que propone Europa, con la protección medioambiental y del bienestar animal.
«Aunque sí hay sectores que se beneficiarían del acuerdo entre la Unión Europea (UE) y los países del Mercosur, la cadena de cosas negativas que traería para los ciudadanos de ambos lados del océano, para el medioambiente, para los animales y para la salud humana no lo compensa”, afirma Daniel Pérez Vega, portavoz de Eurogroup for Animals.
En esta plataforma confluyen 70 organizaciones europeas, que a su vez integran el movimiento «Stop UE-Mercosur»: sus más de 450 miembros firman el llamamiento a oponerse a un acuerdo que, según diversos análisis, dista mucho de aportar a un futuro más verde y sustentable.
En el foco del Eurogroup for Animals está la liberalización de 99.000 toneladas de carne vacuna que, procedentes del Mercosur, entrarían al mercado europeo. Cabe resaltar que este monto no representa más que un mínimo porcentaje (1,2 %) del consumo de carne de los 27 países de la UE.
No obstante, «el acuerdo representa un acicate para la ganadería intensiva. Nos oponemos a ella: mientras más animales haya en un espacio pequeño, mayor es la probabilidad de enfermedades respiratorias, más antibióticos y menor resistencia a enfermedades de origen bacteriano”, explica Pérez Vega.
Esa organización no se opone al comercio o al consumo de carne. Su objetivo es que los animales tengan una vida digna y que se tenga en cuenta que son seres sensibles como se reconoce en el propio Tratado de la UE.
Al mercado europeo se dirigen, según datos de 2018 de la Oficina Europea de Estadística (Eurostat), el 76 % del bovino de Mercosur, el 44 % de su pollo y el 82 % de su equino. Pero las condiciones de la cría intensiva en los corrales de engorde y los estándares fitosanitarios en esos países del continente americano difieren bastante de lo que se estipula en el bloque europeo, también por el principio de precaución.
«A mayor ganadería intensiva, mayor deforestación, mayor contacto con animales salvajes y más probabilidades de zoonosis”, resalta Pérez Vega, recordando los orígenes de la actual pandemia de coronavirus.
Al aumento en un 30 % de la importación de carne, se suma el previsto incremento en la importación de etanol y soja (el principal alimento de los animales, tanto en la UE como en el Mercosur). Las organizaciones de la plataforma «Stop UE-Mercosur» afirman, basadas en datos de los últimos años, que se fomentará la deforestación en busca de más tierras para esos cultivos. La Amazonía, el Cerrado Argentino y el Chaco argentino y paraguayo sufrirían un gran impacto en su biodiversidad, insisten.
Pérez Vega: «Este acuerdo incentiva una manera de producción nociva.»
Por otro lado, en la iniciativa «Farm to Fork» (De la granja a la mesa), el ejecutivo europeo propone reducir en un 50 %, hasta el 2030, el uso de plaguicidas peligrosos y que, hasta ese momento, el 25% de todas las tierras agrícolas sean trabajadas con criterios ecologistas.
¿Se refleja este pensamiento verde en el acuerdo con los países del Mercosur? «Me temo que no”, responde el especialista. «Es positivo que el Acuerdo de París sea parte del acuerdo; pero si se viola no pasa nada», afirma, subrayando que los fundamentos de este tratado son obsoletos para el siglo XXI y su crisis climática.
Aunque está firmado desde junio de 2019, este acuerdo entre gigantes espera un buen momento para su ratificación e implementación. La oposición de algunos gobiernos europeos y las dudas de muchas organizaciones de la sociedad civil lo han dejado en «pausa».
A la Historia parecen gustarle estas fantasías: la defensa del bienestar animal terminará favoreciendo los planteos industrialistas de algunos países americanos.